por Oscar López Rogado
Muchos habéis hecho posible que esta entrevista sea una realidad. Los que dejasteis vuestros mensajes en el foro con preguntas (en realidad fue en varios foros de páginas de guitarra), Jorge Nieto que me prestó la grabadora, Begoña López, ¡qué bonito apellido!, que me echó un cable en los problemas técnicos con mi agenda electrónica y, sobre todo, el siempre correcto, amable, sabio y divertidísimo Ricardo Gallén. A todos ellos mil gracias por su ayuda.
Después de un largo día de clase y de un improvisado mini concierto en su habitación nos hemos ido con Ricardo al centro de Valladolid. En el "tío Molonio" y al calor de unas copas hice la entrevista que a continuación transcribo intentando mantener la frescura, la alegría y el "buen rollete" de aquellos momentos.
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Oscar: (A modo de chunga y con voz de locutor.) Hola, muy buenas noches. Nos encontramos en el "Tío Molonio" con Cristina la guitarrista y sus amigos. Entre ellos, casualmente, se encuentra hoy aquí Ricardo Gallén que es un personaje al que vamos a hacer una entrevista. (Risas.)
Ricardo: ¡Yo pasaba por aquí (más risas), me voy a tomar una copa...!
Oscar: Venga, pongámonos serios y cuéntanos cómo fueron tus inicios con la guitarra y qué recuerdos tienes de aquellos años.
Ricardo: Pues la verdad es que era muy pequeñito porque tenía cuatro años y no lo recuerdo muy bien. Mi padre tocaba en una rondalla; tocaba la guitarra y el laúd, y mi madre se empeñó en que aprendiese a tocar la guitarra, así que con cuatro añitos me enseñaron los rudimentos, los principios, los acordes, todo eso. Y entre los cuatro y medio o cinco empecé a tocar con la rondalla. Mis padres me enseñaron todos los acordes. Toqué todo de oído, aprendí las piezas que ellos tocaban, pasodobles, coplas, música popular… y estuve tocando allí hasta los doce que ya la dejé.
Oscar: ¿Algún instrumento que te hubiera gustado aprender y te has quedado en el tintero?
Ricardo: Aparte de todos... el piano. Cuando comencé a tocar la guitarra en el conservatorio, a los 10, empecé también piano, hice preparatorio y primero. Lo tuve que dejar porque no tenían en aquel momento dinero para comprarme un piano. Mis padres no tenía posibilidades y no puede continuarlo, pero siempre que he tenido la oportunidad de tocar uno lo he hecho de manera autodidacta porque nadie me ha enseñado a excepción de aquellos años. He ido leyendo partituras de Bach, Brahms, Schumann, Beethoven... todo lo que he pillado. Debussy que me gusta muchísimo. Así que sí, se podría decir que es mi instrumento frustrado. Aparte me gusta mucho la flauta de pico, que por cierto me compré una el año pasado (alto, con una llave y digitación alemana), el violonchelo, el clavicémbalo y muchos otros.
A ver, Ricardo, háblanos de los maestros que te han marcado durante tus años de aprendizaje con la guitarra y por qué.
La verdad es que he tenido bastantes profesores, pero maestros que me hayan podido marcar... Mi primer maestro, Miguel Barberá, actualmente catedrático del conservatorio de Córdoba; Tito (Demetrio Ballesteros), al que conocí en Comillas, con quien también estudié en Madrid y me marcó muchísimo; Carmelo Martínez en Granada y, finalmente, Joaquín Clerch y Eliot Fisk con quien trabajé los últimos cinco años. Y en cuanto al porqué, digamos que todos son personas con personalidad muy marcada y que de alguna manera cada uno plantó en mí su semilla, y me marcaron un camino y una manera de hacer las cosas muy definida y muy clara.
¿Qué tenemos que hacer para triunfar como músicos y como guitarristas?
Para triunfar como músicos, sobre todo, amar la música y conocerla a fondo lo máximo posible; escuchar toda la música que se pueda, estudiarla, analizarla... y este sería el primer paso para triunfar casi como guitarrista. Además, cuando uno afronta las piezas no debe hacerlo desde el punto de vista de guitarrista sino desde el musical; a partir de ahí con mayor o menor limitación se puede conseguir un determinado éxito guitarrístico.
¿El guitarrista nace o se hace?
Las dos cosas, pero sobre todo se hace. La guitarra es un instrumento como cualquier otro.
¿Qué obras te gusta tocar “a diario” como obligatorias cuando estudias?
Ricardo: Bach, todo lo que pueda. Me encanta.
¿Tienes tiempo de estudiar con la ajetreada vida que llevas de acá para allá, cursos, conciertos, clases...?
No, la verdad es que no mucho, pero si ha habido períodos de mi vida en los que sí he “desperdiciado” (pon esto entre comillas) muchas horas de estudio. He tenido épocas en las que durante dos o tres meses he estudiado entre diez y doce horas diarias o ha habido otras en las que he estudiado menos, dos horas, tres, una. Incluso ha habido épocas en las que no toqué absolutamente nada porque necesitaba descanso.
Tu trabajo diario como guitarrista.
Realmente no puedo plantearme un trabajo diario porque no tengo tiempo para ejercer ese trabajo. Ese trabajo me lo planteo de obra en obra. Cuando tengo que estudiarme una intento, si es de un compositor no guitarrista, conseguir la obra que pueda de ese compositor orquestal a ser posible para dejarme llevar, conocer su lenguaje, su manera de orquestar y los recursos que suele utilizar. A partir de ahí cotejo si existen originales manuscritos del compositor de esa partitura o versiones de esa obra para otros instrumentos que haya hecho el compositor con el propósito de ver las distintas articulaciones y dinámicas. En las partituras para guitarra se suelen escribir muy poquitas indicaciones. Hay compositores que no son guitarristas que cada vez escriben más indicaciones, pero en general son bastante escasas en cuanto a articulación y todo esto... Así que intento guiarme por obras de instrumentos que el compositor pueda dominar. A partir de ahí, hacer un estudio musical de cómo funcionan las frases. Un pequeño análisis formal y armónico de dónde están todas las tensiones y distensiones, cadencias... Y cuando tengo la idea musical clara de cómo funciona o debería funcionar la música, empezar a buscar digitaciones y recursos y hacerla sonar.
El haber nacido en Linares, al igual que Andrés Segovia, ¿es una bendición o una maldición?
Maldición, más bien, porque todo el mundo trata de compararme con él y tienen la idea de que hay un futuro o un segundo Andrés Segovia. Y yo realmente no quiero ser esto. Quiero ser un Ricardo Gallén y punto.
Musicalmente ¿qué haces cuando no tocas? ¿Transcribes, compones, arreglas...?
De todo un poco. La composición la tengo un poquito abandonada. Es algo que me causa bastante respeto y, aunque me gusta, no me siento ahora mismo preparado como para afrontar esto. En cuanto a transcripciones no me lo planteo en sí. Simplemente oigo algo que me gusta y en el momento en que decido que se puede tocar en la guitarra o que puede sonar bien lo hago. No pienso en la transcripción en sí como un medio de enriquecer el repertorio guitarrístico. Por lo demás, leo, escucho música… Hago lo puedo, porque realmente con los viajes y las clases no me queda mucho tiempo para grandes cosas. Cuando tengo tiempo la verdad es que simplemente me relajo.
¿Qué aficiones tienes que no tengan nada que ver con la música?
¡El futbolín! (Risas.)
Bueno, ésta era más bien una afición de jovencito, pero me encanta la bicicleta de montaña, ir al cine cuando puedo, pasear… Conducir me gusta muchísimo, viajar... No sé, muchas cosas. Leer...
¿Estás de acuerdo con esa oscura idea que circula en los ambientes musicales de que a los conciertos de guitarra sólo van guitarristas, que somos un gremio muy cerrado, que las obras que se componen son de peor calidad y menos interesantes que las de otros instrumentos?
Bueno, sobre eso que dices... La verdad es que el tema es un poco complicado. La mayoría de las obras realmente buenas que existen para guitarra es curioso pero están escritas por compositores que no eran guitarristas. El problema radica quizás en el hecho de que el guitarrista, por mucho que intente desvincularse de la guitarra, siempre tiene la visión o la limitación física del instrumento en cuanto a técnica y posibilidades y eso marca un poco el camino de la composición lo cual no me parece muy correcto porque limita mucho el contenido. Entonces no voy a decir que sean peores pero sí un poquito más limitadas, eso sí.
Próximos proyectos.
Te cuento mi agenda de aquí al próximo mes y te asustas. (Risas.)
Comienza por lo que harás mañana cuando te marches del curso de Valladolid.
Voy a Madrid y de allí cojo un avión para irme a Croacia donde tengo dos conciertos. Vuelvo para dar un curso y un concierto en Ecija, Huelma, de allí a Cáceres a otro curso. Después a Salamanca, paso por Valladolid, me marcho a Rumanía a dar otro curso y concierto, de allí a Cuba, vuelvo y grabo el concierto que compuso Joaquín Clerch dedicado a Eliot Fisk, luego voy a otro festival a Francia, otro a Grecia, vuelvo a Extremadura y después Canadá donde tengo que grabar otro disco... ¿Sigo...? (Risas.)
¿Qué guitarra tienes?
Una Paco Marín XXX Aniversario del 97.
¿Qué madera prefieres palosanto de la India o de Brasil?
En principio palosanto de Brasil, pero tampoco creo que existan excesivas diferencias entre una y otra. Lo que sí creo que es determinante, sobre todo, es la calidad de la tapa y, por supuesto, el método de construcción y lo que son las cuerdas, que también influyen muchísimo. Las que uso son Knobloch, que son alemanas, de carbono y en su defecto uso Savarez Aliance.
¿Cuidas mucho tu guitarra?
Sinceramente: no cuido mi guitarra. (Risas.) Es algo que no me preocupa en exceso siempre y cuando no sufra ningún estropicio ni nada de eso, pero no soy muy cuidadoso en el sentido de que no se raye o de mantenerla siempre limpia o cosas de esas.
Según tu criterio, algún buen guitarrista en la actualidad.
Bueno... quizás ahora mismo de lo que conozco y de lo poco que escucho, que realmente no escucho nada de música para guitarra, las dos o tres personas que más me pueden gustar son mi profesor Joaquín Clerch, Carlos Marquione, Marco Tamayo y David Martínez. Esto no significa que sean los mejores, sino que simplemente se acercan más a mi manera de tocar y por eso me gustan.
¿Crees que algún día la guitarra estará en las grandes salas de conciertos, en los programas continuamente, y que la situación de la guitarra cambiará a mejor?
Si cambia la mentalidad de los guitarristas, sí. Si dejan de comportarse como guitarristas y se comportan como músicos, sí.
¿Hay suficientes buenos maestros hoy en día como para llenar las salas de conciertos?
La verdad es que hay gente muy buena que no tiene muchas posibilidades porque hay una serie de personas que están... no voy a decir que ahí arriba, pero de cierta manera tienen una conexión extramusical que les permite copar todo el mundo musical guitarrístico y no dejan acceso a cualquier otra persona. Lo cuál es bastante triste y decepcionante.
¿Hay subvenciones públicas para gente más joven o como tú que con las facultades necesarias se dedica a dar conciertos?
Supongo que sí las hay. De hecho he visto convocatorias. La cuestión es cómo acceder a ellas porque yo en su momento solicité bastantes y siempre me encontré con la política excusa de que “genios hay muchos” y las becas fueron adjudicadas a otras personas que no conoce ni Rita la cantaora.
Cuéntanos alguna anécdota divertida con la guitarra.
Huy... Corta que tengo que pensármelo, que no me acuerdo ahora mismo. (Risas.) Quizás, como dato medio anecdótico o curioso, en un concurso en el concierto de premiados (éste ya lo había ganado gracias a Dios) en que tocaba la Fantasía para un gentilhombre de Rodrigo. Estaba tocando con uñas postizas hechas con pelotas de ping pong porque se me partieron, y en la parte final, en una última escala, me saltó por los aires una uña y se fue al suelo directamente. Tuve que apañarme con la del índice como pude y terminar con medio anular. Tampoco es que sea gran cosa como anécdota, pero bueno...
También me acuerdo del año 99 cuando decidí presentarme al Tárrega... El último año, cuando lo gané. Dos semanas antes yo había decidido tocar un concierto de Guiliani, el Opus 30, que pedían de obligatorio entre otros, pero resulta que me enteré dos semanas antes que la versión que pedían en el concurso era la versión larga y yo había tocado la corta y no pude conseguir la versión que pedían a tiempo. En esto y con todo el lío se me partió una uña. De puro cabreo dije: a tomar por c.... y me recorté todas las uñas y dije, este año no me presento. Y hubo una persona que me convenció para que me pusiese uñas postizas y me volví loco buscando en Barcelona un sitio donde pusiesen uñas de porcelana, me las puse y en dos semanas me tuve que preparar otro concierto distinto. El Concierto para una fiesta de Rodrigo. Y me presenté al concurso y lo gané (je).
Quizás una anécdota que no se la deseo a nadie, aunque tampoco es tan grave, es el hecho de que se te rompa una cuerda mientras tocas. Ya me ha pasado varias veces, una en Granada hace unos cuatro años. Mientras tocaba la Guajira de Pujol se me rompió la quinta cuerda e intenté seguir pero no pude (estaba a medio minuto de acabar el concierto), así que me despedí unos segundos del escenario, cambié la cuerda rápidamente y empecé de nuevo la pieza. ¡Al final la ovación fue tremenda!
Gracias por todo Ricardo.
Muchas gracias, Oscar, estoy a vuestra disposición para lo que queráis. Aprovecho para agradecer a Tito, José Luis, etc. por la posibilidad de traerme a Valladolid para este curso en el cual he disfrutado mucho, no solo desde el punto de vista musical sino personal (a veces el más importante) y del que yo también he aprendido mucho. Para todos vosotros ¡un besazo enorme!
Valladolid, 4 de abril de 2002
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