La señora Helene von Breuning, viuda de un consejero de la corte, se había quedado sola con cuatro hijos que educar. De acuerdo con la costrumbre de la época, quería que se les impartiera lecciones de piano a sus dos hijos mas pequeños: Eleonore y Lorenz. Se dirigió con este motivo a un joven amigo de la familia, Franz Wegeler, rogándole que le indicase un posible maestro. Franz era un estudiante de medicina en la universidad de Bonn y uno de los poquísimos íntimos de Beethoven. Y le hablo al respecto al joven músico, que aceptó de buen grado la propuesta.
La señora Von Breuning acogió a Ludwing muy afectuosamente y él quedó fascinado de inmediato, no sólo por su refinada inteligencia y cultura, sino también por su delicada belleza. En cuanto a su hija Eleonore, llamada Lorchen en famililia, y dos años más joven que él, puede tranquilamente afirmarse que había heredado las mejores dotes de la madre. Entre los dos jovenes se desarrolló de inmediate un inocente sentimiento amoroso y Ludwig, ya menos taciturno y triste, se dedicó por vez primera a impartir con agrado las lecciones de piano. En 1802, Lorchen se convertiría en mujer de Franz Wegeler, pero entre los tres habriá de permanecer a lo largo de toda la vida una profunda amistad, tal como lo atestiguan las numerosas y afectuosas cartas de Eleonore y Franz al <<viejo y fiel amigo>>: <<alter treuer Freund>>.
En tanto Ludwig impartía las lecciones de música a Lorchen y Lorenz, la madre de ambos jóvenes estimulaba los intereses del joven maestro con frecuentes lecturas y discusiones. En su casa se conversaba sobre arte, filosofía y literatura y se leía a poetas y dramaturgos como Schiller, Shakespeare y Goethe. En las reuniones participaba asimismo el hijo mayor de la señora Helene, Stephan, coetáneo de Beethoven que en Viena habría de convertirse posteriormente en uno de sus mejores y mas fieles amigos.
Muchos años después, Franz Wegeler describiría así las relaciones existentes entre el joven Ludwig van Beethoven y la casa Von Breuning: <<Se le trató de inmediato como miembro de la familia, y pasaba en la casa no sólo la mayor parte del día, sino que con frecuencia también la nocre. Allí se sentía libre, allí se comportaba con desnvoltura, todo concurría a darle contento y a desarrollar su personalidad. Mayor que él en cinco años, yo estaba capacitado para advertirlo así y apreciar el hecho. La señora Von Breuning ejercía total dominio sobre aquel muchacho a menudo extravagante y arisco>>.