Hola todos:
A mí también me estuvo pasando eso que contáis en dos guitarras que además son instrumentos de gran calidad, una clásica de D. Antonio Ariza y una flamenca de D. Francisco Montero. En la primera de ellas, la 5ª cuerda me la encontraba rota de vez en cuando al abrir el estuche. En la flamenca, con puente de 12 agujeros, ocurría lo mismo, pero siempre era la 4ª. Desde hace años, en esas guitarras siempre he usado cuerdas de calidad, pero lo más curioso es que nunca se rompían mientras estaba tocando.
Como otros compañeros me habían referido roturas similares, decidí consultar con mi maestro, el luthier Alejandro González de Mataró y me comentó que a él también le había ocurrido en más de una ocasión con una de sus guitarras nuevas y por ello decidimos estudiarlo con atención. Primero pensamos en un defecto de las propias cuerdas, creyendo que la cuerda rompía por fatiga en el apoyo de la lazada en el cordal, antes de apoyar en la selleta, pero no lo pudimos confirmar con ninguna de las pruebas que realizamos, por lo que la primera conclusión que sacamos fue que las cuerdas no eran las culpables. Así pues, el motivo de dichas roturas debía estar en las guitarras y concretamente en la estructura y los acabados del puente. Por ello buscamos en el puente cuáles podían ser los puntos críticos de contacto con la cuerda capaces de provocar la rotura de ésta.
El primero de esos puntos críticos lo encontramos en la configuración del reborde de la selleta de la guitarra flamenca y el segundo en un punto de apoyo muy concreto en la salida de la cuerda del orificio del cordal de las otras dos guitarras, es decir, precisamente en donde se sitúan los dos ángulos de quiebre que tiene el puente, cosa que pudimos confirmar en la guitarra clásica de Ariza y en una de las guitarras de Alejandro que también había sufrido roturas espontáneas de la 5ª cuerda.
En el caso localizado en la selleta el problema estaba en los pequeños pero numerosos desplazamientos de la cuerda sobre el dorso de la selleta al no apoyar en ella de manera puntual, lo que poco a poco dañaba la integridad del entorchado en el punto de roce de la cuerda, debilitándola de manera progresiva; y una vez en reposo en el estuche, cualquier cambio de temperatura o humedad ambiente podía dañar una cuerda ya debilitada por el roce puntual provocando su rotura espontánea. La solución fue sencilla, pues bastó apuntar un poco el reborde de la selleta con una lima de uñas por ambos lados en la zona de apoyo de la 4ª cuerda para que la rotura no volviera a darse más.
En las guitarras con roturas de la 5ª, pudimos comprobar que, en ambos casos, el orificio del cordal no guardaba paralelismo con la tapa, al haber quedado con una ligera inclinación hacia el lado de la selleta, quedando un reborde muy agudo en la parte superior del orificio de salida de la cuerda, lo que sumado a la fuerza de elevación de la cuerda que supone tracción de la lazada, convierte ese reborde en una guillotina que, poco a poco pero de manera progresiva, acaba por dañar la cuerda en ese punto. La solución en este caso es más sencilla y basta para ello con matar un poco el canto vivo del orificio del cordal, es decir, achaflanarlo un poco para que la cuerda no sufra más en ese punto.
Ahora bien, ¿Cómo saber cuál es el punto crítico de rotura en cada caso?..., pues muy sencillo: Si al encontrar la cuerda rota vemos que la lazada ha quedado íntegra, la rotura es por culpa de la selleta. Si la lazada ha quedado abierta, el culpable es el canto vivo del orificio del cordal.
Saludos