Hola a todos
Como no he podido comunicarme con el buen Raúl, colega de rasgueos y por ello aun no tengo las fotos , dejo pendiente esto y me lanzo asi nomás a contarles un poquitín de lo que pasó, así que:
"El Noticiario Guitarrológico Informa"
El pasado 16 de Enero un profe de química andaba en su escuela dedicado a sus labores docentes "muy atareado" en la sala de maestros viendo una película y justamente en el momento crucial de la película, cuando la jovencita estaba por saber quien era el padre de la criatura que llevaba en sus entrañas fue recibida en su celular ( el del del químico, no en el de la niña o del bebé por nacer) una llamada misteriosa, la cual fue interceptada por nuestro reportero quien la transcribe "literalmente":
-"¿Que onda Don Serge? ¿qué andas haciendo? ¿estás ocupado?
-Quihúbole Raúl, "que pex" aqui nomás viendo una peli, como no llegan los chavos a sus asesorías en mi cubículo pues me bajé a ver que tal estaba.
- Ah, que "Doctor Serge" tan trabajador mira, te hablo para invitarte a dar un toquín este sábado ¿puedes?
- Pos que yo sepa no tengo otra cosa importante
-Éntrale a echar unas rolas, es pa' los doctores para los que tocamos el año pasado. ¿le entras? o "zacatito pa'l conejo"
- Pues "baila", "juega el pollo", nomas que ni idea tengo de que tocar
-Tu prepara como una hora de palomazo y vas a ver que sale bien, me falta confirmar la hora y el lugar, pero es el sabadín.
- ¿Y tú vas a tocar Don Raúl?
- Pues "clarín" " "a wilbur", voy a estar echando unas milonguitas, unos tanguitos y rolas varias cantadas y tocadas con mis sobrinos el Sebas y el Borrego.
- Orale, va que va. Espero noticias
Según testigos presenciales al día siguiente se vió al científico enfundado en su bata de laboratorio cargando un misterioso estuche negro y entrando a su cubículo a realizar extraños experimentos de los cuales no se ha sabido en que consistían pues solo se llegaban a escuchar extraños sonidos probablemente emitidos por algún artificio proveniente del interior del extraño estuche. Según las investigaciones, tales sonidos y uno que otro jadeo y grito de dolor (Se llegó a escuchar uno que otro aterrador: "¡ay me duelen mis manitas"!) auyentaron de los alrededores a estudiantes y profesores que se encontraban aledaños al cubículo del profesor. Se desconoce si hubo oídos dañados por aquellos experimentos.
De acuerdo a nuestras investigaciones llegó el día fatal de los lamentables hechos, se sabe que ese sábado los perpetradores del crimen se reunieron en una casa de coyoacán y ahi comieron quesadillas, tomaron chesco y algunos de ellos ron y ultimaron detalles a realizar en momentos posteriores.
Luego de un rato de probar las mortíferas armas de madera y meterlas en sus respectivos estuches al más puro estilo de Don Antonio Banderas, se encaminaron en caravana hasta el lugar de los hechos, una pequeña escuela en la Delegación Coyoacán, donde las víctimas se encontraban muy quitadas de la pena atendiendo a una interesante conferencia sin sospechar el triste destino que les aguardaba.
Calma nerviosa se respiraba por parte de los individuos que acechaban con sigilo. Se dice que antes del crimen se dieron valor algunos de ellos con un traguito de ron y hasta cargaron la pila con unos platanitos al horno y leche condensada mientras otros ajustaban sus armas.
Ya caída la noche se decidió que el más pequeño de todos (de estatura) el químico era el elegido para comenzar la tortura a los asistentes: entró al saloncillo con el arma en la mano y la acomodó en la posición más adecuada para el ataque: Con mirada nerviosa saludo a los presentes y se sentó con manos vacilantes a accionar el arma letal: Primero un ataque rápido, rítmico con las Folías Gallegas de Santiago de Murcia, luego un disparo lento pero intenso con el Adagio de Albinoni para posteriormente soltar una verdadera ráfaga avasalladora que representa el "grueso calibre" de las "balas" de Don Johann Sebastian Bach contenidas en su primera suite para cello. Luego, para prolongar el ataque y para que no se sintiera "lo duro sino lo tupido" vino el vals de Tellez Oropeza y el minueto de Barrios para seguir con los boleros pra dejar bien muerta a la audiencia. Ya para terminar y dejar la escena del crimen con un aire pacífico, el criminal concluyo con el Unicornio.
Quizás pidiendo piedad, quizás por lo avasallador de Albinoni y Bach o no se sabe porqué, el respetable daba palmadas al final de cada disparo. Extrañamente, una pareja de novios se abrazaba y sonreía estrechando sus manos a la hora de los boleros. Se especula sobre el buen uso o no del arma por parte del químico, pero lo que si se sabe es que el grueso calibre de los disparos de Bach, Albinoni, Murcia, Barrios , etc si se dejó sentir esa noche ya que al final del concierto la parejita de enamorados agradeció a su verdugo al igual que un matrimonio de norteamericanos de edad avanzada, un niño de unos 10 años que escuchaba atentamente y hasta un estimado profesor de dicho químico, un investigador universitario que años atrás preparó al químico en eso de los ácidos y bases y reacciones, etc. Los cómplices optaron por retirarse junto con el autor material del homicidio musical y dejar el resto del plan para una mejor ocasión... (tangos y milongas y más cosas de ese alto calibre quedaron guardadas por el momento en algún lugar) la cual parece que ya se está planeando.
Según investigamos, un auto pasó después por el lugar y recogió al grupo para posteriormente disolverse en la impunidad de la noche citadina.
Curiosamentre se dice que el criminal salió muy satisfecho de su obra y sin arrepentirse de sus actos, es más diciendo cínicamente que lo volvería a hacer...y con gusto.
He ahi la crónica de algún diario de nota roja respecto a un crimen musical.
Ojalá que algún reportero deje constancia con las fotos.
Saludos y perdón por haber puesto este mensaje terrorífico, macabro y dañino para la salud. Papás y mamás: Que no lo vean sus hijos.