De la noticia que nos acercas, y por la que te doy las gracias, me quedo más o menos así [] con "[...] se ha planteado recibir formación profesional para gestionar los que tiene en sus casas [...]"...
no solo tiene espacio para tenerlos, sino que debe tener muchos...
Así es, amigo Silvestre. La verdad es que cuando sobrepasas en tu casa un determinado número de documentos (libros, DVD, partituras, etc.), una de dos: o tienes una memoria de elefante o cuentas con algún sistema de organización propio para la catalogación y localización de dichos documentos. Yo no tengo más de tres mil libros en mi casa y, como en "casa del herrero cuchillos de palo", me cuesta a veces trabajo encontrar lo que busco, con la consiguiente pérdida de tiempo (el tiempo que 'pierdes' en la organización, después lo ganas en la recuperación). Saludos
Esta semana santa he estado pensando en el sistema que dispuse hace 4 años cuando empecé a guardar recibos, facturas, y ese tipo de papeles que uno nunca sabe cuándo va a necesitar ni para qué, pero que es mejor no perder... por eso estoy sensible con este tema y me maravilla y asusta la que se le puede montar a un sujeto con esa imagen de excéntrico como la de Keith Richards, además en varias casas...Originalmente escrito por josemaldi
Por mi parte, al principio, creo que como con los discos, los libros, las partituras... al principio uno no sabe si juntar a los autores por siglos, porque al empezar caben todos en una carpeta... si juntar los resguardos del banco todos juntos... el caso es que si lo vas dejando se acumula una que te vuelves loco...
Y con los PDF's es aún peor... en el ordenador si que he intentado un excel que me diga lo que tengo... bueno... me defiendo...
Pero... postergo la catalogación de partituras y la "ordenación total" [no, no es el nombre de una campaña del gobierno estadounidense en Oriente Medio] de las facturas y los recibos... quizá dentro de cuatro años decida otra cosa...
Por lo menos he ordenado los discos... que es algo
Nos vemos, Jose...
Ahí es ‘ná’, amigo Silvestre, has conseguido resumir en un solo mensaje los contenidos de un amplio curso de archivística y biblioteconomía (¡qué palabreja! ¿no? Sobre todo esta última). En esto como en muchas otras cosas de la vida conviene separar lo público de lo privado (me parezco a los políticos). Evidentemente, no es lo mismo organizar una biblioteca pública, dirigida a una sociedad en su conjunto, que una biblioteca privada, aunque nuestro excéntrico Keith Richards nos diga que su biblioteca actúa como una pública. Yo supongo que se referirá a que presta sus libros y documentos en general a amigos y conocidos, como a veces hacemos casi todos, y lleva alguna especie de control, que no sé en qué consistirá. Pues esto que aparentemente es tan fácil, no lo es.
En lo de ordenar facturas, recibos… no entro, porque entre otras cosas yo tengo el mismo problema que tú y, además, afecta a un terreno que no es el mío: los archivos administrativos. Lo que si sé que transcurrido cinco años (al menos en lo administrativo, según la legislación) lo que no sirve, puedes tirarlo tranquilamente, y lo demás pasarlo a lo que se llama el archivo histórico (insisto, hablo de la administración, claro, aunque en nuestra casa también tengamos nuestra historia). ¿Cómo seleccionamos esto? Bueno… hay unas normas en archivística (de un libro de registro, por ejemplo, no debes desprenderte nunca: es la historia de una unidad o institución administrativa). Los archivos notariales, eclesiásticos… son otro mundo también.
En cuanto a los documentos propios de una biblioteca (discos, libros, partituras…) hay que distinguir entre la propia ordenación física del documento en las estanterías y su proceso técnico (catalogación y clasificación con un software adecuado). Respecto a lo primero, no se te ocurra en tu casa ordenar en las estanterías los libros por materias, pues necesitarías no dos casas sino varias como Keith Richards, pues en cada materia tienes que dejar espacio libre para los nuevos títulos de esa materia que vayan llegando y, si no, tienes que mover los libros de vez en cuando (¡menudo trabajito!). En estos casos se aplica el número currens (otra palabreja) que es un simple orden de una serie numérica, que hace la función de signatura topográfica (otra palabreja ¡menuda leña nos está dando este tío!) reflejados en el tejuelo (etiqueta colocada en el lomo del libro) y en el registro bibliográfico del software elegido. Y llegados a este punto, entramos en el otro aspecto citado: el proceso técnico. La elección del software no es tampoco nada fácil, pero lo que hay que evitar a toda costa es transcribir en una base de datos todos los campos necesarios para la descripción de un documento (autor, título, editorial, año, materia…), aunque esto a veces en casos puntuales sea inevitable, y aprovechar el trabajo que otros han hecho y de este modo importar los registros a nuestra base de datos. En este sentido, en biblioteca se habla del protocolo Z39.50, formato MARC21, etc., etc., que debe ser compatible con nuestro software. Existen los llamados gestores de referencias (ProCite, EndNote y sobre todo Refworks) que pueden cumplir suficientemente, en nuestro caso de biblioteca privada, la función de un catálogo o base de datos de una biblioteca.
Bueno… he intentado sintetizar y aclarar en lo posible todo lo que se ha planteado, pero no he podido evitar algunos tecnicismos. Perdonad si me he pasado.
En cualquier caso, en el ámbito de lo privado (o en lo público también) debemos tener claro nuestros objetivos y limitaciones (no todo el mundo tiene varias casas como Keith Richards).
Saludos.
Hola, Jose,
Conocía la palabra... tengo una amiga "bibliotecónoma"... ¿o es "biblioteconomista"?...
[el énfasis es mío]
Es por esa diferencia por lo que podemos los desordenados convivir con nuestro propio concepto del orden... encuentras las cosas, más o menos, si sólo tú participas en la generación del desorden...
Pero esta condición es muy difícil de cumplir...
Por otra parte, ¡qué osado el Keith Richards!... sé lo que me digo... soy demasiado precipitado ofreciendo mis cosas en préstamo... y sin tener un buen sistema, y amigos muy amigos de lo ajeno ("me junto con toda clase de delincuentes..."[*], que diría Kiko Veneno)
Uf... cuando me echaron del trabajo [despido improcedente con sentencia firme a mi favor] me dediqué a pasar los documentos que gestionaba al archivo municipal de mi pueblo... toda la parte de mi trabajo que merecía la pena según la archivera... un horror...
En parte esa experiencia en sí, unida a la del proceso de despido y jucio laboral (y a otras cosillas menores a lo largo de mi corta vida: mi guitarra y yo tenemos problemas en los aviones, por ejemplo), han hecho de mí un ser precavido con esos asquerosos papeles: vidas laborales, comunicados de inspecciones de trabajo, cartas de la oficina del paro, sentencias...
A veces hasta me cuesta tirar los billetes de metro... los manoseo, hago barquichuelos, los acumulo en un bolsillo unos días... demasiado lastre de audiovisuales de temática policiaca...
Pero disfrutaría tanto prendiéndoles fuego [a los gordos, a los que guardo]...
Ajjj...
O lo que podría ser lo mismo: una vez que ya nadie puede reclamarte el pollo que te acabas de comer, puedes tirar la caja... más o menos... a veces hasta te reclaman el pollo... la gente, y la administración más, está muy loca...
[*] "...a veces comen en frio y otras en caliente"
Amigo Silvestre, se te ha olvidado una muy difundida... la de "bibliotecomanía"Hola, Jose,
Conocía la palabra... tengo una amiga "bibliotecónoma"... ¿o es "biblioteconomista"?...
No tan difícil... ahí tenemos a Beethoven (el orden dentro del caos). Es incomprensible como un hombre tan desordenado fuera capaz de conseguir un orden tan absoluto en su música.
Es por esa diferencia por lo que podemos los desordenados convivir con nuestro propio concepto del orden... encuentras las cosas, más o menos, si sólo tú participas en la generación del desorden...
Pero esta condición es muy difícil de cumplir...
Totalmente de acuerdo contigo
Por otra parte, ¡qué osado el Keith Richards!... sé lo que me digo... soy demasiado precipitado ofreciendo mis cosas en préstamo... y sin tener un buen sistema, y amigos muy amigos de lo ajeno ("me junto con toda clase de delincuentes..."[*], que diría Kiko Veneno)
Sí, es verdad... ¿aquel programa en el que un chico vasco muy mañoso se dedicaba a taladrar maderas con topecitos puestos en las brocas para no taladrar de lado a lado las baldas de sus librerías?, ¿no?... ¡qué profesional!
quizá a Beethoven nadie le metía mano en sus desórdenes... sabría perfectamente dónde perdió qué, o cuando lo vió por última vez... suelo reconocer la composición de mis montoncitos... "superposición de estratos" lo llaman en geología...
Esa puede ser una interpretación, amigo Silvestre, otra puede ser la literal, es decir, la manía por las bibliotecas o locos por los libros o ratón de biblioteca, que también los hay...
Parece ser que sí, pues vivía muy solo.
Un saludo, Silvestre
Queridos amigos del foro… una pregunta para el debate, la reflexión y la polémica: ¿qué os parece los nuevos lectores de libros electrónicos aplicados a los textos musicales o música impresa en general?
En mi corta experiencia con estos “nuevos” artilugios observo ventajas e inconvenientes. Entre las ventajas es evidente constatar el ahorro de espacio físico que necesita el papel, la organización en carpetas de los documentos, la inmediatez en su acceso y la facilidad de transportar a cualquier sitio tu biblioteca personal. Pero veo también inconvenientes, al menos por el momento, y hasta que no se perfeccionen aún más.
En música como en matemáticas (acudo a estas dos materias porque ambas utilizan una simbología específica) tiene un gran inconveniente: cuando aumentas de tamaño el contenido de un pdf para verlo mejor… o bien no te permite aumentarlo, o bien, cuando lo aumentas, se distorsiona el texto y se superponen los signos. Este problema no existe cuando es un texto puramente literario.
Yo siempre, cuando he estado leyendo una partitura y he necesitado pasar una página sin interrumpir la interpretación me he visto con grandes dificultades. Si estos dispositivos fueran de mayor tamaño (A4 por ejemplo), que no necesitaran aumentar el texto, la solución a este problema estaría medio resuelta (no es lo mismo pasar una página que pulsar una tecla). No obstante, en otras disciplinas como la literatura las ventajas son palmarias.
Úlima edición por josemaldi fecha: 09-05-2010 a las 01:41 PM
Queridos amigos, a título de curiosidad, hoy, en el foro de Iwetel para bibliotecarios, la Biblioteca de la Universidad de Navarra ha publicado en su blog de lectura una serie de canciones cuyos temas se relacionan con el mundo de los libros, las bibliotecas y bibliotecarios.
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