Queridos amigos de nuestra Madre Patria:
En este renovado aniversario de su natalicio, hoy 26 de enero, deseo compartir con ustedes una nota inspirada en la memoria de quien gusto nombrar como “Decana de los Guitarristas Argentinos”.
Cordiales y afectuosos saludos desde Buenos Aires.
Sergio Moldavsky
Maria Luisa Anido hoy
Vigencia de una gran artista
Las realizaciones de los artistas han de ser necesariamente evaluadas en el contexto histórico del momento en que a ellos les tocó actuar. De idéntica manera, la proyección de su obra será determinante en cuanto al grado de vigencia que la misma podría seguir teniendo en épocas actuales.
María Luisa Anido transitó los días de su temprana infancia en el seno de una familia desahogada en lo referente a medios y posibilidades que podían brindársele a la niña para tener acceso a una óptima calidad educativa, especialmente en lo que atañe a su formación musical. Don Juan Carlos Anido no escatimó esfuerzos ni recursos a tal fin. Acabada prueba de ello es el hecho de haber traído nada menos que a Miguel Llobet a la Argentina para afianzar, con lo mejor que podía disponerse en aquellos tiempos, el ya entonces significativo dominio instrumental evidenciado por la pequeña, guiada previamente por su propio padre como así también por Domingo Prat.
Es indudable que la positiva influencia paterna actuó como hecho determinante en la elección de la guitarra, ya no sólo como medio de vida, sino más bien como objeto vital en la existencia de María Luisa Anido. En ese sentido, es destacable el desprejuiciado actuar de Juan Carlos, cuyo constante estímulo hacia la figura de su hija como guitarrista contrastaba notablemente con un medio social que consideraba a la guitarra como instrumento no solamente poco adecuado para una dama, sino más aún, casi propio de "vagos y mal entretenidos", de acuerdo a la algo grosera versión con que eran estigmatizadas las costumbres propias del gauchaje. Entonces, el camino a transitar por la joven concertista parecía estar signado por el límite que ya se imponía de por sí a su condición de mujer. Las dificultades propias de una época plagada de preconceptos hacia la circunstancia femenina, tanto como a una mujer guitarrista, deferían notablemente con el pasar acomodado de sus primeros años de vida. Si consideramos entonces que María Luisa Anido llegó a ser calificada en el mundo como "Gran Dama de la Guitarra" y también como "La Segovia Femenina", concluiremos que lo actuado por ella tuvo un alto grado de superación en cuanto a lo que de una intérprete guitarrista podía en aquel tiempo esperarse. De la misma manera, su posterior apego como compositora al nacionalismo musical argentino evidencia otra superación, en este caso relacionada con la recuperación de la cultura folclórica en la creación académica, cultura antes descalificada por el propio medio del cual ella provenía.
El escenario actual difiere considerablemente comparado con el de aquellos días. La antigua desconsideración hacia la guitarra como instrumento de valor artístico ya no es tal y esto es debido, en gran medida, a la revalorización lograda por la tesonera actuación de la figura que me ocupa. Asimismo, su encuadre dentro de la primera corriente de compositores guitarristas con impronta nacional (al igual que Jorge Gómez Crespo, Abel Fleury y Adolfo Luna, entre otros) reafirma, incluso en la actualidad, la vigencia de la característica local en universo con sello globalizado, el cual se revela como positiva mejora en la posibilidad de mantenernos céleremente comunicados, habiendo derribado la rígida y anacrónica frontera de la pretensión autárquica, pero que también devino -en contraparte- en propensión al apego a lo trivial y a la masiva difusión de la cultura pueril y chabacana de puro entretenimiento, en contraposición al concepto de la Viena finisecular que creía en la existencia del arte como vehículo catalizador del pensamiento.
En consecuencia, hoy "todo se parece" y al hombre lo ha singularizado, en todas las etapas de su desarrollo, alguna necesidad de diferenciarse de su semejante.
El manifiesto interés evidenciado en los últimos años por el conocimiento de la música argentina, en correlación con intrínsecos valores culturales, nos habla de un significado referido a la necesidad de distinción artística en un mundo inserto en la coyuntura recientemente descripta. Ya no se trata de objeto imbuido de matiz ideológico, a menos que por esto último se considere justamente al menester de singularidad, si se quiere, desde la cita folclórica o por la nota ornamental.
En días actuales se reconoce al compositor guitarrista de nuestro continente como portador del legado de la tradición cultural de América Latina, la cual está suscripta en cosmopolita percepción: antiguas y primarias raíces indígenas, la marca que dejara nuestra gran tradición hispánica y, finalmente, la de la multifacética y pujante inmigración preponderantemente europea, acaecida masivamente hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Esta escena fue entrevista y también diseñada, entre otros, por María Luisa Anido, cuya inobjetable honestidad parece estar hoy más vigente que nunca.