Es curioso como el Arte penetra en nosotros en el momento más inesperado.
Ayer por la tarde decidí escuchar el "Concierto de Toronto" del genial Leo Brouwer, es una de mis obras musicales favoritas.
Antes, estaba viendo en la televisión el canal "Natura", pues bien, me siento en el sofá, pongo la música y me dispongo a apagar la tele y, de repente...¡ocurre!
Empieza a sonar la música de Brouwer, salvaje, llena de energía, de misteriosa magia y en la tele aparecen imágenes de un documental sobre la Isla de Jao, un lugar remoto de increíble belleza.
¡La música parece estar compuesta para ella!
Leopardos, cocodrilos, espesa selva, ríos...la música y las imágenes, dialogan, se mezclan, me inundan y me emocionan.
Todo parece tener sentido: los acentos, la orquestación, la fuerza de la guitarra de John Williams, las armonías....en la televisión un cocodrilo se sumerge en el río, dos guepardos luchan por su territorio, mientras las escalas y arpegios de esta música genial parecen comentar la gran aventura de la Vida, la lucha por la supervivencia, la busqueda constante del Amor.
La semana pasada estuve en el Auditorio de mi ciudad escuchando una muy buena orquesta con un excelente director, estaba incómodo, con gente alrededor, mis piernas encogidas, tuve una sensación claustrofóbica al lado de desconocidos a centímetros de distancia durante dos horas.
Al acabar pensé: "Ha sido un buen concierto"
Sólo un buen concierto.
Nada que ver con lo que sucedió ayer.
Bookmarks