Queridos colegas:
Me gustaría incorporar algo de optimismo ante esta descripción desoladora del panorama guitarrístico. Efectivamente el enemigo está en casa. Somos los propios guitarristas los que más devaluamos nuestro instrumento de tanto tocar el mismo repertorio”amable”. Y Podríamos seguir redundando en los aspectos negativos, fruto de la endogamia y ostracismo artístico de los guitarristas. Pero, como ya se han nombrado muchos, no quiero repetirme. Voy a comentar algunos aspectos positivos, que den algo de Luz.
En los conciertos de Piano que se realizan en mi ciudad y en otros de los que tengo noticia en España, los programas habitualmente no suele incluir obras “modernas”. Suelen abarcar hasta Debussy o Ravel. Y es evidente que después se ha escrito mucha y muy buena música para piano. Tal vez esa desatención del repertorio del siglo XX no sea exclusiva de guitarristas. Aunque para desgracia de estos últimos parece que al inicio de esta centuria se estaba fraguando el repertorio más importante. No obstante a esta realidad, hoy por hoy el guitarrista es más sensible a la nueva música que otros intérpretes, y tal vez sea el instrumento más propicio para que los compositores noveles vean estrenadas y publicadas sus obras. También es verdad que la calidad de los estrenos es muy variable, pero creo que algo va cambiando. Hay una nueva generación de guitarristas que a contracorriente de los Dyens, Piazzolla, y Domeniconi van interesándose cada vez más por las grandes obras del repertorio moderno, y por sacar a la luz “las joyitas” del repertorio antiguo. Por otra parte se están haciendo importantes esfuerzos editoriales, como la reciente edición del archivo Segovia por la Bérben, sacando a la luz obras olvidadas de nuestro repertorio. En fín, queda mucho por hacer, pero creo que algo está cambiando. Buena muestra de ello, es la próxima edición del Festival Córdoba-Guitarra 2004, cuyas anteriores ediciones redundaban en la guitarra más comercial. Creo que este año nos aguardan sorpresas muy interesantes. Eso espero. Un abrazo.
Javier Riba
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