Siglo XIX
A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, hubo una tendencia a subir la afinación de la orquesta. Esto probablemente se haya debido a que las orquestas competían unas con otras, tratando de llenar las salas de concierto cada vez más grandes con un sonido más brillante que el de sus competidoras. Fueron ayudadas en sus esfuerzos por la durabilidad mejorada de la cuerda
mi de los
violines (la más aguda de las cuatro cuerdas). Las
cuerdas de
tripa de animales no aguantaban tanta tensión pero las nuevas cuerdas de
acero podían aguantar más tensión sin romperse.
El aumento del tono de afinación en esta época ha quedado reflejado en los
diapasones de horquilla que se conservan. Un diapasón de 1815 del
Semperoper, el teatro de la ópera de
Dresde da un
la 423,2 Hz, mientras que uno de once años después producía 435 Hz. Se conserva un diapasón en
La Scala de
Milán que produce un
la de 451 Hz.
[editar] Legalización del la 435 (1859)
Los más intensos oponentes a la tendencia alcista de la afinación eran los
cantantes, que se quejaban por tener que desgañitarse para seguir la afinación de las orquestas de la época. Debido probablemente a estas protestas, el gobierno de
Francia dictó una ley el
16 de febrero de
1859 en el que establecía el
la de encima del
do central a 435 Hz. Dicha ley se originó de una comisión que nombró el Secretario de Fomento de la época para establecer un
diapasón uniforme, la cual presentó sus conclusiones el
1 de febrero de
1859. La ley dictada por el estado francés, acordó la adopción de un patrón de diapasón de uso obligatorio en los establecimientos musicales autorizados por el Estado. El diapasón patrón emitía un
la4 que vibraba a 870 Hz (o sea que el
la3 quedaba a 435 Hz. Este fue el primer intento de estandarizar la afinación a tal escala, y fue conocido como el “diapasón normal”. Se volvió un estándar de afinación bastante popular incluso fuera de Francia.
[editar] Afinación “filosófica” (la 430,54)
Sin embargo siguió habiendo variaciones. El
diapasón normal del
la a 435 Hz daba como resultado un
do central afinado a 258,65 Hz. Una afinación alternativa, conocida como “afinación filosófica” o “científica” hacía fijar el
do exactamente a 256 Hz, un número muy cercano al anterior que resultaba de elevar el número entero 2 a la 8a potencia (28 Hz). Este
do normatizado, que daba como resultado un
la 430,54 Hz, obtuvo alguna popularidad debido a su conveniencia matemática, ya que las frecuencias de todos los
do serían una potencia de 2. Pero este estándar nunca recibió el mismo reconocimiento oficial que el
la 435 Hz y su uso no se generalizó.
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