Nana a la guitarra española

Barba Azul

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Déjenme que les cuente una historia que crece desde las entrañas de nuestra tierra para convertirse en la canción de un pueblo, a veces amarga, a veces dulce, a veces alegre e incluso melancólica. Son nuestras mismas manos las que sembraron la tierra antaño y estrangulan la vida ahora. Como quien desprecia su cuerpo, maltratado por el odio a uno mismo, dejamos que la guitarra pierda su nombre: ya no es española sino clásica, y no sólo se aleja de la artesanía española, si no que se consiente el menosprecio.

¿Qué es de la rosa si pierde su Alejandría?, ¿que es del champán si pierde su Francia?. Y es que no hay nada más doloroso que el arranque de raíces, que la pérdida de origen, que el olvido del inicio. ¿ Qué sería del hombre que no conoce su historia?.

No se trata de defender el rechazo a la guitarra bien contruída con el mimo de la mano del artesano de tierra diferentes a la nuestra, ni tampoco se precia la infravaloración de quien tiene la valentía o atrevimiento de innovar o perfeccionar este instrumento, a quien ataca la tinta que mancha mis palabras es a quienes se olvidan del origen y lo desprecian. ¿Qué sentido tiene interpretar una obra de una época determinada sin conocer el contexto histórico?. Es como arrebatarle el sentido, quitarle la esencia, despojarle de quien es por no saber de donde viene.

Cierto es que el silencio es bello, pero no siempre, a veces dañino, a veces mortal. Mientras asintamos o nos mordamos la lengua cuando algún erudito intérprete ataque nuestra pasión de guitarrero ( sea a nosotros mismos o algún compañero), o pongamos al servicio de la fabricación masiva a bajo coste en países lejanos nuestro oficio, derramamos parte de nuestra cultura, de nuestra identidad.

Mantener este oficio nos honrra, decir con orgullo la palabra guitarrero y no la francesa luthier, que para eso la lengua nos dio nombre y suena, si cabe, aún más bonito. Cada herramienta, cada banco, cada tradición. Guardar, difundir y defender nuestra pasión, y pensar que si nuestra tierra vertiera su sangre caerían las notas de una guitarra española.

Gracias por continuar con este oficio tan noble.
 
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