Hola Ensayo (Fernando):
Verás, los criterios de enseñanza han variado.
Los métodos tradicionales, Aguado, Sor-Coste, Carcassi, Giuliani, Roch, Zurfluh... hasta los años 1.980 más o menos se basaban todos en una línea similar a lo que dices. Primero machacarte a ejercicios, escalas, arpegios, estudios, y muy luego acometer obras.
Afortunadamente se ha visto que aquellos modos eran impropios pero por dos razones que ahora no percibimos.
1. Antes era muy escasa la posibilidad de tener partituras editadas. Y claro había que copiarlas a mano. Y... para qué andar con tonterías, se copiaban las obras "consolidables".
2. Ahora un guitarrista con Internet y dos años de conservatorio, puede haber buceado hasta bajarse de librerías legales de partituras, del orden de 3.000 obras, además de otras que "corren" de manera no tan lícita por ahí.
Y claro, antes no podías comprar un preludio de Aguado, en un cuaderno de 12 obras porque costaba 16 pesetas... que era difícil reunir. Ahora tienes en el disco duro ese y doce más y te imprimes el que vas a estudiar, y por si acaso los otrso 11. Para "ir mirando".
Ante ese panorama, los profesores -en general- abogan por la didáctica divertida, y es clasificar obras por niveles e ir avanzando a través de las obras que se tocan. Esta técnica didáctica también se aplica en piano, y supongo que en más instrumentos.
En 1.969 mi maestro me daba una partitura suya original y me decía: "fotocópiatela, no te gastes el dinero". (justo igualico que hoy haría un autor). Y ojo que una fotocopia era de 5 ptas, que no era poca cosa. Pocos tenían fotocopiadora.
Por eso, ahora aprender trémolo con una obra de trémolo es lo normal. Aprender arpegios con obras de arpegio, etc.
No veo nada "esencial" en esa práctica. También creo que hacer escalas, cromáticas, de tonalidades mayores, menores, etc., constituye una práctica fundamental, y si pillas un método antiguo, Aguado, Carcassi... bueno, los dichos, verás que todo es fácil y a veces... no. Es ahí donde puedes insistir para cubrir muchas técnicas que podrían pasar de largo.
Un cordial saludo
Alejandro Gerardo
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