Lo mejor que puede decirse de la guitarra clásica española es que se trata de un instrumento de gran belleza estructural y de sonido dulce, aterciopelado y muy personal.
Lo peor, que nació áfona y con sordina incorporada, aunque nadie sabe con exactitud donde se ubica. Algo parecido al punto G de las mujeres, siquiera sea porque tiene silueta de fémina.
Por lo que llevo visto en mis incursiones por el mundo de la luthería guitarrera, hay más de arte o alta artesanía en el instrumento, que de tecnología sonora.
Ustedes me van a perdonar, pero tratándose de un instrumento musical, o sea productor de sonido para la música, debería primar esta cualidad a otras, como adornos, barnices, etc.
Hay que gastarse mucho dinero para conseguir un instrumento con categoría de concierto. Por otro lado, parece como que el luthier no tiene argumentos científicos para garantizar una determinada calidad sonora. Más bien, es algo así como elegir buenos materiales en su construcción y poner cuidado en la misma.
Desde Antonio Torres el instrumento no ha evolucionado sensiblemente. Básicamente, todos los luthiers hacéis “la misma guitarra”: abeto alemán en la tapa armónica, aros y fondo de palosanto, mástil de cedro, y disposición similar de varetas armónicas y refuerzos.
Pero pocos se han molestado en estudiar su comportamiento sonoro; por una razón obvia, y es porque éste es experimental. Cuando me encuentro en auditorios modernos e innovadores, desde el punto de vista arquitectónico, muchas veces son más bien “muditorios” (si se me permite la expresión); y no dejo de preguntarme porqué no habrá tomado buena nota el arquitecto, de la más humilde de las iglesias románicas, pongo por caso, que se comportan como auténticas cajas de resonancia. En nuestro caso, fabricar distintos modelos experimentales de guitarra constituye una labor harto costosa en tiempo y dinero.
Pues es justamente lo que yo estoy haciendo, que no soy luthier, ni nada, y estoy sufriendo lo indecible para sacar adelante un proyecto nuevo de guitarra, que tiene poco que ver con la configuración tradicional. Con suerte, verá la luz esta “locura” a primeros de septiembre, ya que dedicaré agosto a su construcción, que ya tengo empezada y avanzada.
Con gusto, tendré informado a quien pueda interesar.
Nota pie de página: claro, pedí ayuda a algún que otro luthier y nadie acudió en mi ayuda.
Lo peor, que nació áfona y con sordina incorporada, aunque nadie sabe con exactitud donde se ubica. Algo parecido al punto G de las mujeres, siquiera sea porque tiene silueta de fémina.
Por lo que llevo visto en mis incursiones por el mundo de la luthería guitarrera, hay más de arte o alta artesanía en el instrumento, que de tecnología sonora.
Ustedes me van a perdonar, pero tratándose de un instrumento musical, o sea productor de sonido para la música, debería primar esta cualidad a otras, como adornos, barnices, etc.
Hay que gastarse mucho dinero para conseguir un instrumento con categoría de concierto. Por otro lado, parece como que el luthier no tiene argumentos científicos para garantizar una determinada calidad sonora. Más bien, es algo así como elegir buenos materiales en su construcción y poner cuidado en la misma.
Desde Antonio Torres el instrumento no ha evolucionado sensiblemente. Básicamente, todos los luthiers hacéis “la misma guitarra”: abeto alemán en la tapa armónica, aros y fondo de palosanto, mástil de cedro, y disposición similar de varetas armónicas y refuerzos.
Pero pocos se han molestado en estudiar su comportamiento sonoro; por una razón obvia, y es porque éste es experimental. Cuando me encuentro en auditorios modernos e innovadores, desde el punto de vista arquitectónico, muchas veces son más bien “muditorios” (si se me permite la expresión); y no dejo de preguntarme porqué no habrá tomado buena nota el arquitecto, de la más humilde de las iglesias románicas, pongo por caso, que se comportan como auténticas cajas de resonancia. En nuestro caso, fabricar distintos modelos experimentales de guitarra constituye una labor harto costosa en tiempo y dinero.
Pues es justamente lo que yo estoy haciendo, que no soy luthier, ni nada, y estoy sufriendo lo indecible para sacar adelante un proyecto nuevo de guitarra, que tiene poco que ver con la configuración tradicional. Con suerte, verá la luz esta “locura” a primeros de septiembre, ya que dedicaré agosto a su construcción, que ya tengo empezada y avanzada.
Con gusto, tendré informado a quien pueda interesar.
Nota pie de página: claro, pedí ayuda a algún que otro luthier y nadie acudió en mi ayuda.