Oscar López dijo:
Estimados amigos,
en nombre de Paco Herrera, y tras las interesantes aportaciones vertidas en este hilo sobre la "pequeña historia de la guitarra", he añadido el siguiente texto a modo de NOTA bajo el artículo:
«Los albores de obras para guitarra de 6 órdenes (cuerdas dobles), aparecen en el libro de Juan Antonio Vargas y Guzmán: "Explicación de la Guitarra de Rasgueado, / Punteado..."(Cádiz, 1773)
A vargas y Guzmán, seguirán otras publicaciones en Madrid el año 1799: "Principios para tocar la guitarra de 6 órdenes" de Federico Moretti, "Escuela para tocar con perfección la guitarra de 5 y de 6 órdenes" por Antonio Abreu y Victor Prieto, "Arte de tocar la guitarra española por Música" de Fernando Ferandiere.»
Amigo Óscar,
Muy acertada esa nota. Sin embargo, para evitar que quien la lea sin estar demasiado familiarizado con la época pueda quedar confundido con la idea de que esos veintiséis años (los que median entre el primer manuscrito de Vargas y Guzmán 1773 y los impresos para instrumento de seis órdenes) pasaron como si nada, puede que fuera bueno hacer algún comentario.
Conviene diferenciar entre las fuentes que han llegado hasta nosotros y las que estuvieron realmente en las manos de los guitarristas del periodo. (También convendría tener en mente que algunas de las que han sobrevivido pero no han sido datadas, pueden estar dentro o no de la etapa que se estudia.) Por lo que se refiere a España, en ese último cuarto de siglo el instrumento (con cinco o seis órdenes) siguió siendo objeto de los compositores y se escribieron piezas para guitarra o con guitarra, resultando nuestro mejor testigo el principal canal que sirvió para su comercialización: la prensa escrita.
Lamentablemente son pocas por ahora las noticias que podemos reunir (generalmente en forma de anuncio de venta de música por parte de almacenes o librerías) y las que conocemos vienen de los esfuerzos aislados que hemos realizado los interesados por el periodo. Junto al mismísimo Barbieri, que recopiló o anotó todo aquello a lo que tuvo acceso en este sentido, ha de citarse a Baltasar Saldoni, cuyo diccionario ha sido ya mencionado en este foro. Hay luego una serie de trabajos parciales que recogen información; se me ocurren ahora un par de ellos: un artículo de Jaime Moll, titulado
Una bibliografía musical periódica de fines del siglo XVIII, que se publicó en el
Anuario Musical de 1969; y, mucho más recientemente, el anexo que el investigador Josep María Mangado, desde hace unas semanas miembro de nuestro foro, dedica en las páginas 266-289 de su libro
La guitarra en Cataluña.
La lectura y el estudio de los datos aportados por todas estas investigaciones parciales en la prensa española de ese periodo, especialmente en el
Diario de Madrid, la
Gazeta de Madrid y la
Gazeta de Barcelona, permite afirmar lo que arriba apunté, que
durante el último cuarto del siglo XVIII la actividad guitarrística no sólo no se interrumpió sino que existió, fue relativamente variada, y lo suficientemente importante para generar un interés económico por parte de editores o almacenistas musicales. En un reciente artículo, cuya referencia incluyo al pie de este post, refiriéndose al
Diario de Madrid el doctor Suárez-Pajares, ha expresado esto en los siguientes términos:
«El Diario de Madrid de aquellos años [los del punto de inflexión de los siglos XVIII y XIX] informa con nitidez hasta qué punto la guitarra se puso de moda y se convirtió en un negocio que movía una porción notable, y en su aspecto bastante moderna, de la economía musical capitalina: se anunciaban constantemente partituras, profesores, métodos e instrumentos como ejemplo de una actividad tan saludable como boyante.»
Cabe preguntarse entonces por qué nos ha llegado tan poca música para guitarra si la actividad era tan boyante. La pregunta no es fácil de responder en profundidad, pero resulta bastante sencillo apuntar algunos factores que ayudan a iluminar el asunto.
En primer lugar, la edición de esas músicas por parte de libreros, almacenistas o editores, no se producía de la forma y en el sentido que estamos ahora acostumbrados a entender. Se trataba de una "edición manuscrita" (término éste de lo más gráfico y que yo creo haber visto reflejado por primera vez en un escrito del musicólogo Pepe Rey [Juan José Rey Marcos]). Edición manuscrita y, muchas veces "a la carta". En Madrid, por ejemplo, la no existencia de una verdadera imprenta musical —hubo un intento fallido en 1801 y luego nada hasta los últimos años de la segunda década del siglo— así como la incertidumbre por parte de compositores y editores en cuanto a cómo se acogerían sus obras, generó mucha música en manuscrito pero con lo que podríamos llamar una "tirada" irregular.
Para que nos hagamos una idea, el
aficionado podría buscar, elegir y adquirir aquella música que le interesase entre las que el almacén o librería tuviera "hechas" (hoy diríamos "en stock"), pero también podría encargar que le preparasen un ejemplar de cualquier otra obra; en ese caso el almacén generaba una copia "ex profeso" para el cliente, proceso en el que intervenía la figura del "copiante".
Esta forma de no arriesgar capital imprimiendo, sino de editar mediante pedido ("on demand") ha sido, a mi modo de ver, la principal causa de que la inmensa mayoría de esos manuscritos hayan terminado siendo utilizados para encender un brasero o envolver cualquier cosa y de que no hayan llegado a nosotros, salvo por error o porque alguno de sus diferentes propietarios tuviera el detalle de encuadernar varios de ellos, dándoles así la apariencia de un volumen o libro.
Con toda seguridad, en muchas bibliotecas españolas, tanto públicas como privadas, se guardan aún manuscritos con música para guitarra del periodo. Es de esperar que en nuestro siglo XXI cualquier manuscrito guitarrístico que surja va a ser tratado con el interés que se merece y puesto en manos, primero, de quien pueda conservarlo y, después, de quien sepa estudiarlo y darlo a conocer.
Lo que también espero que podamos hacer muy pronto es aumentar nuestras noticias sobre música para guitarra en la prensa española del XIX porque en el artículo a que antes me referí, Javier Suarez-Pajares menciona un trabajo, de muy próxima publicación por la editorial Reichenberger, que ha vaciado los contenidos musicales de cinco décadas del
Diario de Madrid. Su autora es Yolanda Acker y su título: «50 años de música y danza en el
Diario de Madrid».
Trabajos mencionados:
SALDONI, Baltasar: Diccionario biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos españoles, Madrid, Antonio Pérez Dubrull, 1868, 1880 y 1881. 4 vols. (Ed. facs. preparada por Jacinto Torres. Madrid, I.N.A.E.M., 1986.)
MOLL, Jaime: «Una bibliografía musical periódica de fines del siglo XVIII», en Anuario Musical, nº 24 (1969).
SUÁREZ-PAJARES, Javier: «El “Cuaderno manuscrito de obras en cifra para guitarra” 3/209 de la Biblioteca del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid: una nueva fuente de la primera música para guitarra de seis órdenes». En Música [Revista del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid], núms. 10 y 11 (2003 y 2004), pp. 211-257.
Un cordial saludo,
Luis Briso de Montiano