Gabriel Estarellas
New member
Primeramente quiero agradecer a “leromantique” sus comentarios y decirle que comparto plenamente su opinión sobre la guitarra y su importancia en el conjunto de la Música.
Una de las más importantes grandezas de la guitarra está en su voz, en su intimismo y persuasiva sutileza. Cuando sale de su ámbito, instrumento e instrumentista se sienten realmente incómodos. Incómodo es tocar en lugares con mala acústica, tambien lo es –y mucho- tocar en salas con más de 2000 personas y una orquesta sinfónica detrás sin una adecuada puesta de sonido. Aquí entramos en una controversia en que muchos guitarristas discrepamos, es decir, la “temida” amplificación. Muchas veces he tocado sin amplificación, pero actualmente me decanto completamente por ella. Ahora existe una tecnología acústica que nos permite tener una muy aceptable calidad de sonido. Pero a pesar de todo, no es el habitat natural de la guitarra, es intentar forzar algo que nunca será realmente genuino, en el sentido tímbrico y acústico del instrumento. Todos sabemos la esmerada búsqueda de los guitarreros en hacer cada vez guitarras más potentes, las industrias nos lanzan cuerdas de carbono, etc… Yo pienso que si nos alejamos de lo que ya tenemos puede que se desvirtúe la verdadera esencia de nuestro instrumento. Los guitarreros deben potenciar la calidad obtenida y los guitarristas debemos tocar mejor, no más fuerte.
Sobre la lectura a primera vista te diré que “a veces” puede ser de bastante ayuda, pero no es una cuestión determinante para tocar bien un instrumento. Te diría que en algunos casos es um arma de doble filo. He tenido alumnos muy buenos leyendo, y dada su facilidad de tener un conocimiento inmediato de la partitura se quedaban en la pura superficialicidad de la misma. En ocasiones me ha costado mucho hacerles entender que una lectura muy lenta y razonada es la adecuada forma para la verdadera comprensión y asimilación de la obra.
Angelo Gilardino cuenta la historia con mi admirado Alexandre Tansman, la cual recuerdo de manera muy entrañable. Pero te contaré otra que me impactó mucho, se trata de una situación vivida con Eduardo Fernández. Mucha gente conoce a Eduardo como estupendo guitarrista, gran músico y maravillosa persona, todo a la par de una muy relevante seriedad. Pues hace bastantes años hicimos un concierto a dúo en el Centro de la Guitarra –lugar ya desaparecido- de Palma de Mallorca. La cosa fue que por la mañana leimos las partituras y por la noche estábamos tocando. Era un lugar informal y reducido con un ambiente maravilloso, y la guitarra estaba en su verdadero mundo. Pero no todo terminó aquí, despues fuimos a cenar y tanto Eduardo como yo nos pasamos un “poco” de copas. Regresamos a casa y seguimos un poquito más con intercámbios etílicos. Seguidamente se me ocurrió sacar el tocho de las 32 Sonatas para piano de Beethoven y le pregunté si se atrevía a leer un poco en condiciones poco favorables. Pues sí, se atrevió y mucho más. Estuvimos leyendo hasta casi las seis de la mañana no sé cuantas Sonatas. Yo leía la clave de sol y él la de fa. No he conocido a nadie que lea a primera vista como Eduardo.
Un cordial abrazo.
Gabriel Estarellas
Una de las más importantes grandezas de la guitarra está en su voz, en su intimismo y persuasiva sutileza. Cuando sale de su ámbito, instrumento e instrumentista se sienten realmente incómodos. Incómodo es tocar en lugares con mala acústica, tambien lo es –y mucho- tocar en salas con más de 2000 personas y una orquesta sinfónica detrás sin una adecuada puesta de sonido. Aquí entramos en una controversia en que muchos guitarristas discrepamos, es decir, la “temida” amplificación. Muchas veces he tocado sin amplificación, pero actualmente me decanto completamente por ella. Ahora existe una tecnología acústica que nos permite tener una muy aceptable calidad de sonido. Pero a pesar de todo, no es el habitat natural de la guitarra, es intentar forzar algo que nunca será realmente genuino, en el sentido tímbrico y acústico del instrumento. Todos sabemos la esmerada búsqueda de los guitarreros en hacer cada vez guitarras más potentes, las industrias nos lanzan cuerdas de carbono, etc… Yo pienso que si nos alejamos de lo que ya tenemos puede que se desvirtúe la verdadera esencia de nuestro instrumento. Los guitarreros deben potenciar la calidad obtenida y los guitarristas debemos tocar mejor, no más fuerte.
Sobre la lectura a primera vista te diré que “a veces” puede ser de bastante ayuda, pero no es una cuestión determinante para tocar bien un instrumento. Te diría que en algunos casos es um arma de doble filo. He tenido alumnos muy buenos leyendo, y dada su facilidad de tener un conocimiento inmediato de la partitura se quedaban en la pura superficialicidad de la misma. En ocasiones me ha costado mucho hacerles entender que una lectura muy lenta y razonada es la adecuada forma para la verdadera comprensión y asimilación de la obra.
Angelo Gilardino cuenta la historia con mi admirado Alexandre Tansman, la cual recuerdo de manera muy entrañable. Pero te contaré otra que me impactó mucho, se trata de una situación vivida con Eduardo Fernández. Mucha gente conoce a Eduardo como estupendo guitarrista, gran músico y maravillosa persona, todo a la par de una muy relevante seriedad. Pues hace bastantes años hicimos un concierto a dúo en el Centro de la Guitarra –lugar ya desaparecido- de Palma de Mallorca. La cosa fue que por la mañana leimos las partituras y por la noche estábamos tocando. Era un lugar informal y reducido con un ambiente maravilloso, y la guitarra estaba en su verdadero mundo. Pero no todo terminó aquí, despues fuimos a cenar y tanto Eduardo como yo nos pasamos un “poco” de copas. Regresamos a casa y seguimos un poquito más con intercámbios etílicos. Seguidamente se me ocurrió sacar el tocho de las 32 Sonatas para piano de Beethoven y le pregunté si se atrevía a leer un poco en condiciones poco favorables. Pues sí, se atrevió y mucho más. Estuvimos leyendo hasta casi las seis de la mañana no sé cuantas Sonatas. Yo leía la clave de sol y él la de fa. No he conocido a nadie que lea a primera vista como Eduardo.
Un cordial abrazo.
Gabriel Estarellas