Con mucho gusto voy a ampliarlo.
La lógica evolutiva en la construcción de las rosetas nos hace partir de la configuración más sencilla, que es un círculo ornamental externo y limitante al reborde de la boca de la guitarra, en una madera distinta a la tapa y de un color que dé contraste a la misma. A partir de ahí, las rosetas se agrandaron poco a poco, sumando círculos en expansión, unas veces separados por otros círculos de madera de la misma tapa y otras veces agrupados, formando cenefas con contrastes entre maderas claras y oscuras, pero de disposición siempre concéntrica.
El hecho de que, al agrandarse el diámetro de dichos circulos, se desprendieran con facilidad los fragmentos más cortos de la trama de la tapa, con difícil solución en su reposición, hacía que se tuviera que eliminar todo el relieve de los círculos dañados y se rellenara el hueco resultante con los primeros dibujos embellecedores, que al principio eran muy simples, pues se basaban sólo en tiritas oblicuas cortadas en el mismo sentido y posicionadas siguiendo un orden y alternando el color o bien por pequeños cuadraditos en taco colocados de manera alterna, unos a continuación de otros. Precisamente la roseta de esta guitarra es un ejemplo clarísimo de lo que estoy diciendo.
Más tarde, las tiritas a que antes me refería se cortaban ya en doble sentido y se colocaban en círculos vecinos pero orientadas en dirección distinta, pudiendo formarse así dibujos "en espiguilla" o "en pequeños cuadrados y rombos", ya fueran éstos de tipo sencillo o más complicado (por ejemplo, espiguillas formadas por dibujos en "V" enfrentadas por su apertura o por sus vértices); y así, poco a poco fue aumentando la dificultad de las rosetas, formando dibujos lineales más complicados mediante la combinación de rectas (dibujos aqueos) o por la incorporación de elementos curvos, lo que ya permitía formar figuras y poder copiar así motivos ornamentales derivados de la naturaleza (hojas, flores, guirnaldas, etc.), para lo que se empleaban varias clases de maderas, aprovechando sus diferentes colores naturales.
En toda esta evolución las primeras fases necesariamente tuvieron que ser muy lentas y son ésas precisamente las que tuvieron lugar en la época que nos interesa en relación a este instrumento concreto. Con posterioridad las cosas fueron ya más rápidas y se vieron favorecidas con las mejoras en la pequeña maquinaria propiciadas por el desarrollo de la época industrial. También ayudó al embellecimiento de las rosetas la posibilidad de teñir de colores un mismo tipo de madera.
Pero toda esta labor de taracea efectuada directamente sobre la propia tapa (labor que aún seguimos haciendo en ocasiones algunos artesanos), suponía un trabajo largo y meticuloso que consumía una excesiva cantidad de tiempo, lo que condujo más tarde a la confección de "rosetas" en bloque, mediante el pegado de numerosos junquillos de colores alrededor de un cilindro, formando dibujos, para después poderlos cortar de través y disponer de un número determinado de rosetas con el mismo formato y tamaño.
Hoy ya es la propia industria la que nos facilita rosetas prefabricadas de buena calidad, algunas de ellas a buenos precios, con diseños de diferentes estilos y adaptadas a diversos diámetros de boca.
A mí, sin embargo, como este trabajo lo hago por placer y satisfacción íntima, me gusta seguir haciéndolas a mano.
Saludos.