como preparar un concierto perfecto

Adrián Calvo

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hola a todos!
he encontrado este interesante articulo en la revista "Musica y Educación" de marzo, aqui teneis un resumen:

¿Cuál es la diferencia entre un buen concierto y un concierto estelar y realmente memorable? ¿Por qué algunos conciertos nos sobrecogen, mientras que otros nos dejan musicalmente insatisfechos?

Nuestra primera consideración se refiere tanto a la elección del repertorio de piezas musicales que compondrán el concierto como al orden en que éstas se ofrezcan al público: un orden capaz de ejercer una poderosa influencia sobre el impacto global del concierto. Lo más acertado es abrir éste con una pieza que dé la bienvenida al auditorio y sea un anticipo de la maravillosa experiencia musical que el espectáculo nos va a hacer vivir: una fanfarria, una marcha, una obertura, o cualquier otra pieza que posea algún rasgo incitante o llamativo, suelen ser las más adecuadas. Y, si se trata de una pieza breve, aún mejor dispondrá a los oyentes para recibir la segunda, generalmente considerada como "crucial". Esta segunda pieza ha de ser manifiestamente diferente de la anterior: más larga, más "seria" y con mayor dificultad; y capaz de satisfacer tanto las necesidades musicales del concierto como las de la audiencia. El reto intelectual que dicha pieza debería plantear será aceptado mucho mejor por los oyentes cuando éstos aún se encuentren receptivamente frescos. La variedad del programa se verá reforzada por el carácter netamente diferenciado de la tercera pieza con respecto a la segunda; una tercera pieza más rápida o más lenta que la segunda, más dramática o menos dramática, de una época y un estilo manifiestamente diferente, etc.... (...) El resto del concierto debería continuar rigiéndose por este principio de variedad, escogiendo cada pieza por ser diametralmente opuesta a la anterior. Hay quien aconseja atenerse a un orden cronológico (de más antiguo a más reciente), aunque en nuestra opinión es más fácil sentirse "tocado" o emocionalmente impactado por lo cambiante, que facilita mantener vivo el interés de modo más seguro. Por otro lado, si esta cuarta pieza es la inmediatamente anterior al intermedio, también ha de cumplir el objetivo de dejar al oyente con un intenso deseo de regresar a oír el resto del concierto.(...)

En un concierto de unos noventa minutos, la pieza que abre la segunda parte ocupa el "momento de oro", por lo que debería presentar algún especial atractivo para el público. Y en las siguientes, hasta llegar al final, tiene que continuar primando esa misma característica de variedad a que hemos aludido antes: variedad de estilo, de tempo, de sentido de la armonía, de fechas de composición y de duración. En todo caso, es preferible que la segunda parte en su totalidad sea más corta que la primera, lo que dejará al auditorio deseoso de asistir a futuros conciertos. En cuanto a la pieza que ponga el broche final, por lo general es conveniente que posea un componente dramático, no sea excesivamente larga y tampoco muy difícil de interpretar, ante todo porque lo más probable es que nuestros alumnos se encuentren ya mental, física y emocionalmente cansados. La duración podría aumentarse sólo en caso de que los intérpretes se sientan capaces de ello.
Si se decide interpretar "otra", que ésta sea breve, de modo que el auditorio se quede siempre con las ganas de escuchar más. Existe la posibilidad de iniciar el "bis" antes de que se extingan completamente los aplausos dedicados a la última pieza: lo inesperado de esta medida posee un efecto notablemente impactante.

Un concierto siempre ha de iniciarse puntualmente. (...) La práctica (por desgracia, demasiado extendida) de retrasar por sistema la primera pieza 5 o 10 minutos siempre deja un regusto de ineficacia y falta de organización, aparte de ser una costumbre artísticamente arrogante. Si, por el contrario, el retraso es involuntario, se puede ofrecer al público una breve explicación del motivo junto con una disculpa.(...)

Aunque no es conveniente hablar demasiado con el público, el no hacerlo puede privarnos de una excelente ocasión de establecer un estrecho contacto entre ambas partes, invitando a compartir un terreno común. Para ello pueden ser suficientes unas pocas palabras de agradecimiento.
A la hora de establecer el tiempo total de duración del concierto, habría que tener en cuenta aspectos como la edad media de los intérpretes, el tipo de público, la coincidencia en un breve lapso de tiempo -o la no coincidencia- con otros acontecimientos musicales, etc. En cualquier caso, no debería olvidarse la célebre máxima de "lo bueno, si breve, dos veces bueno".

Una última advertencia dedicada al aspecto externo de los intérpretes: el cuidado en el arreglo personal debería revelar el respeto debido tanto al arte de la música como a la ocasión. (...)

Douglas NIMMO: "Programming the Perfect Concert", en Teaching Music,
diciembre 2002, vol. 10, núm. 3, págs. 34-38.​
 
La exposición que nos hace el compañero Adrián es digna de todo elogio, por lo bien detalladito que están todos los aspectos a tener en cuenta. Me alegra el haber podido constatar que la gran mayoría de los pasos , un servidor intenta al menos llevarlos a la práctica( que respiro), no obstante he descubierto alguna cosa nueva como lo de comenzar el "bis" antes de agotar todos los aplausos de la última pieza del concierto.
Enhorabuena y muchas gracias Adrián por toda esta información para los que pensamos como tú, esto es que sin los recitales, esto de la guitarra no tiene mucho sentido, al menos nunca tendrá la proyección que es debida.
 
Moskis,
unas consideraciones en verdad importantes.

Gracias Adrián por tu aportación.

Saludos de un guitarrista más:

Oscar López :adios:
 
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