VELILLA Y RODRÍGUEZ, José de. Meditaciones y recuerdos. Poesías, Sevilla, Imprenta de R. Baldaraque, 1875, pp. 38-40:
LA GUITARRA DEL CIEGO
En una esquina apoyado,
Aunque el pesar le desgarra,
Templa su pobre guitarra
El ciego desventurado.
Después de luchas prolijas,
Le arranca infernales notas,
Que las cuerdas están rotas
Y le faltan las clavijas.
Distintas músicas son
Las del mísero instrumento,
Y siempre es el mismo acento,
Siempre es igual la canción.
Que la guitarra, en su afán,
Con música aterradora,
Cuando canta es porque llora,
Y dice llorando: pan.
Vistiendo oscuros crespones
Llega la noche sombría,
No tan negra ni tan fría
Como están los corazones.
Se extingue todo ruido:
Solo en la calle ha quedado,
Y a su guitarra abrazado
Se queda el ciego dormido.
Si alguno, en su turbación,
Caminando con torpeza,
En la guitarra tropieza,
Se escucha su vibración:
Que, a los que vienen y van,
La guitarra, al ser herida,
Grita, con voz dolorida,
Rompiendo el silencio: pan.
LA GUITARRA DEL CIEGO
En una esquina apoyado,
Aunque el pesar le desgarra,
Templa su pobre guitarra
El ciego desventurado.
Después de luchas prolijas,
Le arranca infernales notas,
Que las cuerdas están rotas
Y le faltan las clavijas.
Distintas músicas son
Las del mísero instrumento,
Y siempre es el mismo acento,
Siempre es igual la canción.
Que la guitarra, en su afán,
Con música aterradora,
Cuando canta es porque llora,
Y dice llorando: pan.
Vistiendo oscuros crespones
Llega la noche sombría,
No tan negra ni tan fría
Como están los corazones.
Se extingue todo ruido:
Solo en la calle ha quedado,
Y a su guitarra abrazado
Se queda el ciego dormido.
Si alguno, en su turbación,
Caminando con torpeza,
En la guitarra tropieza,
Se escucha su vibración:
Que, a los que vienen y van,
La guitarra, al ser herida,
Grita, con voz dolorida,
Rompiendo el silencio: pan.