Estimados amigos.
Con gran consternación doy traslado aquí a la primera plana una terrible noticia de la cual nos informa Roberto Tomasi y que se me hace harto difícil reproducir.
Pablo Contreras, gran guitarrero e hijo de Manuel Contreras ha fallecido hoy a la temprana edad de 53 años, dejando a la Escuela de Madrid huérfana de uno de sus principales referentes.
Somos legión los guitarristas, tanto aficionados como profesionales, que nos hemos sentido orgullosos de expresar nuestras ideas y de interpretar música con uno de los instrumentos que con tanto conocimiento como pasión surgieron de las expertas manos de Pablo (que era su verdadero nombre, aunque utilizase el de Manuel Contreras II como nombre de marca o comercial). Hoy nos quedamos todos un poco huérfanos. Uno no "tenía" una guitarra "Contreras". En cierto modo, uno "era" de Contreras.
En lo personal me toca de cerca, puesto que yo siempre he tocado con instrumentos de Contreras y con Pablo compartimos muchos buenos momentos en su taller, probando alguna de las nuevas guitarras salidas de sus manos cada vez que me pasaba por la tienda o simple y llanamente escuchando lo que me contaba acerca de sus proyectos y las ideas que se le iban ocurriendo para mejorar todavía más si cabe sus instrumentos. Hablaba siempre con verdadera e indisimulada pasión de maderas, técnicas de construcción y materiales, ejemplarizando esa extendida creencia de que si los músicos somos "de una pasta especial", aquellos que construyen nuestros instrumentos son "de una pasta más especial todavía.
Junto con su vida, termina aquí el recorrido de una de las más importantes sagas de guitarreros que en este país, por no decir que en el mundo entero, se han conocido. No sabemos qué deparará el futuro para Contreras, si alguien tomará el relevo o no. Trataremos de averiguarlo y os informaremos de ello, pero eso será más adelante.
Ahora, es el momento del duelo. Lo demás llegará cuando tenga que llegar.
Descansa en paz, Pablo. Te echaremos de menos. Nos quedarán al menos los resultados de tu gran trabajo: tus guitarras, que eran como tus propias hijas en cierto modo.
Hoy las respetamos un poco más todavía si cabe.
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