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Homenaje
a
NARCISO YEPES
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Por Santiago Porras - Diciembre de 2007
Desde Guitarra.artelinkado queremos hacer nuestra aportación al recordatorio de la figura de Narciso Yepes en este décimo aniversario de su desaparición (y 80º de su nacimiento). Para ello hemos contado con el valioso testimonio de nuestro colaborador Francisco Herrera, que ha tenido una larga relación de amistad con Yepes. Es además el autor de su biografía en la Enciclopedia de la Guitarra, y ha tenido la amabilidad de concedernos esta entrevista, ilustrándonos sobre el lado más humano del maestro. Además, nos ha facilitado unos excepcionales documentos fotográficos de su propio archivo, todos ellos inéditos.
Santiago Porras .- Gracias por concedernos esta entrevista. Si le parece, empezamos a hablar sobre cuándo y cómo conoció a Narciso Yepes.
Francisco Herrera.- Creo que fue el año 1966 en Ginebra; me lo presentó un amigo al terminar Narciso un recital, en la conocida sala de conciertos ginebrina Victoria Hall. Al día siguiente, me dio una lección de guitarra en su Hotel, después comimos juntos en el restaurante “El Quijote” (que ya no existe), y ahí empezó la amistad.
En el restaurante “El Quijote”
De izda. a dcha: Paco Herrera y Narciso Yepes
(Ginebra, 1967)S.P.- ¿Cuál fue su relación con él?
F.H.- Nuestra relación fue la de profesor y alumno, con las lecciones esporádicas que tuve la gran fortuna de recibir de él y, sobre todo, la de una larga y sincera amistad personal desde 1966, que sólo se vio truncada con su fallecimiento. En total unos treinta años.
A veces nos visitaba Narciso en nuestra casa de Alcocebre, acompañado de su esposa; también fuimos a visitarle a Cabo Roig; alguna vez nos vimos en su casa de Madrid, o en la nuestra de Ginebra. No faltó a su cita con nosotros ni avanzada su penosa enfermedad: incluso entonces se acercó a pasar un rato con nosotros en Alcocebre, sin perder su habitual jovialidad y buen humor, y como siempre, acompañado de su amable y simpática mujer.
Paco Herrera (Izq.) con Narciso Yepes en Alcocebre, 1994
S.P.- Desde luego es admirable que una persona con esa vida tan ocupada y agotadora como es la del concertista, fuese tan atenta y diese esa importancia, no sólo a su propia familia, sino también a sus amigos.
Nos ha comentado que recibió lecciones suyas ¿Cómo era una clase con Yepes?
F.H.- Lo que más me gustó y me llamó la atención desde el principio, fue la gran libertad que daba a los alumnos, en cuanto a la forma de tocar, y al repertorio elegido. Yo estaba acostumbrado a profesores que imponían de forma rígida una digitación y una forma de tocar, y para mí esto era nuevo y muy alentador. Creo que más didáctico.
“Toque Vd. lo que quiera, y si algo no me parece bien, le digo cómo lo haría yo” fueron sus primeras palabras. Efectivamente, Narciso dejaba siempre interpretar una pieza entera al alumno, y al final comentaba y razonaba sobre algunos pasajes: «Mire usted, esto yo lo haría de esta manera...». Daba opiniones y consejos, pero no imponía un criterio.
Recuerdo, por ejemplo, que una de las piezas que toqué en mi primera sesión fue el Estudio nº 7 de Villa-Lobos. Yo terminaba la última nota de las escalas iniciales con el pulgar. Su comentario fue: «Mire Usted, yo no usaría ahí el pulgar, porque se puede equivocar... pero puede seguir usándolo si lo prefiere». Esa libertad a la hora de enseñar es lo que más resaltaría de él.
Era una persona muy sencilla. Recuerdo que le pregunté algo tan elemental como que cuál era la forma de atacar una cuerda, apoyando, tirando, ya sabes.… y me lo explicó con toda naturalidad...
S.P.- Muy revelador... pero con lo de tirando y apoyando entramos en terrenos pantanosos. Nos quedamos con la curiosidad y espero que podamos hablar con detalle de ello en otro momento. Ahora sigamos centrándonos en el hombre. Se oye hablar muy poco de Yepes como profesor. Cierto es que con su calendario de conciertos debía de ser muy difícil desarrollar cualquier otra actividad; ¿nos puede comentar algo más sobre esta faceta suya?
F.H.- Efectivamente, hay que tener en cuenta que Narciso Yepes solía celebrar unos 120 conciertos anuales, lo cual supone una dedicación formidable. Con todo ello, él impartió muchos cursos y masterclass dentro y fuera de España, pero no eran al estilo de las masterclass de moda ahora, en una sala o auditorio, con mucha gente, cámaras y prensa. Desde luego no se les dio la difusión ni la trascendencia de los famosos cursos de Siena o Santiago. Sabemos que le agradaba también impartir lecciones en privado. Tuvo muchos alumnos, pero de los más conocidos citaremos a: Jorge Fresno, Ismael Barambio, Lopátegui, Godelieve Monden, etc.
En Japón, donde fue enormemente popular y donde nunca faltaba a sus esperadas giras de conciertos, se le recuerda también por sus clases y por la tremenda afición que despertó en este país.
S.P.- Sí, es cierto que si bien los grandes maestros pueden estar orgullosos de haber generado una determinada escuela guitarrística, o de haber inspirado o lanzado a grandes figuras de la guitarra, no creo que todos puedan decir que hayan despertado la afición de cientos de miles, o incluso de millones de personas... y la afición es una parte esencial del mundo guitarrístico...
Siguiendo con Japón, es conocida la especial conexión que mantuvo el maestro con este pueblo. Su amigo, el escritor José María Gironella, en su libro “El Japón y su Duende”, relata cómo el guitarrista le invitó a acompañarle en un viaje a este país en 1963. Describe muy bien la odisea que suponía llegar hasta allá, aún cuando ya había jets comerciales: en veinticinco horas subían a tres aviones, el último de los cuales hacía nada menos que cinco escalas... “En el último tramo, el de Manila-Tokio, nuestros rostros denotaban una prematura senectud”. Y con esa paliza encima, el artista se enfrentaba a una serie de quince conciertos seguidos…¿Tenemos algún comentario sobre Japón directamente de la boca de Yepes?
F.H.- Lo que puedo decirte es que a Narciso lo veneraban allá. A pesar de lo ciertamente agotador de estas giras, él lo disfrutaba, y en Japón era siempre bien recibido.
En cuanto a anécdotas, recuerdo que nos contó que una vez estaba en pleno recital, y sentado en el escenario mientras tocaba, notó cómo empezaba a temblar el suelo. Era un terremoto, aunque algo habitual, en este caso ciertamente fuerte. Dejó de tocar, se aferró a la silla (pues no había nada a qué agarrarse en el escenario) y quedó paralizado... Cuando cesó el temblor, Narciso saludó, se relajó y siguió tocando de nuevo como si nada hubiera pasado. El público le regaló una simpática sonrisa...
Narciso saludando al público japonés, segundos después de haber terminado el seísmo
S.P.- Hablemos algo más sobre la personalidad del maestro. Yepes, a diferencia de figuras tan llamativas como, por ejemplo Segovia o Barrios, era un personaje comparativamente silencioso. Se conocen pocos escritos suyos, y fuera de su actividad estrictamente musical poco ha trascendido sobre él ¿Cómo era en el plano humano Narciso Yepes?
F.H.- Él era un hombre bueno y generoso. Tuvo muchos amigos (algo poco frecuente en este mundillo), con los que tuvo una relación de mutuo aprecio, como fue en mi caso.
Yo personalmente no recuerdo escritos de Narciso, salvo alguna carta suya, pero nada significativo en cuanto a su contenido. Sí que puedo decirte que toda su energía la dedicaba a la música, y en su tiempo libre, al menos entre amigos, disfrutaba mucho la conversación. Nunca fue silencioso conmigo, más bien lo contrario, hablando de música, de amistad y de literatura musical.
Era muy humano y generoso con los demás. Por ejemplo, muchas de sus lecciones las daba por amor al arte, e invitaba luego a sus alumnos a comer.
Una vez nos invitó a pasar dos días en su casa de Cabo Roig, y cuando nos vio haciendo las maletas para volvernos, pasados los dos días, nos dijo: “Hombre, que no, ¿Cómo os vais tan pronto?”
Conmigo tenía un excelente humor y era una delicia escucharle interminables anécdotas y chistes.
S.P.- ¿Nos puede recordar alguna de estas anécdotas?
F.H.- Una que le gustaba contarnos, era que en una ocasión, tenía que celebrar un concierto en Aranjuez, y se desplazó desde Madrid en autobús. Casualmente, durante el trayecto sonó su grabación del famoso adagio del Concierto de Aranjuez. La persona que se sentaba en el asiento contiguo al suyo le preguntó “Toca Vd. la guitarra?”, a lo que Yepes contestó “Sí, bueno, un poco sí”. Su compañero siguió: “Entonces, ¿sabe usted quién es el autor de esta música que suena?” – “Pues no estoy seguro”, bromeó Narciso, “Bueno, entonces le haré una pregunta más difícil, que seguro no sabrá contestar” –siguió su compañero– “A que no sabe quién es el guitarrista…”
También contaba muchos chistes. Recuerdo uno que se trajo de Buenos Aires, donde parece que hay gente con fama de muy tacaña, a la que llaman los turcos. Os lo cuento: “Es Don Antonio, que dice a su niño: Pepito, vete a casa del vecino que nos preste el martillo. Cuando vuelve Pepito, le dice que no se lo ha prestado, porque se gasta. Vaya amarrete, dice Don Antonio... no tendremos más remedio que usar el nuestro”.
(…risas)
S.P.- También conoció a alguno de sus maestros, ¿nos puede comentar sobre la influencia en su estilo guitarrístico y musical, o su relación con ellos?
F.H.- De sus maestros, sólo conocí al pianista y compositor Vicente Asencio. Cuando estábamos elaborando la “Enciclopedia de la Guitarra”, es cuando oí a Narciso mencionar por primera vez a su profesor de guitarra, Estanislao Marco; esto fue en 1990, cuando nos visitó en nuestra casa de Ginebra.
S.P.- Leemos en la “Enciclopedia de la Guitarra” que Vicente Asencio le transmitió a Yepes su interés por el flamenco, algo que trascendió a su propia técnica. ¿Solía Yepes tocar flamenco en privado, o hablar sobre la música y la técnica flamenca en sus clases? ¿Reconocía la importancia de este género y estilo musical?
F.H.- Jamás le oí tocar a Narciso Yepes flamenco, ni tampoco hablar de este tema.
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Yepes tocando la bandurria de Paco Herrera
Alcocebre, 1981
Foto Mariel WeberS.P.-¿Solía Yepes opinar sobre otros guitarristas y sus diferentes estilos (en su época, Segovia y Sáinz de la Maza eran los otros dos grandes nombres dentro de la mente popular), o se centraba más bien en crear su propia escuela guitarrística?
F.H.- Se centraba en crear su propia escuela, nunca le oía hablar de otros guitarristas. No perdía el tiempo en críticas. Siempre decía que a un concierto hay que ir a escuchar la música y a aprender, no a criticar al músico, o a contar las notas que falla…
Y ya que estamos sobre ello, sí que me gustaría acabar con un mito perverso sobre una supuesta enemistad entre Yepes y Segovia. Eso es una leyenda infundada. Me consta que Yepes sentía una profunda admiración y respeto por Segovia. Su personalidad estaba muy por encima de esas mezquindades...S.P.- Hablando de la escuela guitarrística de Yepes: popularmente es el hombre de la guitarra de diez cuerdas y un buscador de técnicas nuevas y más depuradas (hasta el extremo de que había una corriente en los años 70 y 80 que lo consideraba un músico demasiado frío y mecánico musicalmente).
F.H.- Tocante a lo de músico frío y mecánico, debo decir que la mayor parte de músicos de la "Orchestre de la Suisse Romande de Genève" lo apreciaban mucho como músico y como intérprete, así como miles de guitarristas.
No debemos olvidar con qué gran maestría y buen gusto interpretó el "Concierto de Aranjuez" ya a sus 19 años, bajo la dirección de Ataúlfo Argenta. Narciso tenía una facilidad tremenda para hacer sonar con total naturalidad lo mismo una pieza de música antigua, como la música más vanguardista. Basta con decirte que cuando le oí tocar las Cantigas de Santa María me hizo llorar, me emocionó de verdad.
S.P.- ¿Intentó Yepes crear realmente una nueva escuela de guitarra con una técnica propia del Siglo XX, superando la herencia del XIX con Tárrega? ¿Reconocía su herencia de Tárrega?
F.H.- Puesto que estudió durante 3 años la guitarra, a los 13 años, con el alumno de Tárrega Estanislao Marco, debió de reconocer la herencia del Maestro de Villarreal. De hecho, ya hemos comentado que él consideraba a Estanislao Marco como su primer maestro.
S.P.- ¿Concibió un método? ¿Ha quedado algo de él (como los retales de Tárrega dispersos en estudios, preludios, etc.)? ¿Lo ha recogido o elaborado alguno de sus discípulos?
F.H.- Narciso me decía que preparaba un método de guitarra, pero no he llegado a ver nada concreto del mismo. Si algo existe del citado método, tal vez lo tendrán sus familiares.
Sí que recuerdo consejos concretos de estudio. Por ejemplo, sobre la forma de abordar pasajes difíciles. Narciso era enemigo de salvar dificultades a base de repetir y repetir. Siempre recomendaba practicar primero muy lento las partes complicadas. Después, si no salía bien, su consejo era cambiar de tarea (como parar y tocar otra cosa), para intentarlo luego de nuevo, con la cabeza fresca. De esta manera él entendía que la mente y las manos acabarían encontrando su sitio, y veía que en este sentido la repetición es contraproducente, pues la ejecución se acaba haciendo mecánicamente.
Tenía sus opiniones sobre técnicas concretas. Por ejemplo, él sostenía que en un tempo lento, los ligados descendentes debían evitarse porque sonaban mal... y creo que tenía razón. Lo bueno es que razonaba el porqué de cuanto decía de una manera muy clara, nada era arbitrario.
Yepes con Francisco Herrera, revisando el manuscrito del método de guitarra de este último.
(Alcocebre, 1983)S.P.- Sería realmente interesante que existiera algo de ese método, y saliera a la luz algún día. Pero parece que Yepes sí que le llegó a hacer algunos comentarios sobre el método que usted publicó en París en 1986...
F.H.- Sí, ese método lo publiqué con ediciones SEDIM (ya se agotó). Cuando lo estaba preparando, en 1983, Narciso tuvo la amabilidad de leer mis borradores. Sus comentarios fueron muy acertados y valiosos.
Por ejemplo, como inicio me recomendó que el estudiante trabajase solo con las tres primeras cuerdas, y únicamente con las notas naturales la-si-do-re-mi-fa-sol. Y que una vez que se sintiese cómodo y se fuese soltando, de forma muy progresiva, se fuesen añadiendo los bajos uno a uno, y poco a poco se fuesen iniciando en la pulsación de notas simultáneas de bajos con la melodía. Todo esto nos puede parecer ahora obvio, pero en aquella época lo obvio era empezar de cero directamente con la escala cromática, lo cual veo ahora como una barbaridad.
También elaboraba una explicación muy clara y convincente sobre la fuerza necesaria en la mano izquierda. Él siempre decía que al principiante hay que acostumbrarle a apretar poco a poco, hasta que la nota suene clara, para que adquiera idea de la fuerza que realmente se necesita para tocar, y mentalizarle de que por encima de esta presión, toda fuerza es inútil. Ten en cuenta que a mí mis profesores me enseñaron a apretar: “Aprieta bien que si no no suena, a ver si echas callos en los dedos…” Era un sufrimiento...
S.P.- Sí, eso de apretar y hacer callos me resulta familiar… Además del desarrollo técnico, organológico y pedagógico, y sus grabaciones ¿Qué otra aportación musical nos dejó Yepes?
F.H.- Yepes realizó multitud de arreglos y transcripciones, gran parte de los cuales están editados en la “Colección Narciso Yepes”. No creo que tuviera tiempo Narciso para dedicarse a la composición; la única obra que conozco de él es la música que escribió para la película francesa “La Fille aux Yeux d’or” (La muchacha de los ojos de oro).
S.P.- ¿Alguna anécdota sobre estas transcripciones y arreglos?
F.H.- Estábamos en su casa de Cabo Roig, escuchando con atención su relato de la Batalla de Clontarf, en la Bahía de Dublín, el Viernes Santo de 1014, en la que el ejército irlandés se enfrentó a un ataque danés, muy superior numéricamente. Según la leyenda, sin medios para organizar una defensa, los irlandeses tuvieron la idea de reunir a un gran número de gaiteros, para animar la marcha al frente del ejército. De hecho, era una multitud de gaiteros con cuatro soldados detrás... Sin embargo, al escuchar el estruendo de las gaitas, los daneses se retiraron, pensando en el formidable ejército que debía haber tras una banda tan inmensa.
Cuando le dijimos qué interesante era esa historia, Narciso se levantó, se fue a la mesa, y empezó a escribir. Viendo nuestra sorpresa, su hijo Ignacio nos dijo: ahora está escribiéndote la Marcha Irlandesa (Briam Bon’s March). Y para asombro nuestro así fue. Al rato, me entregó el manuscrito de su arreglo, armonizado, digitado, y con sus características anotaciones de interpretación. Era el Jueves Santo de 1976. Después, cuando estaba preparando la publicación, Narciso me pidió una fotocopia, para que siguiese conservando el manuscrito. Fijaos qué detalle tan generoso.
Detalle del manuscrito de “La Marcha Irlandesa”. Arreglo de Narciso Yepes
(Cabo Roig, 1976)S.P.- Siguiendo con la Música Antigua, y para terminar ya, Yepes fue uno de los pioneros en rescatar la música de laúd, y en usar instrumentos originales para su interpretación. Su grabación de la Integral para Laúd de Bach en Archiv (creo que la primera grabada jamás) es un testimonio de su interés por sacar de una forma sistemática y rigurosa a la luz estos tesoros musicales. ¿Podemos considerar a Yepes un guitarrista-laudista, como se considera a sí mismo Bream, por ejemplo, o era una actividad ocasional? ¿Enseñaba y animaba a sus discípulos a recuperar los instrumentos antiguos? ¿Qué otros instrumentos a parte de la guitarra solía tocar?
F.H.- Fue laudista ocasional, y poco he escuchado de él fuera de su grabación de las obras para laúd de Bach.
La bandurria, tal vez la estudió cuando era joven, como "hobby". Un día en mi casa de Alcocebre me pidió mi bandurria (que también toqué de joven), y con ella nos interpretó una jota, creo recordar. Tocaba con total naturalidad todo este tipo de instrumentos, así como mi laúd teorba, que aún conservo.
También le escuché tocar el piano en su casa.
En cuanto a su talento con el laúd, baste el comentario de admiración que me hizo Eugen Dombois (eminente laudista profesional, y profesor nada menos que de Hopkinson Smith), algo así como “yo que llevo toda la vida dedicada al laúd, no me he sentido capaz de hacer algo que siempre he deseado: grabar la integral de suites para laúd de Bach. Sin embargo a Yepes le ha bastado hacerse con un instrumento para grabar la integral como si nada, dejándonos un registro impecable. Es para descubrirse…”
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Yepes pulsando el laúd-tiorba de Paco
Estudio de Paco Herrera
(Ginebra, 1978)Muchísimas gracias Profesor Herrera por dedicarnos este tiempo y compartir con nosotros su experiencia con el Maestro, y por estas magníficas fotografías que nos muestran facetas inéditas de Narciso Yepes. Habrá ocasión de hablar más, pero de momento esperamos que esta entrevista ayude a conocer un poco mejor a este gran artista.
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Narciso Yepes habla sobre Andrés Segovia (Vídeo en Youtube)
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Entrevista publicada en guitarra.artelinkado el día 27 de diciembre de 2007
(Maquetación, revisión y HTML: Luis Briso de Montiano y Ruiz de la Sierra)
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