
Originalmente escrito por
Wilfredo Molina
Hola a todos. Les voy a narrar una anécdota de la cual formó parte mi profesor de guitarra. Estando en un tiempo de descanso durante una de nuestras clases, nuestro profesor nos contó lo siguiente: "Sabiendo que no sólo enseño la guitarra clásica sino que también toco música popular, unos amigos me invitaron una noche a dar una serenata en un pueblo aledaño al nuestro. Éramos tres. El que estaba enamorado, y dos guitarreros. A mí me tocaría hacer la melodía requinteada. Nuestro amigo serenatero nos dijo que era la primera vez que daría serenata a la dama que acababa de conocer esa misma tarde por lo que sería una sorpresa para ella. Fue así como habiendo llegado cerca de la casa de la dama, nuestro amigo nos pidió que si hacer ruido, nos colocáramos cerca de la ventana de la dama que estaba en un segundo piso y en uno de los costados de la casa. Para accesar el lugar debaimos atravesar una especie de huerto. Cuando ya estábamos por llegar cerca de la ventana, unos perros comenzaron a ladrar y desde adentro de la casa se escuchó una voz ronca que preguntaba: ¿Quien anda ahí? Detuvimos la marcha y nos mantuvimos en silencio pero los perros seguían ladrando. La voz volvió a resonar: Quien quiera que sea, mejor se asoma pues ¡estoy armado y apuntando! Nuestro amigo nos hizo señas para que nos retiráramos en silencio pero los perros seguían ladrando. Fue entonces que la voz dijo con fuerza: Es la última oportunidad, o me dice quien es o lo doy por ladrón y por muerto. En ese mismo instante, tropecé con una piedra y sin querer, una de mis manos rasgueó mi guitarra. Cerré los ojos a la espera de la detonación. Entonces la voz dijo: Oigo sonido de guitarras. Pero si son unos serenateros. Regresen que son bienvenidos. De manera que fuimos salvados por un ¡rasgueo de guitarra!" Saludos a todos de Wilfredo Molina.
Bookmarks