Restaurador
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Hola todos:
El pasado domingo me trajeron a casa una guitarra "chusca" (guitarra xusca, en el argot guitarrero antiguo valenciano, igual a "gato por liebre").
Su dueño, un buen amigo profesor de contrabajo en un Conservatorio catalán, me contó que se trataba de su primera guitarra (regalo de su padre) y que hace aproximadamente unos 20 años, cuando la adquirieron siguiendo los consejos del "experto" de turno, creían haber hecho una gran compra, ya que se trataba de una buena "guitarra de luthier" a juzgar por la apariencia, la etiqueta, el precio y la opinión del "experto".
Según contó mi amigo, la guitarra nunca sonó ni mucho ni poco, por lo que en su casa la fueron dejando de lado y sólo la usaban para juergas y jolgorios, en uno de los cuales sufrió un fuerte golpe en el ángulo inferior derecho de la tapa con el resultado de dos roturas, una siguiendo la dirección de las fibras hasta la zona de la cintura y otra que levantó una gran escama en arco por debajo del ala derecha del puente. A la inspección interna del instrumento se observa que ambas roturas llegan al interior y están situadas en zonas no protegidas por el varetaje.
No sé, ni quiero saber quién hizo el intento de reparación fallida que presenta pero aquello, en el argot taurino, ya debió ser la "puntilla" ya que, según dice su dueño, además de no lograr reparar las roturas, la guitarra dejó de sonar del todo, cosa que pude comprobar yo mismo ya que el instrumento aún venía encordado. Lo dicho, una caja de gaseosas con cuerdas.
El caso es que mi amigo me preguntó si podía arreglar el desaguisado y tras inspeccionar el instrumento detenidamente por fuera y por dentro le dije que, tratándose de una guitarra con la caja de maderas laminadas y numerosos defectos internos de construcción, era mejor adquirir una nueva y olvidarse de ésta.
Más tarde, mientras tomábamos unos cristalitos le enseñé mi última restauración y entonces me "retó" a repararla y mejorarla, si ello era posible. Y lo malo es que me piqué y acepté el reto; eso sí, le pedí libertad absoluta para hacer lo que yo quisiera y no sé muy bien por qué, pero él aceptó (posiblemente por tratarse de un recuerdo de su padre...) Y en ello estamos.
Yo sé muy bien que no es posible hacer de un burro un caballo de carreras, pero creo que con la idea que tengo ahora de la compleja problemática de este instrumento sí que puedo convertir este burro, al menos, en un buen caballo de paseo; así pues, desde el pasado martes me he puesto a trabajar en ello.
No sé el tiempo que tardaré en hacerlo, pues dentro de unos días vuelvo a Canarias hasta mitad de Julio, pero prometo ir informando a los foreros de todo el proceso paso a paso, ya que se trata de un caso interesante y a la vez de un reto casi temerario.
Saludos.
El pasado domingo me trajeron a casa una guitarra "chusca" (guitarra xusca, en el argot guitarrero antiguo valenciano, igual a "gato por liebre").
Su dueño, un buen amigo profesor de contrabajo en un Conservatorio catalán, me contó que se trataba de su primera guitarra (regalo de su padre) y que hace aproximadamente unos 20 años, cuando la adquirieron siguiendo los consejos del "experto" de turno, creían haber hecho una gran compra, ya que se trataba de una buena "guitarra de luthier" a juzgar por la apariencia, la etiqueta, el precio y la opinión del "experto".
Según contó mi amigo, la guitarra nunca sonó ni mucho ni poco, por lo que en su casa la fueron dejando de lado y sólo la usaban para juergas y jolgorios, en uno de los cuales sufrió un fuerte golpe en el ángulo inferior derecho de la tapa con el resultado de dos roturas, una siguiendo la dirección de las fibras hasta la zona de la cintura y otra que levantó una gran escama en arco por debajo del ala derecha del puente. A la inspección interna del instrumento se observa que ambas roturas llegan al interior y están situadas en zonas no protegidas por el varetaje.
No sé, ni quiero saber quién hizo el intento de reparación fallida que presenta pero aquello, en el argot taurino, ya debió ser la "puntilla" ya que, según dice su dueño, además de no lograr reparar las roturas, la guitarra dejó de sonar del todo, cosa que pude comprobar yo mismo ya que el instrumento aún venía encordado. Lo dicho, una caja de gaseosas con cuerdas.
El caso es que mi amigo me preguntó si podía arreglar el desaguisado y tras inspeccionar el instrumento detenidamente por fuera y por dentro le dije que, tratándose de una guitarra con la caja de maderas laminadas y numerosos defectos internos de construcción, era mejor adquirir una nueva y olvidarse de ésta.
Más tarde, mientras tomábamos unos cristalitos le enseñé mi última restauración y entonces me "retó" a repararla y mejorarla, si ello era posible. Y lo malo es que me piqué y acepté el reto; eso sí, le pedí libertad absoluta para hacer lo que yo quisiera y no sé muy bien por qué, pero él aceptó (posiblemente por tratarse de un recuerdo de su padre...) Y en ello estamos.
Yo sé muy bien que no es posible hacer de un burro un caballo de carreras, pero creo que con la idea que tengo ahora de la compleja problemática de este instrumento sí que puedo convertir este burro, al menos, en un buen caballo de paseo; así pues, desde el pasado martes me he puesto a trabajar en ello.
No sé el tiempo que tardaré en hacerlo, pues dentro de unos días vuelvo a Canarias hasta mitad de Julio, pero prometo ir informando a los foreros de todo el proceso paso a paso, ya que se trata de un caso interesante y a la vez de un reto casi temerario.
Saludos.
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