El tarantismo y la guitarra

Cajoge

Socio de la AGA
Hola a todos,

Conocido desde el siglo XV, el tarantismo surge en la ciudad de Taranto, localidad situada en la región italiana de Abulia o Pulla(1). En 1778, un artículo publicado en el Diario de Madrid dejaba constancia de la preocupación de la población española por las mordeduras de las tarántulas. El autor de este escrito relataba lo que le había sucedido al “Dr. D. Miguel Bea de Navarra, médico de esta Corte y de la Real Fábrica de la China”:

Se le presentó en las habitaciones bajas uno de aquellos operarios con cierto animalillo, que al estar tocando la guitarra diferentes tocatas, se le fue subiendo por el vestido aceleradamente, pero con cierto movimiento mesurado. […] Tocáronse varias tarantelas; y desde luego se notó pasearse, y como suspenderse al principio; y tomar luego un movimiento rápido y acompasado […]. Para aquietar los ánimos de algunas personas sobradamente crédulas, diremos que este insecto es poco común, en todas partes; y en Madrid siempre se ha tenido por rarísimo. […] Desearíamos desterrar todo temor en esta parte y especialmente persuadir a las Señoritas aficionadas a la música que sigan ejercitando su habilidad al clave o guitarra con todo sosiego, sin recelar que a ésta o a otra sonata se aparezca alguno de estos animalejos, de que tanto se habla en el día(2).
Para muchos médicos del periodo, el tratamiento adecuado para curar los síntomas de una eventual mordedura pasaba por la utilización de la música de la tarantela. Vicente de Aguilera, cirujano titular de la Villa de Manzanares, explicaba este método de curación en una publicación de finales del siglo XVIII:

Cuando se hallan postrados los pacientes en la cama, poseídos del sopor y total inacción, se les principia a tocar el referido tono, y se observa, en unos más pronto que en otros, que empiezan a mover dedo, mano, pie, rodilla, o cabeza; seguidamente va comunicándose aquel movimiento de convulsión por las extremidades, abren los ojos, se empiezan a desarropar, se sientan en la cama, y últimamente se arrojan de ella, dirigiéndose al eco de la guitarra con la vista fija al tocador, bailando sin perder un punto el compás, y avivándole o retardándole según lo ejecuta el tocador […]. Para que con más prontitud curen, se sigue tocándoles hasta que a beneficio de dicha medicina y su efecto se empiezan a despejar, toman algún alimento con sosiego, y los mismos pacientes supliquen les toquen la tarantela para recobrarse con mas brevedad; de este modo aquel que no se restablece a los cinco o seis días, muere sin remedio(3).

(1) SCHWANDT, Erich. “Tarantela”. En: The New Grove Dictionary of Music and Musicians, vol. 18, Stanley Sadie (ed.), Londres, Mac Millan, 1980, p. 575.

(2) Diario de Madrid, 8 de Agosto de 1787, nº 404, p. 159.

(3) AGUILERA, Vicente. "Descripción de la tarántula, y picadura y efectos que causa…". En: Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid…, Tomo 12, Madrid, Imprenta Real, 1787, p. 575.



Seguiré próximamente en otro mensaje...
 
Para muchos médicos del periodo, el tratamiento adecuado para curar los síntomas de una eventual mordedura pasaba por la utilización de la música de la tarantela.


Este tipo de tratamiento era una práctica bastante habitual en el siglo XVIII. La obra del doctor Francisco Xavier Cid (médico titular del Arzobispado de Toledo y del cabildo de su catedral) titulada el Tarantismo observado en España, en que se prueba el de la Pulla…, contiene 35 historias de tarantulados. En una de ellas, Cid cuenta que gracias a varios habitantes del pueblo de Almodóvar del Campo (Castilla-La Mancha), que eran aficionados a tocar la guitarra, fue posible salvar a un paciente atarantado:

Fue fortuna estar este pueblo provisto de aficionados a tocar la guitarra, y todo fue menester, pues entre todos ellos sufrieron el cansancio de estar casi de continuo tocando ocho días que duró el bailar al mordido de la tarántula; con cuyo violento sudar saltaba copiosamente, que no haber sido por los caldos y biscochos que de tiempos en tiempos le socorrían, hubiera perecido bailando y sudando(1).

Según Xavier Cid, el fallecimiento de varias personas debido a las mordeduras de las tarántulas provocó el aumento del número de intérpretes de tarantelas en Castilla-La Mancha:

En esta provincia han muerto algunos por no haber quien les tañese, y otros porque se llegó tarde. Hoy se ha extendido mucho su uso, y apenas habrá pueblo en ella donde no se hallen algunos que la sepan tañer sea en guitarra ó violín(2).


Para este doctor, aunque la guitarra y el violín eran los instrumentos más habituales en estos tratamientos, se podrían obtener los mismos resultados con la zampoña o flauta pastoril, la zambomba y el rabel. No obstante, señala que otros instrumentos con un sonido más “agudo y penetrante”, como las chirimías, las dulzainas, el clarín y el clarinete, serían más efectivos(3).


Documento adjunto: Tarantelas para guitarra(4)

Tarantismo01.jpg


Tarantismo02.jpg



(1) XAVIER CID, Francisco. Tarantismo observado en España, en que se prueba el de la Pulla, dudado de algunos, y tratado de otros de fabuloso…, Madrid, Imprenta de González, 1787, p. 174.

(2) Ibid, p. 290.

(3) Ibid, p. 96.

(4) Ibid, sin página (entre las pp. 14 y 15)



Seguiré próximamente en otro mensaje...
 
Para este doctor, aunque la guitarra y el violín eran los instrumentos más habituales en estos tratamientos, se podrían obtener los mismos resultados con la zampoña o flauta pastoril, la zambomba y el rabel. No obstante, señala que otros instrumentos con un sonido más “agudo y penetrante”, como las chirimías, las dulzainas, el clarín y el clarinete, serían más efectivos.


El doctor Xavier Cid cuenta algunas historias de tarantulados relacionadas con la guitarra. Empiezo con la que ocurrió a un habitante de Valdepeñas, llamado Juan, que en 1760 había sido picado por una tarántula. Con el fin de iniciar su cura fue convocado el cantero Nicolás, que empezó por interpretar un fandango en su vihuela y más tarde unas folías, música que no produjo el efecto deseado ya que Juan seguía sin moverse. Pero cuando Nicolás empezó a tocar una tarantela el paciente “se puso de pies”, “sacudió la desidia forzosa” y danzó sin perder el compás de la música. Tras siete días de baile Juan expelió el veneno(1).

En 1782 fueron mordidos otros dos habitantes de Valdepeñas, un muchacho y una mujer. El guitarrista Nicolás ya había perecido por esas fechas, de modo que llamaron a Joseph del Espirito Santo, Vicario del colegio de Valdepeñas de los Trinitarios Descalzos. Joseph, que “toca con perfección” la tarantela, fue a la casa de los tarantulados con la vihuela y “aquellos troncos comenzaron a rebullirse, con tal garbo que era la admiración de todos. Al fin a fuerza de sudar sanaron”(2).

A finales del mes de Agosto de 1782, Tomás García de Rompegalas, de 40 años de edad, también había sufrido un ataque de una tarántula. El médico Cayetano Eclar y Muxillo visitó la casa del paciente en Miguelturra, localidad situada en La Mancha muy cerca de Ciudad Real, casa en la que se encontraba Juan Cerda “templando una guitarra”. Juan, también vecino de Miguelturra, comenzó a tocar una tarantela y poco después el enfermo empezó a moverse “guardando el compás del tañido”. Esta primera sesión duró dos horas, hasta que Tomás cayó de cansancio. Al día siguiente, tras una nueva sesión de música y baile, Tomás acabaría por sanarse(3).

Otra de las historias nos conduce al pintor Fulgencio que, en el verano de 1782 y en su papel de guitarrista, fue convocado de urgencia para sanar a su vecino Manuel de Córdoba. Fulgencio empezó por tocar un “fandango, seguidillas y otros sones”, pero el enfermo permanecía inmóvil. Acto seguido tañó una “Tarantela, que es mixto de fandango y folías, y sin reparar en cosa tiró de la ropa y principió a bailar con tanta ligereza y sin perder el compás, que no lo ejecutará el más diestro bailarín, riéndose la gente de ver bailar a un hombre que jamás le habían visto bailar y llevar el compás con tanta perfección”. El tratamiento siguió por la tarde hasta que, en la mañana siguiente, la música dejó de provocar el baile del paciente porque este ya se había recuperado(4).



(1) Ibid, p. 153.

(2) Ibid, pp. 153-154.

(3) Ibid, pp. 180-182.

(4) Ibid, pp. 137-138.
 
Última edición:
El tratamiento siguió por la tarde hasta que, en la mañana siguiente, la música dejó de provocar el baile del paciente porque este ya se había recuperado.


A lo largo del siglo XVIII varios médicos escribieron sobre el tarantismo, como por ejemplo el italiano Gerogi Baglivi, que también realizaba investigaciones que incluían la música y la guitarra en el tratamiento de la enfermedad(1). Hacia finales del siglo XVIII, Diego de Torres Villarroel confirma la relación que se viene documentando en este hilo entre la mordedura de la tarántula y la práctica de la guitarra:

¡Válgame Dios! como me acuerdo de aquel tiempo […] en que era yo pobre de los de tercera especie, y desamparado de cuarta anatema, cuando divertía al estómago rascándole la barriga a la guitarra de mi compañero Gilberto […] queriendo curar el hambre, como si fuera mordedura de tarántula, con las consonancias de la música(2).
La utilización de la guitarra en el tratamiento del tarantismo parece haber sido habitual bastantes años después de las palabras de Villarroel. En un artículo de 1943, la investigadora Isabel Gallardo de Álvarez nos recuerda de su niñez una curiosa copla, que escribe al final de la siguiente explicación:

Como en nuestra niñez no había muchacha que se estimase en algo, tanto en La Serena [pueblo de Extremadura] como en los pueblos ‘siberianos’, que no aprendiese a tocar la guitarra, nosotros también tomamos lecciones de dicho instrumento, aprendiendo, entre otras cosas, a tocar la tarantela; pero, por más que lo intentamos, no conseguimos recordarla. Solamente nos vienen a la memoria las siguientes coplas alusivas de indiscutible factura popular:

Si acaso te pica la
Tatarantela, tendrás
que bailarla con una‘vigüela’.

Si la tarantela
te ‘llega’ a picar
con una ‘vigüela
la tiés que bailar.
(3)



(1) ALMENDROS TOLEDO, José M. “Un caso de tarantismo en Mahora”. En: Al-Basit: Revista de estudios albacetenses, 1987, nº 20, p. 206.

(2) TORRES VILLARROEL, Diego de. Sueños morales, visiones y visitas de Torres con Don Francisco de Quevedo, por Madrid…, Madrid, imprenta Don Joseph Doblado, 1796, p. 240.

(3) GALLARDO DE ÁLVAREZ, Isabel. “De Foklore”, En: Revista de estudios extremeños, 3 de septiembre/diciembre de 1943, p. 295.



The End
 
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The End :adios:

Amigo Cajoge,

Muchísimas gracias por compartir con nosotros este texto perfectamente elaborado que seguramente hubiera merecido más la categoría de artículo que de hilo.

Aunque, como hilo, ha quedado completo y fantástico. Y ofrece la posibilidad de que los usuarios puedan plantearte más fácilmente las cuestiones que deseen.

Ya me dirás cuándo puedo felicitarte públicamente por tu reciente premio... :roll:

:applauso:
 
Hola,

Algo más sobre este tema:

Resulta, pues, que 45 de los 53 enfermos han logrado su curación después de bailar la tarantela, tocata que se reputa, en la Mancha y Extremadura, como específico infalible para combatir la picadura de la tarántula. Tan común se ha hecho esta tocata desde que en 1760 la enseñó al ciego de Almagro José Recuero, un italiano natural de Milán, llamado Macarrón o Mazarrón, que no hay aldea en que no se encuentren muchos tañedores. Según el señor Cid eran tres en sus tiempos (1787) las tarantelas que estaban en uso, aunque todas tres se diferenciaban muy poco. En la vihuela se toca, al decir del mencionado autor, «por el cinco al dos, tres y cuatro, prosiguiendo estos puntos con celeridad y a modo de canario. La mayor energía con que obra esta particular tarantela consiste en la mano del guitarrista que la ha de llevar muy aprisa y con concierto por los dichos puntos». […] He aquí la tarantela puesta en música para piano y guitarra:



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Fuente: VIDAL DE CASSIS, Auguste Theodor. Tratado de patología externa y de medicina operatoria, vol. 1, traducción: doctor Francisco Méndez Álvaro, 1846, pp. 353-354. Este párrafo y el ejemplo musical fueron extraídos de una larguísima nota de Francisco Méndez Álvaro ya que, según este mismo doctor español, Vidal de Cassis "omite tratar de la picadura de dos insectos comunes en España: la tarántula y el escorpión" (p. 344).
 
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Fuente: VIDAL DE CASSIS, Auguste Theodor. Tratado de patología externa y de medicina operatoria, vol. 1, traducción: doctor Francisco Méndez Álvaro, 1846, pp. 353-354. Este párrafo y el ejemplo musical fueron extraídos de una larguísima nota de Francisco Méndez Álvaro ya que, según este mismo doctor español, Vidal de Cassis "omite tratar de la picadura de dos insectos comunes en España: la tarántula y el escorpión" (p. 344).

Amigo Ricardo,

Es muy posibe qe el fragmento para guitarra sea algo más antiguo que mediados del XIX, ¿verdad? Si leo bien el primer acorde parece LA-RE-LA-RE-SOL, y luego el acorde de Fa no tiene, precisamente, el FA de la sexta cuerda... Así que todo apunta a que la música se ha pensado para un instrumento de cinco órdenes...

¿Cómo lo ves tú?
 
Amigo Ricardo,

Es muy posibe qe el fragmento para guitarra sea algo más antiguo que mediados del XIX, ¿verdad?

Amigo Luis,

Sí, es posible.

Si leo bien el primer acorde parece LA-RE-LA-RE-SOL,

La nota más grave del acorde es un DO: DO-RE-LA-RE-SOL

y luego el acorde de Fa no tiene, precisamente, el FA de la sexta cuerda... Así que todo apunta a que la música se ha pensado para un instrumento de cinco órdenes...

¿Cómo lo ves tú?

Este fragmento para guitarra lo vi por primera vez en el artículo de 1943 de Isabel Gallardo de Álvarez -el que cito más arriba y que se puede descargar aquí. Tras transcribir la copla que recuerda de su niñez dice: "Ojeando un viejo diccionario, hallamos la música de la famosa tocata, que copiamos a continuación". No sé si este "viejo diccionario" se trataría del Tratado de Patología... de Vidal de Cassis, edición "traducida con esmero, anotada y enriquecida" por Francisco Méndez Álvaro; pero es probable que no lo fuera.

En todo caso, aunque el fragmento parece efectivamente estar pensado para un instrumento de cinco órdenes, sigo pensando que este tipo de fragmentos para instrumentos con esa encordadura -que podríamos decir que son más cercanos al ámbito de la guitarra popular-, no deberían retrotraernos muy a la ligera al siglo XVIII o a los primeros años del XIX. Mi opinión es que la guitarra de cinco órdenes pudo utilizarse muy a menudo durante la primera mitad del XIX -en el extenso ámbito de lo popular y de la guitarra rasgueada-, aunque las investigaciones sobre esta época, que se centran en el ámbito de la guitarra culta, nos hagan pensar que el instrumento de seis órdenes era el instrumento al uso. El hecho es que el fragmento siguió transcribiéndose sin el FA de la sexta cuerda a mediados del XIX e incluso en el XX. De todas formas, sería interesante que siguiésemos la pista del "viejo diccionario" que ojeó Isabel Gallardo.
 
Si leo bien el primer acorde parece LA-RE-LA-RE-SOL
La nota más grave del acorde es un DO: DO-RE-LA-RE-SOL

Querido Ricardo,

¿Estás seguro?

Ya he visto que Gallardo de Álvarez escribe también un DO. Pero, ¿tú ves a un guitarrista popular (o no popular, me da igual) haciendo ese DO-RE-LA-RE-SOL? Coge la guitarra...

Sin embargo, con el LA que yo propongo (y que podría haberse convertido fácilmente en un DO en el proceso de copia) sería facilísimo de tocar (acorde de re menor con un ligado de tres notas en la prima) y el LA estaría justificado por el MI de la mano izquierda en la versión de piano...

:roll:

 
Querido Ricardo,

¿Estás seguro?

Ya he visto que Gallardo de Álvarez escribe también un DO. Pero, ¿tú ves a un guitarrista popular (o no popular, me da igual) haciendo ese DO-RE-LA-RE-SOL? Coge la guitarra...

Sin embargo, con el LA que yo propongo (y que podría haberse convertido fácilmente en un DO en el proceso de copia) sería facilísimo de tocar (acorde de re menor con un ligado de tres notas en la prima) y el LA estaría justificado por el MI de la mano izquierda en la versión de piano...

:roll:

Querido Luis,

Perdón, no sabía que estabas hablando de una posible errata. Lo que quería decir es que lo que vemos en las dos fuentes son dos DOS. El DO del libro de Vidal de Cassis se ve mejor aquí (p. 354). Otra cosa es si se trata de una errata, que es muy posible. Por cierto, el SI del primer acorde del piano es un SI, ¿verdad?:D
 
Perdón, no sabía que estabas hablando de una posible errata. Lo que quería decir es que lo que vemos en las dos fuentes son dos DOS. El DO del libro de Vidal de Cassis se ve mejor aquí (p. 354). Otra cosa es si se trata de una errata, que es muy posible. Por cierto, el SI del primer acorde del piano es un SI, ¿verdad?:D

Pues sí, ese SI del piano es evidentemente un SI en el ejemplo, pero siguiendo con la posibilidad de la existencia de errores y, si como yo pienso, se tratase de un acorde de la menor, más le valdría ser un LA.

La escritora que citas copia los fragmentos musicales y estos coinciden con lo que tú muestras del tatado de Vidal de Cassis. Hay también otro libro sobre tarantulismo y tarantismo (NÚÑEZ, José: Estudio médico del veneno de la tarántula, Madrid, 1864) que transcribe los fragmentos aunque con poco cuidado...


La clave de fa en cuarta empleada en la mano izquierda del piano se ha caído un poco más hasta la tercera línea y el sostenido del corde de Mi mayor final ha cambiado el sostenido del SOL por un claro becuadro. Las presuntas erratas del MI dell piano y el DO de la guitarra persisten.

Pero yo sigo en mis trece de que el primer acirde de la guitarra es de re menor. Y apunto un argumento más...

En la extensa nota de Vidal de Cassis que mencionate, el autor cita el tratado de Xavier Cid (el que mencionas arriba y del que traes la tablatura para guitarra) poco antes de los fragmentos musicales (p. 353), en concreto el texto que traigo aquí del original de Cid:

Cid1787_Puntos_tarantela.jpg

(Fuente: Ejemplar en Google Books)

"En la vihuela se toca por el cinco, al dos, tres y cuatro..."

Y, como tú sabes mucho mejor que yo, en el alfabeto castellano (por lo menos desde mi casi tocayo Luis de Briçeno en 1626) el 5 era el acorde de re menor, el que yo quiero ver al comienzo del fragmento de guitarra si ese DO fuese un LA. El 2 y el 3 eran Do mayor y Fa Mayor, que también están presentes en el fragmento. Lo que no me cuadra es el 4 (Si bemol mayor) que no anda en el fragmento por ningún lado.

Para los que nos lean y quieran ver el alfabero castellano superpuesto al italiano y al catalán pongo aqui un fragmento del tratado de Minguet e Yrol de 1753:

Minguet1753_Alfabetos.jpg

(Fuente: RODA. Ejemplar: Cáceres: Biblioteca Pública del Estado sign.: 2/13694)
 
Pues sí, ese SI del piano es evidentemente un SI en el ejemplo, pero siguiendo con la posibilidad de la existencia de errores y, si como yo pienso, se tratase de un acorde de la menor, más le valdría ser un LA.

La escritora que citas copia los fragmentos musicales y estos coinciden con lo que tú muestras del tatado de Vidal de Cassis. Hay también otro libro sobre tarantulismo y tarantismo (NÚÑEZ, José: Estudio médico del veneno de la tarántula, Madrid, 1864) que transcribe los fragmentos aunque con poco cuidado...

La clave de faen cuarta empleada en la mano izquierda del piano se ha caído un poco más hasta la tercera línea y el sostenido del corde de Mi mayor final ha cambiado el sostenido del SOL por un claro becuadro. Las presuntas erratas del MI dell piano y el DO de la guitarra persisten.

Pero yo sigo en mis trece de que el primer acirde de la guitarra es de re menor.


Amigo Luis,

Mi duda no es de que se trate, o no, de un RE menor. Creo que lo es, ¿pero no podría ser RE menor invertido con una séptima (DO) si consideramos que el SI del piano es una novena? Parece raro pero si vamos de acordes extendidos o de posibles errores la cosa promete.

Y apunto un argumento más...

En la extensa nota de Vidal de Cassis que mencionate, el autor cita el tratado de Xavier Cid (el que mencionas arriba y del que traes la tablatura para guitarra) poco antes de los fragmentos musicales (p. 353), en concreto el texto que traigo aquí del original de Cid:

"En la vihuela se toca por el cinco, al dos, tres y cuatro..."

Y, como tú sabes mucho mejor que yo, en el alfabeto castellano (por lo menos desde mi casi tocayo Luis de Briçeno en 1626) el 5 era el acorde de re menor, el que yo quiero ver al comienzo del fragmento de guitarra si ese DO fuese un LA. El 2 y el 3 eran Do mayor y Fa Mayor, que también están presentes en el fragmento. Lo que no me cuadra es el 4 (Si bemol mayor) que no anda en el fragmento por ningún lado.


Hace tiempo también le di vueltas a ese '4' y tampoco lo entendí. ¿Otro error?
 
Mi duda no es de que se trate, o no, de un RE menor. Creo que lo es, ¿pero no podría ser RE menor invertido con una séptima (DO) si consideramos que el SI del piano es una novena? Parece raro pero si vamos de acordes extendidos o de posibles errores la cosa promete.

Por darle vueltas que no quede, pero permanece la cuestión de que, si el DO en el primer acorde del fragmento de guitarra no es una errata, faltan dedos en la mano izquierda si se pretende hacer SOL-FA-MI mientras suena el acorde...

A no ser, claro, que hagamos una 'cejilla torcida' que llegue al primer traste....

Ya he dicho arriba que por especular...

:mrgreen:
 
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