Algunos datos y reflexiones sobre la biografía de Andrés Segovia

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Iñaki Ramos dijo:
Perdón por mi torpeza técnica, pero no han salido diferenciadas las citas de Silvestre Peña de mis comentario. Pero se entiende, ¿no?.

Amigo Iñaki,

Arreglado.

Quiero deciros que yo soy quien está editando todos los mensajes de este hilo escritos por Angelo y Matanya, para intentar dejarlos en un castellano más estándar. Dado lo delicado de las cuestiones tratadas, cuando tengo dudas dejo las frases tal cual. Les ruego a Matanya y a Angelo que revisen mis ediciones por si detectan algún cambio involuntario en el sentido de lo que han escrito.
 
Ya sé, ya sé, Angelo (permítaseme la confianza)... pero hay casos en que se pronuncia la palabra ligada al concepto... casos en que se invoca el concepto intencionadamente y se dice la palabra adecuada... que puede ser “castigo” para algunos

es sólo eso...

hay iniciativas, hay declaraciones, pero me fastidia que en España todavía andemos así...

veo a alemanes de 30 años (nacidos despues de 1933, 1939, 1945...) avergonzadísimos por su historia reciente... que no saben dónde meterse... en conversaciones fortuitas que está claro que no vienen a acusar o pedir explicaciones a nadie...

y aquí se ha trabajado durante decenas de años para denigrar cualquier postura divergente...

bueno...

voy a reconducir el tema hacia algo más musical... creo que es mejor iniciar un nuevo hilo al margen (lo voy a poner como nuevo tema en el subforo de autores, repertorio y demás): ¿podéis aportar alguna referencia a música que supla un poco este vacío de reconocimiento a agraviados de la guerra civil y de la dictadura?

Si alguien quiere algún vínculo sobre maltrato a la memoria:

http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/documentos/2005/darasa_01052005.htm

http://www.nodo50.org/haydeesantamaria/memoria_historica/heroes.htm

http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/documentos/los_olvidados.htm

http://www.uce.es/DEVERDAD/ARCHIVO_2001/15_01/31_maquis.html

http://www.lagavillaverde.org/centro_de_documentacion/materialesIV/pedreno.htm
 
Última edición:
Sr. Rodríguez:

Entiendo perfectamente que, en la concesión de muchas de las distinciones y nombramientos citados, vea usted un intento de apropiación de la figura de mi padre por parte del régimen franquista. Y respeto, por supuesto, su disenso sobre este particular o sobre cualquier otro. Sería sin embargo difícil establecer, creo, una línea clara de demarcación entre los intereses políticos que propiciaron tales reconocimientos y los intereses artísticos que pudieron asimismo motivarlos, lo cual es extensivo, verosímilmente, a casi todas las demás áreas culturales: la literatura, el pensamiento, las artes plásticas, el cine... Ciertamente, la cultura se encontraba durante el franquismo, en buena medida, politizada. Negalo sería absurdo. Pero es indudable que, más allá de su ropaje institucional (es decir, de la política cultural que regía sobre ellos, conminándolos o aconsejándolos a pronunciarse, según los casos, en un sentido u otro), las decisiones tomadas en el interior de algunos círculos culturales oficiales obedecían en ocasiones, simultáneamente, a razones específicamente culturales, sobre todo con posterioridad a los años 40, cuando el franquismo comprendió en parte que el aislamiento podría resultarle, a medio o largo plazo, desfavorable, y que, para no caer en él, era indispensable aceptar ciertas reglas de juego vigentes en la Europa democrática. Si mi padre acepto algunas de tales decisiones tras su regreso a España en 1952, fue siempre pensando en que esas razones culturales bastaban en última instancia. De ahí lo que he escrito: "De vuelta en España, mi padre [...] se dejó querer como artista y como músico, asumió los honores que le fueron concedidos fijándose no en quiénes se los concedían, sino en el reconocimiento que ellos vehiculaban por más que vinieran dados, como no podía ser de otra forma, por las autoridades que a la sazón gobernaban en su país, ya que éste nunca dejó de serlo pese a que su talante fuera siempre [...] cosmopolita". Le brindo a usted otro ejemplo: durante los años 50 y 60, el propio régimen franquista apoyó a una serie de pintores y escultores, por ejemplo, que introdujeron en España el arte abstracto facilitando la exportación de sus obras a fin de que ellas fueran conocidas en Europa y América; hecho, éste, impensable durante los años 40 y por medio del cual el franquismo quiso demostrar a los demás países europeos que las artes plásticas españolas no iban a la zaga de las cultivadas en Francia, EE.UU., Italia, Alemania, etc. Sin embargo, y a causa de su calidad, las obras españolas expuestas en bienales y otros certámenes de todo el mundo durante aquellos años merecieron la atención de los expertos, siendo incluso premiadas aquí y allí, y esas mismas obras forman hoy parte de la historia del arte del siglo XX por derecho propio y con independencia de la política institucional que determinó la posibilidad de su exportación. Sirvan en todo caso estas breves líneas para prolongar la muy interesante reflexión iniciada por usted.

Un saludo.



Sr. Ortega:

No se trata aquí, en mi opinión, de valorar personalmente lo acontecido en España en el 36, sino de comprender el modo en que una determinada persona (mi padre en este caso, a semejanza o diferencia de otras) dio en vivir los hechos que tuvieron lugar entonces. Y puede decirse que hubo a este respecto, al menos a grandes rasgos, tres actitudes bien diferentes que no es posible, de ningún modo, ni ignorar ni confundir: 1) la de quienes vieron en el alzamiento militar una amenaza contra un gobierno democrático; 2) la de quienes vieron en él, en cambio, la respuesta necesaria contra la República en su conjunto; y 3) la de quienes vieron en él una respuesta inevitable ante el deterioro final de la propia República. La última de tales actitudes (es decir, la tercera) fue precisamente la que hizo suya mi padre, cuyas ideas, en consecuencia, no podían coincidir ni con las de quienes mantuvieron la primera actitud ni, tampoco, con las de quienes mantuvieron la segunda. Y lo curioso es que de entre tales actitudes (tres, repito), sólo las dos primeras resulten hoy, a lo que parece, reconocibles hasta el punto de quererse exclusivas por parte de algunos a la hora de describir las posibles reacciones ante lo que acaeció en nuestro país en 1936. Aplicar esa rudimentaria lógica binaria a la interpretación de los hechos impide, en suma, contextuar debidamente y comprender en cuanto a su alcance y significado ciertos testimonios históricos como, por ejemplo, el de mi padre. E, inversamente, examinar éste en sus justos términos obliga a tomar en consideración una serie de datos históricos habitualmente soslayados por parte de quienes aplican esa lógica binaria a la interpretación de los hechos. Una última reflexión: dado que tal lógica binaria refleja fielmente y sin embargo la estructura de lo que terminó por acontecer (una guerra civil entre dos bandos), ¿no equivaldría su superación a la superación misma del conflicto y a sanar, en lo posible, las heridas que éste causó? He ahí, esta vez sí, mi impresión personal sobre el drama español.
 
creo que debo darme por aludido como señor Ortega... (je... aunque suene curioso, el general Ortega, mi bisabuelo, fue fusilado en Paracuellos porque tenía trato con Franco... creo que le pilló un poco fuera de juego... de vacaciones... sin participar demasiado en nada...)

Mi puntualización no era sobre la figura de ni la persona de Andrés Segovia... he hablado de uso del lenguaje y de sentimientos, algo creo que no del todo ajeno a músicos por doquier... y creo que venía a cuento... seguramente hay más posturas que la bipolaridad o el maniqueismo... y que la tercera vía... dentro de todas las categorías el individuo siente necesario entrar en matices, interpretaciones, casos excepcionales...
es lógico... somos todos excepcionales...

respecto a superar las diferencias y los bandos... olvidar no es superar... y si algo no cura bien, duele... lo que me parece, es que no deberíamos esperar a que el tiempo diga lo que ocurrió... porque olvidaremos más de la mitad... el tiempo lo entierra todo... y se queda el hecho frío, sin ligazón sentimental... desde la expulsión de los judios en el S. XVI, pasando por cualquier otra injusticia histórica...
 
Sr. Segovia:

No tengo absolutamete nada que objetar a lo respondido por usted, ya que me parece enteramente lógico el constructo en que basa su exposición en cuanto a la postura de su padre respecto a las condecoraciones recibidas, y su utilidad en favor de las artes y la consagración definitiva de su carrera en España ya en tiempos de paz, cosa para la que el Maestro tenía y reunía derecho y méritos sobrados y a la altura de los más grandes artistas universales que España haya podido dar. Asimismo, y ahora hablo de memoria, en el libro "100 españoles y Franco", vuelvo a decir que hablo de "mala" memoria, no sé si es de José María de Gironella, aunque prometo consultarlo en breve en la biblioteca familiar en que se encuentra, Segovia aparece nombrado como embajador de las artes españolas en el extranjero. Sirva de ejemplo este caso para hacer ver que el trabajo del Maestro resultó durante estos años una representación de un país que empezaba a abrirse al mundo.
No obstante, todo esto me hace reflexionar totalmente al margen sobre más casos, si no similares, sí paralelos, al menos en el tiempo; el de Salvador Dalí, que en épocas muy concretas del franquismo, fué capaz de a pesar del sistema y de algún modo utilizándolo, "publicitarse" y ser reconocido en España -bien es cierto que Dalí tuvo a favor su peculiarísima personalidad-. Ni que decir hay que cualquier parecido entre las formas de Dalí y las de Segovia, sería de una coincidencia absolutamente remota. Y hay algo más: sirva también de reflexión al margen el hecho de que todo régimen dictatorial puede llegar a tener iconos a los que "consigue" salvar de sí mismo y otros a los que sacrifica por la propia brutalidad de las circunstancias; no olvidemos a Lorca, antonio José y otros muchos.
Por tercera vez al margen; ¿cuando restañará la Historia las heridas de esos años?. Sigo opinando que nosotros nunca tendremos perspectiva histórica para verlo.

Un saludo a todos.
 
Carlos A. Segovia dijo:
[...] No se trata aquí, en mi opinión, de valorar personalmente lo acontecido en España en el 36, sino de comprender el modo en que una determinada persona (mi padre en este caso, a semejanza o diferencia de otras) dio en vivir los hechos que tuvieron lugar entonces. Y puede decirse que hubo a este respecto, al menos a grandes rasgos, tres actitudes bien diferentes que no es posible, de ningún modo, ni ignorar ni confundir: 1) la de quienes vieron en el alzamiento militar una amenaza contra un gobierno democrático; 2) la de quienes vieron en él, en cambio, la respuesta necesaria contra la República en su conjunto; y 3) la de quienes vieron en él una respuesta inevitable ante el deterioro final de la propia República. La última de tales actitudes (es decir, la tercera) fue precisamente la que hizo suya mi padre, cuyas ideas, en consecuencia, no podían coincidir ni con las de quienes mantuvieron la primera actitud ni, tampoco, con las de quienes mantuvieron la segunda. Y lo curioso es que de entre tales actitudes (tres, repito), sólo las dos primeras resulten hoy, a lo que parece, reconocibles hasta el punto de quererse exclusivas por parte de algunos a la hora de describir las posibles reacciones ante lo que acaeció en nuestro país en 1936. [...]

Estimado Carlos,

muchas gracias por tus intervenciones, muy interesantes y esclarecedoras.
De lo poco que he leído sobre la contienda civil tengo la impresión de que los historiadores no se ponen de acuerdo acerca de las causas. Parece que aún perviven rémoras ideológicas que impiden analizar de una manera fría y objetiva lo acontecido -y eso que han transcurrido ya 70 años-.
Desde Paul Preston hasta Pío Moa tenemos un amplio arco de propuestas y explicaciones bien distintas. Este último autor defiende como causa del levantamiento militar, la inestabilidad de la república y el riesgo de una revolución comunista, lo que vendría a justificar actitudes como la que Carlos supone de Andrés Segovia.
No obstante, y en relación a lo expuesto, me cuesta creer que un intelectual como Segovia, ajeno, al parecer, a la política, pudiera fundamentar su actitud frente al levantamiento militar en función de un análisis tan agudo del momento histórico, algo, que aún hoy, parece lejos de quedar claro para los mismos historiadores.
Tal vez todo sea un problema de perspectiva (como apunta Rodolfo) y, en el caso de Andrés Segovia, como en el de tantos otros intelectuales de aquellos años trágicos, necesitemos contemplar sus periplos vitales desde la lejanía de nuestra propia ideología y sentimientos.
 
Julio Gimeno dijo:
Amigo Iñaki,

Arreglado.

Quiero deciros que yo soy quien está editando todos los mensajes de este hilo escritos por Angelo y Matanya, para intentar dejarlos en un castellano más estándar. Dado lo delicado de las cuestiones tratadas, cuando tengo dudas dejo las frases tal cual. Les ruego a Matanya y a Angelo que revisen mis ediciones por si detectan algún cambio involuntario en el sentido de lo que han escrito.

Muchisimas gracias, Julio.

AG
 
Julio Gimeno dijo:
Quiero deciros que yo soy quien está editando todos los mensajes de este hilo escritos por Angelo y Matanya, para intentar dejarlos en un castellano más estándar. Dado lo delicado de las cuestiones tratadas, cuando tengo dudas dejo las frases tal cual. Les ruego a Matanya y a Angelo que revisen mis ediciones por si detectan algún cambio involuntario en el sentido de lo que han escrito.

Pienso que tu hace un trabajo maravilloso en la reparación del daño que hago a la lengua castellana. Le agradezco por esto de mi corazón.
 
Estimado Javier:

Lo que se ha apuntado acerca de la perspectiva histórica en relación con la posibilidad de sanar determinadas heridas es efectivamente, también a mi juicio, extensible al análisis de los hechos en cuanto tal. Y sí, quizá el tiempo, confiemos en ello, favorezca ambas cosas. Mi padre, por otra parte, no pudo tener, como tampoco nadie, probablemente, en su momento, una impresión del todo precisa de lo ocurrido. Pero lo cierto, a mi entender, es que al menos algunas de sus ideas, similares a las de autores como por ejemplo Madariaga (con quien, ya lo he señalado también, mi padre no coincidía empero en todo), se inscriben en una línea de pensamiento que indispensable es incorporar a nuestra mirada actual sobre los hechos y que, en cierto sentido, puede contribuir, aunque no sea más que eso, a resituar el problema en toda su complejidad, o, como mínimo, evitando perder de vista parte esencial de esa complejidad. Siempre y cuando, claro está, entendamos que la paciencia del concepto es preferible, en materia de estudio, al posicionamiento ideológico, legítimo de suyo pero infructuoso, por cuanto forzosamente reductivo, en el plano de la investigación.
 
Javier Riba dijo:
Desde Paul Preston hasta Pío Moa tenemos un amplio arco de propuestas y explicaciones bien distintas. Este último autor defiende como causa del levantamiento militar, la inestabilidad de la república y el riesgo de una revolución comunista, lo que vendría a justificar actitudes como la que Carlos supone de Andrés Segovia.


Amigo Javier,
Perdoname que sea pesado, pero insisto en que hay que saber deslindar la justificación de una actitud o postura personal frente a unos acontecimientos del análisis "frío y objetivo", como bien dices, de los hechos, pues se puede entender que se está justificando al mismo tiempo la actitud del artista y la actitud de los golpistas. Y en este sentido, creo que sin mala intención has elegido el peor ejemplo de lo que es un estudio objetivo de la Historia. El señor Pío Moa, cuyo Maestro declarado ha sido siempre Ricardo de la Cierva, propagandista máximo del franquismo, no es propiamente un historiador, sino un señor que selecciona los documentos, declaraciones y datos históricos que le interesan y oculta los demás, con el fin de manipular la interpretación de la Historia con un objetivo claramente interesado ideológicamente. Si quieres comprobarlo, no tienes más que leer su biografía de Franco (verás qué risa!). Pero vamos, que la bibliografía sobre la Guerra Civil, como bien dices, es amplísima (Carr, Beevor, Santos Juliá, Jackson,etc,etc), y cualquiera de estos otros Historiadores explica, cada uno con su propia interpretación, pero con rigor y un intento honesto de objetividad, las causas de la Guerra Civil.
En fin, lo que quería decir es que es cierto que las proclamas y declaraciones exaltadas de comunistas y anarquistas, como la quema de iglesias, fueron un condicionante que precipitó (que no justificó) el levantamiento militar. Pero en nuestro esfuerzo contextualizador, tendríamos que mencionar también en nuestra explicación de los hechos de 1936 que los intentos golpistas militares se produjeron desde que fue proclamada la República, y ahí está el caso del general Sanjurjo en 1932 y otros intentos que fueron detectados a tiempo, con lo que a mi parecer el apoyo al levantamiento de 1936 fue por el miedo a una "revolución comunista", pero también para acabar con un gobierno democrático cuya política(buena o mala) producía dolorosos escozores en algunos. De hecho, Antony Beevor en su reciente libro sobre la Guerra Civil, dice que el gobierno que formó Manuel Azaña tras las elecciones de 1936 era un gobierno "bastante moderado", con el fin precisamente de evitar radicalismos políticos. Pero la cosa se fue de las manos y ya sabemos lo que pasó...
Salud y alegría, que la vida es bella, hace un sol maravilloso en Alicante y los pájaros trinan en los árboles,...
 
Iñaki Ramos dijo:
Amigo Javier,
Perdoname que sea pesado, pero insisto en que hay que saber deslindar la justificación de una actitud o postura personal frente a unos acontecimientos del análisis "frío y objetivo", como bien dices, de los hechos, pues se puede entender que se está justificando al mismo tiempo la actitud del artista y la actitud de los golpistas. Y en este sentido, creo que sin mala intención has elegido el peor ejemplo de lo que es un estudio objetivo de la Historia.

Amigo Iñaki,
creo que no has entendido mi mensaje o, lo más probable, no me he sabido explicar bien.
Con mi intervención no pretendía justificar personalmente ni una actitud ni unos acontecimientos. Y si he elegido a este autor es porque parece que su "visión" de la historia -que por cierto no comparto- ofrece cierta cobertura a la tesis de Carlos Andrés acerca de la postura de su padre.

Iñaki Ramos dijo:
El señor Pío Moa, cuyo Maestro declarado ha sido siempre Ricardo de la Cierva, propagandista máximo del franquismo, no es propiamente un historiador, sino un señor que selecciona los documentos, declaraciones y datos históricos que le interesan y oculta los demás, con el fin de manipular la interpretación de la Historia con un objetivo claramente interesado ideológicamente. Si quieres comprobarlo, no tienes más que leer su biografía de Franco (verás qué risa!).

Estoy leyendo su biografía de Franco y otro libro suyo, por título: 1934: COMIENZA LA GUERRA CIVIL. El PESOE y La Esquerra emprenden la contienda. creo que este último, en si mismo, es bastante ilustrativo de la orientación de Pío Moa.

Creo que la ideología de cada cual y los vínculos afectivos y familiares en algunos casos, pueden dificultar enormemente un análisis "frío y objetivo" de la actitud de Segovia ante la guerra civil y sus consecuencias.
¿Me he explicado mejor ahora?

Un saludo desde Córdoba (nublada hoy, por cierto)
 
En alguno de mis mensajes anteriores he hablado de la necesidad de incorporar ciertas consideraciones a nuestra “mirada” actual sobre unos determinados hechos. Deslizando la cuestión desde el dominio del estudio histórico al de la creación artística, quisiera poner un ejemplo de lo que puede, tal vez, entenderse por una “mirada” otra sobre los hechos; en sentido literal, pues dicho ejemplo ha de ver con la creación cinematográfica. Pensemos (he aquí el ejemplo) en el film Los comulgantes (Nattvardsgästerna), de Ingmar Bergman (1963). Aparte de la extraordinaria belleza formal del mismo, la hondura de lo que las imágenes plantean es sobrecogedora, como siempre en Bergman. ¿Pero qué es lo que nos da a pensar la película? El modo, a mi juicio, en que interactúan las diferentes vivencias posibles de una misma realidad. Cada uno de sus protagonistas, en efecto, experimenta y da testimonio de una relación con la fe (es decir, con la creencia religiosa), siendo así que todas ellas son irreductibles, o lo que es lo mismo, irremplazables (¿de ahí quizá el título, en plural, de la película?): uno de ellos, a través de una impostura autolacerante cuyo deseo de ser desmentida se ve reiteradamente defraudado; otro, a través de un anhelo aún mayor, no exactamente religioso, pero que, desde la distancia, afirma, sorpendentemente, más que niega; otro, desde la entrega incondicional que, en el recogimiento de la emoción, no pregunta; otro, desde el desconcierto, cuyo fatal desenlace presentimos mucho antes de que suceda; y otros dos, por último, desde la búsqueda de apoyo y ayuda para sí o para los suyos. Bergman aborda magistralmente el problema de la interacción de todas esas posibilidades referidas a un mismo objeto. Y trata de presentar de ese modo el problema (cuya comprensión queda en manos del público) sin banalizarlo, esto es, sin decantarse de antemano por una respuesta en clave religiosa o atea, ya que lo esencial es el problema mismo (pese a que la aceptación nunca aproblemática de la fe, desprovista de todo adorno, sea una constante en su cine)... ¿Aprenderemos alguna vez, también nosotros, a mirar con reflexión y sosiego?
 
En mi opinión no, Sr. Segovia. Nosotros probablemente no podremos, porque todavía nuestros padres y abuelos nos han hablado de la guerra civil, y aún quedan -cada vez menos-, personas que han contendido en ella. Probablemente el día que esta guerra sea una referencia a la distancia en el tiempo que tenemos, por ejemplo, a las guerras carlistas -ojo, que fueron también para tenerlas en cuenta-, entonces, se podrá hacer una reflexión con la perspectiva suficiente para tener una segura objetividad. esto, naturalmente, dificultado por la existencia en el caso de la guerra civil, de una documentación mucho más gráfica que dificultará el hecho de que esta época se distancie en el tiempo a la velocidad y en la medida de quenos gustaría.

Un saludo a todos.
 
Sin duda será difícil, Sr. Rodríguez. Y, en cierto sentido al menos, sus razones quiérense inapelables. Pero me pregunto si la grandeza de ánimo no demanda de todo hombre, cualesquiera que sean sus condicionamientos históricos, un gesto sereno a la hora de comprender y, en definitiva, un juicio de amplias miras. Mi padre, por fortuna, salió ileso. Pero por parte de mi familia materna hubo numerosos caídos en ambos bandos. Y si rendir tributo a la memoria de todos ellos (y a la de muchas otras personas víctimas de una guerra fratricida) obliga ciertamente a comprender las razones de cada uno, ello no debería impedirnos reflexionar sin demasiados prejuicios sobre lo acaecido. Sencillamente, porque nuestras vidas no son las suyas por muy próximas que una y otras se encuentren. Y porque de lo contrario, habríamos de pensar que la libertad y la inteligencia del hombre son inexistentes o se hallan ciegamente sobredeterminadas; el hecho de que la primera no sea nunca plenamente autónoma (es decir, absoluta), no invalida sus recursos. Y, paralelamente, la constatación de que la segunda está siempre, en mayor o menor grado, vinculada a nuestros afectos, no debería tampoco impedirnos hacer lo posible para, sin prescindir de ellos, ejercitarla conforme a las pautas que el rigor solicita del pensamiento. En esto como en todo, lo más arduo es también lo más excelso.

Permítanmen los lectores dar por conlcuida con estas líneas, en cualquier caso, mi intervención en este foro respecto del modo en que los españoles pudieron vivir los trágicos sucesos del 36, pues considero que es ya suficiente cuanto he sugerido a este propósito. Si hay otras dudas en relación con las restantes cuestiones abordadas en mi artículo o se suscitan otros temas con referencia a lo expuesto en él o a las demás cuestiones planteadas asimismo en el foro por unos y otros, estaré por el contrario encantado de participar nuevamente y de responder, en su caso y en lo posible, a tales dudas.
 
Última edición:
Yo también me retiro del tema Guerra Civil, que evidentemente había entrado en barrena, pero igualmente del tema Segovia, pues para mí ha quedado bastante claras algunas conclusiones, una vez que he limpiado de retórica los argumentos esgrimidos (lo cual he de decir que casi me cuesta una congestión cerebral). Hasta más ver.
 
El Sr. Ramos, que desde estas mismas páginas me invitaba hace no mucho a sumarme a quienes pudieran hoy querer dar un golpe de Estado en nuestro país por haber tratado, simplemente, de explicar de manera precisa la actitud de mi padre ante determinados hechos históricos, ha decidido, finalmente, borrar su penúltimo mensaje, en el que respondía así a mi anuncio razonado de no intervenir nuevamente, en lo sucesivo, sobre una de las cuestiones tratadas hasta aquí:

"Noo, Maestro, no nos prives de tu verbo excelso y de tu magnanimidad con la masa ignorante!!!"

Deduzco de éste que al Sr. Ramos no sólo le molestan mis palabras, ¡sino también mis silencios! ¡Qué le vamos a hacer! Por mi parte, no le he dado en ningún momento motivo alguno para que me insulte. Considero, por lo demás, que este foro tiene como finalidad el intercambio de ideas e información relacionadas con el mundo de la guitarra, por lo que (corregidas o no, borradas o no) intervenciones tan maleducadas como las suyas sobran. Pero cada cual se muestra como es.
 
Última edición:
Muy complacido he estado leyendo las intervenciones de este tema. A mi humilde modo de parecer, las ideologías nunca deberían de mezclarse con asuntos artísticos ni los artistas tampoco deberían mezclarse en semejantes debates. Tal vez la figura de Andrés Segovia merezca como otros tantos grandes artistas un debate que vaya más allá de lo que es simplemente una figura musical, eso es cierto e indiscutible como personaje histórico e influyente que fue y es para nuestro instrumento y nuestra cultura. Parece que le debate se ha agriado un poco cuando se ha entrado en un terreno que poco o nada tiene que ver con lo artístico y sí más con lo histórico y con la interpretación de unos hechos a los que hay que suponer diferentes visiones y en los que quizá resulte dfícil mantenerse al margen debido a motivos personales y razones probablemente de peso para cada cual. Creo que todos hemos aprendido alguna cosa de este debate y ha contribuido en gran modo a enriquecer nuestro conocimiento sobre una figura clave de la guitarra en nuestro país y en el mundo. Me hubiera gustado que al final el río no hubiese bajado tan revuelto y que las últimas intervenciones no acabaran como lo han hecho. No sé si sería pedir mucho mantener un clima de cordialidad aunque la el tema hay dado pie a desatar alguna que otra emoción.

SAlud
 
Suscribo las palabras de mi compañero Joaquim, y creo que es un buen momento para retirarme de forma al menos temporal del tema, que deriva más a lo histórico que a lo artístico.

Un saludo a todos.
 
Cierro filas entorno a mis compañeros moderadores al tiempo que
lamento profundamente el tono agrio de las últimas intervenciones. Creo que el diálogo estaba siendo de altura, y debemos felicitarnos todos por el interesantísimo hilo que ha quedado sobre los temas tratados. Llegados a este punto, y si no se abren nuevos espacios de conversación sobre la figura artística de Segovia, yo también me retiro, por el momento.
Gracias a todos por lo compartido, y por favor, colaboremos por el buen tono que ha reinado siempre en los foros de guitarra.artelinkado.
Un saludo.
 
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