Carlos Juan
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A petición del usuario Josalcaraz, expongo las diferencias más importantes que, bajo mi modesto conocimiento de los procesos, encuentro entre el proceso de construcción de la guitarra clásica y el violín. Sólamente he construido un violín eléctrico, un violín acústico y, como sabéis, estoy terminando mi primera guitarra.
En primer lugar, aclaro que no creo que un proceso sea más difícil que el otro, sino que cada uno requiere su maestría particular.
La principal diferencia que encuentro es en el planteamiento mismo del proceso. El violín es un instrumento cuyo proceso de construcción artesanal ha sido exactamente igual durante los últimos 350 años. De hecho, hay un especial interés por seguir las técnicas de los maestros italianos del s.XVII, y más en concreto de Antonio Stradivari, al pie de la letra. Está vetado el uso de máquinas eléctricas y la lija no se puede ni tocar. El pegamento que se usa es estrictamente cola animal. Los modelos que se hacen suelen ser copias exactas a modelos italianos, incluso se copia el desgaste del barniz. De manera que un luthier puede ofrecer un modelo Cannone de Guarneri del Gesú o un modelo Kruse de Stradivari. Según vengo aprendiendo, la construcción de la guitarra, a parte de más moderna, es más flexible y abierta. Cada guitarrero desarrolla un modelo propio, aunque se base en Torres o en otro clásico. Además, se utiliza la cola blanca sin problema, aunque algunos sigan prefiriendo la animal. Tampoco veo quen los que se dedican a esto tengan ninguna objeción a la hora de usar fresadoras, sierras eléctricas, etc.
En cuanto al proceso mismo, es muy similar. Ambos construyen primero las piezas por separado para luego montarlas. Yo encuentro el violín más simple a primera vista, pues sólo tiene una barra armónica, no tiene trastes y es más pequeño (no sucede esto con un chelo o contrabajo). Lo que veo evidente es que el violín requiere más trabajo de talla, pues los platos (tapa y fondo) van tallados y la voluta requiere un trabajo muy detallado. También tiene más opciones de ajuste, porque el puente y el alma los puedes mover e ir escuchando los sonidos diferentes que se producen según la posición de los mismos.
Resumiendo, son procesos muy similares y, a la vez, con muchas particularidades.
Os voy a dejar una imágenes de partes del proceso que son notablemente diferentes.
El violín se construye casi siempre a partir de un molde interior.
La voluta requiere especial atención en la talla, para que las proporciones sean equilibradas.
La cola animal se disuelve en agua y se calienta al baño María hasta 65º
Las mitades de la tapa y el fondo se unen sin ningún tipo de presión. La unión en seco debe ser perfecta. Tras aplicar el pegamento, se frotan las dos piezas y se dejan secar, como se ve en la foto, sin gatos ni presión. La cola animal se encarga de hacer un efecto de succión que deja las dos piezas perfectamente unidas.
La curvatura de los platos la conseguimos tallando. Éstos son más gruesos en su parte central (2.5 - 3.5 mm) y más finos en la periferia (1.5 - 2.5 mm). Al igual que en la guitarra, se usan los modos de vibración para "afinar" los platos, especialmente la tapa.
Una única barra armónica perfectamente tallada para acomodarse en la curva interior de la tapa.
En primer lugar, aclaro que no creo que un proceso sea más difícil que el otro, sino que cada uno requiere su maestría particular.
La principal diferencia que encuentro es en el planteamiento mismo del proceso. El violín es un instrumento cuyo proceso de construcción artesanal ha sido exactamente igual durante los últimos 350 años. De hecho, hay un especial interés por seguir las técnicas de los maestros italianos del s.XVII, y más en concreto de Antonio Stradivari, al pie de la letra. Está vetado el uso de máquinas eléctricas y la lija no se puede ni tocar. El pegamento que se usa es estrictamente cola animal. Los modelos que se hacen suelen ser copias exactas a modelos italianos, incluso se copia el desgaste del barniz. De manera que un luthier puede ofrecer un modelo Cannone de Guarneri del Gesú o un modelo Kruse de Stradivari. Según vengo aprendiendo, la construcción de la guitarra, a parte de más moderna, es más flexible y abierta. Cada guitarrero desarrolla un modelo propio, aunque se base en Torres o en otro clásico. Además, se utiliza la cola blanca sin problema, aunque algunos sigan prefiriendo la animal. Tampoco veo quen los que se dedican a esto tengan ninguna objeción a la hora de usar fresadoras, sierras eléctricas, etc.
En cuanto al proceso mismo, es muy similar. Ambos construyen primero las piezas por separado para luego montarlas. Yo encuentro el violín más simple a primera vista, pues sólo tiene una barra armónica, no tiene trastes y es más pequeño (no sucede esto con un chelo o contrabajo). Lo que veo evidente es que el violín requiere más trabajo de talla, pues los platos (tapa y fondo) van tallados y la voluta requiere un trabajo muy detallado. También tiene más opciones de ajuste, porque el puente y el alma los puedes mover e ir escuchando los sonidos diferentes que se producen según la posición de los mismos.
Resumiendo, son procesos muy similares y, a la vez, con muchas particularidades.
Os voy a dejar una imágenes de partes del proceso que son notablemente diferentes.
El violín se construye casi siempre a partir de un molde interior.
La voluta requiere especial atención en la talla, para que las proporciones sean equilibradas.
La cola animal se disuelve en agua y se calienta al baño María hasta 65º
Las mitades de la tapa y el fondo se unen sin ningún tipo de presión. La unión en seco debe ser perfecta. Tras aplicar el pegamento, se frotan las dos piezas y se dejan secar, como se ve en la foto, sin gatos ni presión. La cola animal se encarga de hacer un efecto de succión que deja las dos piezas perfectamente unidas.
La curvatura de los platos la conseguimos tallando. Éstos son más gruesos en su parte central (2.5 - 3.5 mm) y más finos en la periferia (1.5 - 2.5 mm). Al igual que en la guitarra, se usan los modos de vibración para "afinar" los platos, especialmente la tapa.
Una única barra armónica perfectamente tallada para acomodarse en la curva interior de la tapa.