María Luisa Anido

Julio Gimeno

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Queridos amigos,

La guitarrista Cristina Cid, alumna de María Luisa Anido (1907-1996), ha publicado "on-line" en GuitarrasWeb, información valiosísima sobre su maestra. Os recomiendo encarecidamente que visitéis esta dirección: http://www.guitarrasweb.com/marialuisaanido/ donde podréis encontrar una biografía de María Luisa Anido, así como multitud de fotos y mp3’s de sus grabaciones.

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Lo dicho, una web imprescindible.

Agradezco a Francisco Herrera el haber llamado mi atención sobre esta página.
 
Me alegra mucho este anuncio sobre María Luisa Anido, pues se que Cristina se desvive porque no se pierda la memoria de su querida Maestra y ha organizado varios homenajes en su honor en Argentina. También el Maestro Eulogio Dávalos (al que tuve la suerte de conocer hace poco) organizó un homenaje a Anido en Barcelona en el año 95, cuando la guitarrista vivía en Cataluña, y la acompañó hasta su muerte en Tarragona. Saludos
 
Julio:

Que bello artículo de veras.

Que agradable la narración y que bonita la vida de Doña Maria Luisa, un verdadero ejemplo.

Te agradesco que nos lo hayas compartido, contiene muchos aspectos que son enseñanza pura. Los mp3 están esplendidos y las fotos dignas de conservarse.

También di un vistazo a las diferentes secciones de la página y esta mucho muy interesante, la visitaré con frecuencia.

Te felicito por este hallazgo y nuestro a gradecimiento también a Francisco Herrera que te puso sobre aviso.

Un Abrazo.
 
Hola amigos,

Resulta fascinante contemplar la trayectoria en imágenes de una dama ejemplar de la guitarra como fué la Sra. Anido. Es posible sentir el 'glamour' y la enorme expectación que derrochaba allá donde se presentaba.

Me parece especialmente interesante verla en compañía de eminentes figuras del mundo de la guitarra y de la música, algunas un tanto 'olvidadas', como el ruso Dr. Boris Perott (1882 - 1958) fundador de la legendaria Sociedad Filarmónica de Guitarristas en Inglaterra (donde Julian Bream debutó siendo aún un niño) y guitarrista del último Zar Nicolás II. Tambien la podemos ver junto al virtuoso del piano, el argentino Antonio De Raco, profesor de muchas generaciones de intérpretes en ese país, como Máximo Diego Pujol. Curiosa es también la instantánea donde se la puede ver en compañía del profesor, transcriptor y compositor italiano de origen egipcio Miguel Abloniz (1917 - 2001) del que todavía se pueden encontrar en el mercado ediciones de sus obras y arreglos.

Muchas gracias Julio por darnos a conocer esta estupenda página sobre una de las grandes de nuestro instrumento.

Un saludo.
 
Estimados amigos,

A todos los que conocieron la figura de Maria Luisa Anido, os adjunto un avance del documental "La guitarra hecha mujer".
Desde el Certamen Internacional de Guitarra de Barcelona, hacemos llegar un testimonio de la figura femenina más grande que ha dado la guitarra en el
mundo.

Adjuntamos el link: http://www.youtube.com/watch?v=kFMrtQRWhL8

Esperamos que les guste y hagan difusión del mismo.
Gracias,

Jordi Pizarro
Coordinador
Certamen Internacional de Guitarra de Barcelona "Miquel Llobet"
www.cigbcn.com
...........
 
Estimados amigos;

Me emociona ver con el cariño que se le está recordando a Maria Luisa Anido en el Centenario de su Nacimiento. Ha sido muy bonito volver a ver a Mimita en este avance del documental "la guitarra hecha mujer" que todos estamos esperando ver muy pronto. Me ha llamado especialmente la atención el logotipo del princio de mimita que recuerdo muy bien diseñó ALICIA BARBOD cuando estudiabamos con Joana Albiol. Desde aquí mi saludo a las dos. Gracias Jordi y gracias a todos los organizadores del Certamen "Miquel LLobet".

Ojalá la música de Maria Luisa Anido no se pierda nunca y sus obras estén en el repertorio habitual de todo guitarrista.

Un saludo a todos.
Carmen.
 
Una curiosidad sobre María Luisa Anido.

Es bastante poco conocida la fructífera relación, mantenida a lo largo de sus vidas artísticas, entre María Luisa Anido y el compositor argentino, oriundo de la Provincia de La Rioja, Adolfo Luna. Este último yace casi en el olvido a pesar de sus intrínsecos valores, entre los que se destacan que a pesar de estar en la corriente aquí denominada como de “compositores guitarristas”, no compuso en exclusividad para guitarra, llegando incluso a aventurarse en la síntesis en lenguaje nacional de música para guitarra con otras formaciones instrumentales. Éstas son: "Sonata para guitarra y arcos" (estrenada hace muchos años por la guitarra del maestro Emilio Colombo); poema sinfónico "La Chaya", para guitarra y orquesta, y un ballet: "El milagro del agua" (conjeturo, sin estar seguro, que el asunto ha de deberse a las sequías que suelen azotar las tierras de La Rioja). Este último estuvo a punto de ser estrenado en el Teatro Colón. Ignoro cuáles fueron las razones por las que finalmente el estreno no llegó a concretarse.

La curiosidad relacionada con la maestra Anido es la siguiente:

Cuando se produjo la primera visita de Miguel Llobet a la Argentina (década de 1920), Luna logró que el maestro fuera a actuar a La Rioja (lo cual no debería ser nada sencillo en aquel entonces). Debió valerse de sus influencias personales (su hermano, Pelagio Luna, era a la sazón Vicepresidente de los argentinos) para que el concierto, realizado en la plaza de la ciudad, contara con adecuada vigilancia policial para evitar que los entonces llamados (por los tristemente recordados "Edictos de Policía") "vagos y mal entretenidos" alteraran el orden, por ejemplo, tirando petardos.

Y otra, a mi juicio bastante más importante, tanto así como menos conocida: la "Sonatina Pampeana" fue presentada en Europa y Japón por María Luisa Anido con éxito rotundo, lo que motivó que fuera parte obligada de su repertorio, especialmente en sus viajes al país del sol naciente.

Desde Buenos Aires os saludo con mi mayor cordialidad y afecto.

Sergio Moldavsky
 
Estimados amigos de guitarra.artelinkado:

Hace algún tiempo dirigí un mensaje a la lista comentando aspectos de la biografía y trayectoria artística del compositor riojano Adolfo Luna (1889--1970).
En aquella comunicación mencioné que la "Sonatina pampeana" de Luna había formado parte del repertorio de María Luisa Anido.
Esta semana recibí desde San Juan un correo del Maestro Omar Atreo Buschiazzo, quien guarda todos los programas de concierto de María Luisa Anido, participándome de su desconcierto pues en ninguno de éstos figuraba la "Sonatina pampeana", sí en cambio una "Zamba norteña", que le fuera dedicada a Anido por Luna, y que incluso llegó ser registrada en disco por la Maestra.
Mis fuentes para afirmar lo que afirmé habían sido dos: el trabajo "La guitarra en la música sudamericana" de Néstor Guestrin y una crónica de Héctor García Martínez publicada en un diario de La Rioja, escrita en 1976, ambas (fuentes) coincidentes. Entonces me dirigí a los citados investigadores para preguntarles, a su vez, cuáles habían sido sus propias fuentes. De Guestrin recibí la respuesta que lo había leído en la mencionada crónica de García Martínez. Y de este último recibí como devolución que se lo había escuchado decir al propio Luna, en charla personal durante sus últimos años de vida (es importante
señalar que Adolfo Luna fue el maestro de guitarra de Héctor García Martínez, por lo cual tuvieron una relación ciertamente estrecha). Es bien conocida la honestidad que caracteriza al Profesor García Martínez, tanto así como su bajo perfil y su encomiable accionar (la más de las veces desde las sombras) en favor de la memoria y reivindicación de los compositores guitarristas históricos de la Argentina. Y su respuesta reafirmó las citadas cualidades. Dijo Héctor que cabrían las siguientes posibilidades: que efectivamente Anido haya tocado la sonatina de Luna y no se conserve el programa, por él mismo considerado esto como muy poco probable y otra: que Adolfo Luna, ya en su ancianidad, quizá algo hastiado de no haber accedido jamás al reconocimiento que bien hubiera merecido, también inducido por la admiración que le dispensaba a la "Dama de la guitarra", hubiera "adobado" (así decía mi abuela materna en estos casos) algunos detalles de su trayectoria. Finalmente Héctor me dijo: "Sergio: de esto hemos de tomar ambos una enseñanza: nunca debemos dar por seguro algo que no provenga de la palabra escrita de fuente inobjetablemente segura". Comparto su conclusión. No obstante proseguí con el cometido de seguir averiguando y también llamé a la Maestra Nelly Menotti, entrañable amiga personal de María Luisa Anido, quien fuera incluso su reemplazante en la docencia cuando la Decana salía (frecuentemente) de gira. También Nelly me dijo que no recordaba haber escuchado jamás la "Sonatina pampeana" entre las obras que integraban su repertorio.

Si algún miembro de Artelinkado pudiera aportar información a propósito de todo esto, le estaré eternamente agradecido.

Os hago llegar mi cordial saludo desde Buenos Aires.

Sergio Moldavsky
 
Éstas son: "Sonata para guitarra y arcos" (estrenada hace muchos años por la guitarra del maestro Emilio Colombo);

Hola mi amigo Sergio,

Interesante acerca de este Sonata. Hace muchos años que he recibido de Isabelita Siewers la parte de guitarra de esta Sonata, pero no las partes de arcos. ¿Están disponibles en cualquier lugar?
 
Estimado Matanya:

Las partes de arcos de esta sonata no están disponibles en cualquier lugar. Sé de algunos maestros que podrían llegar a tenerlas.
Me tomará unos días averiguarlo.
Una vez que lo sepa volveré a responder.

Mi saludo más cordial,

Sergio Moldavsky
 
María Luisa Anido. Su último homenaje en vida. Buenos Aires.

Estimados amigos de guitarra.artelinkado:

Hace más de 16 años tenía lugar en Buenos Aires el último homenaje tributado en vida a quien gusto nombrar como “Decana de los guitarristas argentinos”.
Producido por el espacio radial “De Segovia a Yupanqui”, de actual permanencia ininterrumpida de 27 años en el aire, conducido por el Profesor Sebastián Domínguez y a sala colmada, contó con la presencia de la Maestra, quien ingresó flanqueada por Eduardo Falú (no precisa presentación) y Ariel Ramírez (Presidente de SADAIC, Sociedad Argentina de Autores y Compositores).
Fuimos únicos intérpretes Cristina Cid (luego gestora la Asociación Anido) y quien estas líneas escribe.

Me es grato compartir con ustedes algunas imágenes logradas aquel día, disponibles en la red mediante el You Tube:

María Luisa Anido ingresa a la Sala “Juan Bautista Alberdi”:

http://www.youtube.com/user/asociacionanido#p/u/3/YotglF3xnAc

Cristina Cid ejecuta “Canción de cuna” de María Luisa Anido:

http://www.youtube.com/user/asociacionanido#p/u/4/Rsbq1Nk9jas

Sergio Moldavsky ejecuta el Preludio nostálgico “Gris”. Al finalizar recibe el saludo de María Luisa anido:

http://www.youtube.com/user/asociacionanido#p/u/7/-tAPJO_7vMg

María Luisa Anido sube al escenario y se dirige al auditorio:

http://www.youtube.com/user/asociacionanido#p/u/5/2NlHZVcBy-c

Hay otros. Espero que sean de vuestro agrado.

Desde Buenos Aires os saludo con cordialidad y afecto.

Sergio Moldavsky
“En la recuperación del patrimonio musical argentino”
 
Queridos amigos de nuestra Madre Patria:
En este renovado aniversario de su natalicio, hoy 26 de enero, deseo compartir con ustedes una nota inspirada en la memoria de quien gusto nombrar como “Decana de los Guitarristas Argentinos”.
Cordiales y afectuosos saludos desde Buenos Aires.
Sergio Moldavsky

Maria Luisa Anido hoy
Vigencia de una gran artista
Las realizaciones de los artistas han de ser necesariamente evaluadas en el contexto histórico del momento en que a ellos les tocó actuar. De idéntica manera, la proyección de su obra será determinante en cuanto al grado de vigencia que la misma podría seguir teniendo en épocas actuales.

María Luisa Anido transitó los días de su temprana infancia en el seno de una familia desahogada en lo referente a medios y posibilidades que podían brindársele a la niña para tener acceso a una óptima calidad educativa, especialmente en lo que atañe a su formación musical. Don Juan Carlos Anido no escatimó esfuerzos ni recursos a tal fin. Acabada prueba de ello es el hecho de haber traído nada menos que a Miguel Llobet a la Argentina para afianzar, con lo mejor que podía disponerse en aquellos tiempos, el ya entonces significativo dominio instrumental evidenciado por la pequeña, guiada previamente por su propio padre como así también por Domingo Prat.

Es indudable que la positiva influencia paterna actuó como hecho determinante en la elección de la guitarra, ya no sólo como medio de vida, sino más bien como objeto vital en la existencia de María Luisa Anido. En ese sentido, es destacable el desprejuiciado actuar de Juan Carlos, cuyo constante estímulo hacia la figura de su hija como guitarrista contrastaba notablemente con un medio social que consideraba a la guitarra como instrumento no solamente poco adecuado para una dama, sino más aún, casi propio de "vagos y mal entretenidos", de acuerdo a la algo grosera versión con que eran estigmatizadas las costumbres propias del gauchaje. Entonces, el camino a transitar por la joven concertista parecía estar signado por el límite que ya se imponía de por sí a su condición de mujer. Las dificultades propias de una época plagada de preconceptos hacia la circunstancia femenina, tanto como a una mujer guitarrista, deferían notablemente con el pasar acomodado de sus primeros años de vida. Si consideramos entonces que María Luisa Anido llegó a ser calificada en el mundo como "Gran Dama de la Guitarra" y también como "La Segovia Femenina", concluiremos que lo actuado por ella tuvo un alto grado de superación en cuanto a lo que de una intérprete guitarrista podía en aquel tiempo esperarse. De la misma manera, su posterior apego como compositora al nacionalismo musical argentino evidencia otra superación, en este caso relacionada con la recuperación de la cultura folclórica en la creación académica, cultura antes descalificada por el propio medio del cual ella provenía.

El escenario actual difiere considerablemente comparado con el de aquellos días. La antigua desconsideración hacia la guitarra como instrumento de valor artístico ya no es tal y esto es debido, en gran medida, a la revalorización lograda por la tesonera actuación de la figura que me ocupa. Asimismo, su encuadre dentro de la primera corriente de compositores guitarristas con impronta nacional (al igual que Jorge Gómez Crespo, Abel Fleury y Adolfo Luna, entre otros) reafirma, incluso en la actualidad, la vigencia de la característica local en universo con sello globalizado, el cual se revela como positiva mejora en la posibilidad de mantenernos céleremente comunicados, habiendo derribado la rígida y anacrónica frontera de la pretensión autárquica, pero que también devino -en contraparte- en propensión al apego a lo trivial y a la masiva difusión de la cultura pueril y chabacana de puro entretenimiento, en contraposición al concepto de la Viena finisecular que creía en la existencia del arte como vehículo catalizador del pensamiento.
En consecuencia, hoy "todo se parece" y al hombre lo ha singularizado, en todas las etapas de su desarrollo, alguna necesidad de diferenciarse de su semejante.

El manifiesto interés evidenciado en los últimos años por el conocimiento de la música argentina, en correlación con intrínsecos valores culturales, nos habla de un significado referido a la necesidad de distinción artística en un mundo inserto en la coyuntura recientemente descripta. Ya no se trata de objeto imbuido de matiz ideológico, a menos que por esto último se considere justamente al menester de singularidad, si se quiere, desde la cita folclórica o por la nota ornamental.
En días actuales se reconoce al compositor guitarrista de nuestro continente como portador del legado de la tradición cultural de América Latina, la cual está suscripta en cosmopolita percepción: antiguas y primarias raíces indígenas, la marca que dejara nuestra gran tradición hispánica y, finalmente, la de la multifacética y pujante inmigración preponderantemente europea, acaecida masivamente hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Esta escena fue entrevista y también diseñada, entre otros, por María Luisa Anido, cuya inobjetable honestidad parece estar hoy más vigente que nunca.
 
Mi encuentro con María Luisa Anido.

Corría el año 1993. Me llamó Sebastián Domínguez, creador y realizador del espacio radial “De Segovia a Yupanqui” (aún en el aire, tras veintinueve años de ininterrumpida emisión). Me avisaba que María Luisa Anido estaría por unos días en Buenos Aires (había salido del país en 1976, luego de recibir una amenaza contra su vida). Sabía que en aquel entonces yo tenía en programa sus Preludios Nostálgicos y algunas otras composiciones -a la sazón escasa o nulamente interpretadas- por ella transcriptas (aires criollos de Julián Aguirre), o bien a ella dedicadas (gato “El desvela’o” de Abel Fleury). Domínguez deseaba organizarle un homenaje a la maestra que ya contaba con 86 años de edad. Conociendo aquello que acabo de relatar me convocó a participar interpretando en el mismo.

A medida que se acercaba la fecha me invadía una suerte de temor reverencial ante la perspectiva de estar frente a una figura a quien no había conocido personalmente y a quien imbuía ya un hálito de leyenda.

Buen conocedor de las psicologías tanto de la maestra como de los intérpretes, nuevamente me llamó Sebastián Domínguez para darme el siguiente aviso: “María Luisa Anido ya está en Buenos Aires y está hospedada en una casa muy cerca de la tuya” (histórico barrio de Caballíto). Me proponía comunicarme con ella, concertar una cita y ejecutar el programa en su presencia a fin de quitarme de encima el miedo. Este tipo de propuestas pueden constituirse en una suerte de arma de doble filo: podía ocurrir (pensé) que la gran maestra se pusiera en pose de “Gran Maestra” y sólo lograse de esa manera acrecentar el citado temor reverencial.

Previa concertación por llamado telefónico (en el cual no hablé directamente con ella) me encontré parado frente a la puerta de aquel edificio en la avenida Juan Bautista Alberdi al 300. Hice sonar el portero eléctrico y una voz de aquéllas que se perciben con llamativa nobleza respondió a mi requerimiento. Me anuncié: “Maestra, soy Sergio Moldavsky”. No creí que bajaría personalmente a atenderme. La sabía una persona mayor hospedada en casa de alguien más joven y conjeturé que aquélla más joven sería la encargada de recibirme. Me equivoqué. Al rato estaba viendo salir del ascensor a la mismísima María Luisa, quien con franca sonrisa me abría la puerta. Al instante advertí que debíamos sortear un pequeño escalón, de aquellos típicamente traicioneros, que por lo bajos suelen pasar inadvertidos y que fácilmente pueden provocar una caída. Le tendí el brazo en gesto que bien podría haberse leído como acto de caballerosidad; no dejaba de serlo pero ocultaba la intención de evitar que la maestra pudiera tener el involuntario y fatídico tropezón. Exactamente al instante de hacerlo (tenderle el brazo) tomó ella el mío en actitud inversamente protectora y me advirtió: “Joven, cuidado con el escaloncito, usted no ve bien y estos escalones son muy traicioneros”. Es cierto que desde pequeño me había acompañado cierto grado de miopía, pero jamás se me habría ocurrido que ésta pudiera ser más significativa que la posibilidad de zozobra de una persona mayor. Recuerdo como si fuera hoy que pensé para mis adentros: “Qué suerte. Empezamos bien”. Y también: “Parece estar constituida de la misma madera que en la Argentina solían atribuirle a los viejos políticos radicales, de quienes se decía: Se rompen pero no se doblan”.

Una vez arribados al piso me propuso: “Joven, ¿desea que lo deje un rato a solas para hacer dedos?” Le respondí: “No maestra, podemos comenzar ya”. El primero en la ejecución fue el preludio “Mar”. Lo toqué desde el principio hasta el final sin ser interrumpido. Al finalizar busqué con la mirada su aprobación o crítica. En gesto de media sonrisa la maestra tomó la palabra: “Vea joven, yo viajaba mucho. Venía con Miguel Llobet en el vapor (no era el barco, era el vapor. La cursiva es mía, S. M.), y en días en que el mar está embravecido éste se movía mucho. El movimiento provocaba cierto malestar en mi cuerpo y también acrecentaba mi nostalgia por la lejana patria”. Inmediatamente después de dirigirme estas palabras me invitó: “Retome joven, toque”. En el pasaje en que la composición traduce con significativo realismo el movimiento del mar, María Luisa reía mientras me decía: “Ahí viene mi olita joven, crezca, no me la quite”. Yo estaba acostumbrado a clases de música imbuidas de cierto cientificismo, donde siempre debía analizarse la partitura en su estructura formal, sus tensiones internas, el movimiento de las voces, etc. La manera de ver las cosas de la maestra provocó por un instante cierta reconexión con mi infancia, haciéndome notar el aspecto lúdico de las notas musicales. Todos los comentarios fueron del tenor del ya citado. No había ciencia dura ni “Gran Maestra” reverenciable. Hasta parecía ella misma reconectada con su infancia y juventud. Cuando le llegó el turno al preludio “Lejanía” me detectó una nota equivocada. Sus palabras fueron: “Joven, lo voy a participar de un secreto que me enseñó Llobet. A él también le sucedía a veces que estudiaba una música, leía mal alguna que otra nota y luego la memorizaba así sin darse cuenta. Entonces le daba la misma música a estudiar a un alumno y al verse obligado a seguirla atentamente en la clase, eso le permitía descubrir si en la lectura él mismo había errado notas. Y lo ponía en práctica conmigo durante los largos viajes que compartíamos”.

Próximo a finalizar la entrevista me agradeció una y otra vez el sacrificio que para ella suponía haberme tomado el trabajo de estudiar lo que llamaba -con insospechable sinceridad- “alguna de mis modestas composiciones”.

Mi actuación en aquel concierto a sala repleta fue particularmente feliz (no siempre las actuaciones lo son). Cuando salí al escenario la divisé inmediatamente en primera fila, flanqueada a ambos lados por Eduardo Falú y Ariel Ramírez. Al verme me dirigió una caidita de ojos propia de aquellas películas de los años veinte.

Pasados unos días nos reencontramos en una cena que había invitado Cristina Cid (quien compartió conmigo la actuación de homenaje). Fueron solamente aquellos tres encuentros los que tuve con la maestra: el relatado previo al concierto, el concierto mismo y aquella cena. Compañeros muy bienintencionados conmigo me sugerían que le solicite una carta donde expresara algunas palabras sobre mis condiciones. No quise hacerlo. No se debió a timidez ni a expresión de humildad o modestia alguna. Simplemente creía que aquellos encuentros habían incidido demasiado positivamente en mi acrecentamiento de la capacidad de amar como para re significarlos en otra cosa que no fuera precisamente eso. Tres años después recibí la noticia de su fallecimiento en Barcelona, lejos de su amada Argentina.

En esta oscura mañana porteña y otoñal la recuerdo tal cual como la conocí. Me invade cierta nostalgia por mis 38 años, edad que contaba en aquel entonces. Y siento que cuando me llegue a mí mismo la hora de partir también llevaré conmigo, en íntima conexión, lo mejor que la maestra pudo haberme dejado.
 
En esta oscura mañana porteña y otoñal la recuerdo tal cual como la conocí. Me invade cierta nostalgia por mis 38 años, edad que contaba en aquel entonces. Y siento que cuando me llegue a mí mismo la hora de partir también llevaré conmigo, en íntima conexión, lo mejor que la maestra pudo haberme dejado.

Emocionante, amigo Sergio. ¡Muchísimas gracias por compartirlo con este foro!
 
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