¡Hola!
El motivo de abrir este hilo es explicar mi situación por si a alguien le pasa, o ha pasado, lo mismo que a mí o cosa parecida. En principio dudé de si no sería mejor plantear mi consulta en alguno de los ya abiertos sobre "prótesis" o soportes, pero al final me decidí por hacerlo así.
Empecé a estudiar la guitarra allá por mi adolescencia y, si en aquel entonces, hubiera hecho (ojalá) lo que hago ahora, habría sido convidado a arrojarme a la calle desde el punto más alto del conservatorio, cual si de la roca Tarpeia se tratara, para deleite del profesorado, purga de mi pecado y aleccionamiento (por si acaso) del resto del alumnado.
¿Y qué pecado es ese tan grande? os estaréis preguntando. Pues ni más ni menos que usar un gitano.
La historia, resumidísima, es la siguiente:
Cuando empecé a estudiar caí en el seno de una escuala de una rigidez extraordinaria. Estaban absolutamente prohibidas la uñas (sobre todo la del pulgar), la postura era "Tárrega" cien por cien, los dedos de la mano derecha debían atacar las cuerdas con un ángulo de 90º lo que te obligaba a una contorsión rarísima de la muñeca con la consiguiente merma de agilidad, la pulsación con el pulgar era a base de una serie de articulaciones que te descolocaban la mano cada vez que tocabas una nota. En fin... la antítesis de la ergonomía y la practicidad.
Avancé, aun y con todo, hasta bastante lejos. Pero, como era lógico, la cosa no tuvo buen final. Me estampé contra "El Capricho Árabe", "Las variaciones de Sor sobre un tema de La Flauta Mágica" y la "Sonata en La" de Diabelli. Llegué a la triste conclusión de que yo no servía para tocdar la guitarra. Abandoné.
Entre 25 y 30 años más tarde, no sé porqué (quizá porque el gusanillo nunca muere), he decidido volver a la carga. Por supuesto ya he abandonado toda pretensión de "dedicarme". Lo único que pretendo es divertirme haciendo música.
Lo primero que he hecho ha sido dejerme crecer las uñas y lo segundo tirar el "banquillo apoyapiés" por la ventana y tocar de pies al suelo, en el sentido figurado y también en el real de la expresión.
Este mi reencuentro con el instrumento lo estoy haciendo de forma autodidacta (resentimientos que le quedan a uno ¡qué se le va a hacer!). Me he lanzado a la búsqueda de una técnica que me vaya bien y, para ello, lo primero es encontrar una posición o postura adecuada.
En este foro descubrí las "prótesis" y, sin dudarlo, me lancé a ellas. El gitano ha sido la que mejor me ha ido, pero tiene algún inconveniente a mi modo de ver; la guitarra no queda del todo estable.
Lo utilizo puesto muy abajo de forma que la la guitarra queda bastante vertical. He comprobado que esa posición me facilita el trabajo de la mano izquierda. Y he comprobado otra cosa también; si abro un poco las piernas y la parte inferior del aro se apoya en la silla, el sonido gana en consistencia y volumen.
Este descubrimiento me hace pensar en lo siguiente: ¿Y si le coloco una pica (a modo de violoncello) a la guitarra y la anclo a la silla? Conseguiré mejor sonido al mismo tiempo que evitaré que se mueva.
Sería genial poder separar ambos brazos del instrumento y que este continuara firme en su sitio. ¿No os parece? ¿Alguien sabe si ya hay algo inventado al respecto?
Y nada más ¡Vaya rollo que os he metido! ¿no?
Un saludo,
Jorge.
El motivo de abrir este hilo es explicar mi situación por si a alguien le pasa, o ha pasado, lo mismo que a mí o cosa parecida. En principio dudé de si no sería mejor plantear mi consulta en alguno de los ya abiertos sobre "prótesis" o soportes, pero al final me decidí por hacerlo así.
Empecé a estudiar la guitarra allá por mi adolescencia y, si en aquel entonces, hubiera hecho (ojalá) lo que hago ahora, habría sido convidado a arrojarme a la calle desde el punto más alto del conservatorio, cual si de la roca Tarpeia se tratara, para deleite del profesorado, purga de mi pecado y aleccionamiento (por si acaso) del resto del alumnado.
¿Y qué pecado es ese tan grande? os estaréis preguntando. Pues ni más ni menos que usar un gitano.
La historia, resumidísima, es la siguiente:
Cuando empecé a estudiar caí en el seno de una escuala de una rigidez extraordinaria. Estaban absolutamente prohibidas la uñas (sobre todo la del pulgar), la postura era "Tárrega" cien por cien, los dedos de la mano derecha debían atacar las cuerdas con un ángulo de 90º lo que te obligaba a una contorsión rarísima de la muñeca con la consiguiente merma de agilidad, la pulsación con el pulgar era a base de una serie de articulaciones que te descolocaban la mano cada vez que tocabas una nota. En fin... la antítesis de la ergonomía y la practicidad.
Avancé, aun y con todo, hasta bastante lejos. Pero, como era lógico, la cosa no tuvo buen final. Me estampé contra "El Capricho Árabe", "Las variaciones de Sor sobre un tema de La Flauta Mágica" y la "Sonata en La" de Diabelli. Llegué a la triste conclusión de que yo no servía para tocdar la guitarra. Abandoné.
Entre 25 y 30 años más tarde, no sé porqué (quizá porque el gusanillo nunca muere), he decidido volver a la carga. Por supuesto ya he abandonado toda pretensión de "dedicarme". Lo único que pretendo es divertirme haciendo música.
Lo primero que he hecho ha sido dejerme crecer las uñas y lo segundo tirar el "banquillo apoyapiés" por la ventana y tocar de pies al suelo, en el sentido figurado y también en el real de la expresión.
Este mi reencuentro con el instrumento lo estoy haciendo de forma autodidacta (resentimientos que le quedan a uno ¡qué se le va a hacer!). Me he lanzado a la búsqueda de una técnica que me vaya bien y, para ello, lo primero es encontrar una posición o postura adecuada.
En este foro descubrí las "prótesis" y, sin dudarlo, me lancé a ellas. El gitano ha sido la que mejor me ha ido, pero tiene algún inconveniente a mi modo de ver; la guitarra no queda del todo estable.
Lo utilizo puesto muy abajo de forma que la la guitarra queda bastante vertical. He comprobado que esa posición me facilita el trabajo de la mano izquierda. Y he comprobado otra cosa también; si abro un poco las piernas y la parte inferior del aro se apoya en la silla, el sonido gana en consistencia y volumen.
Este descubrimiento me hace pensar en lo siguiente: ¿Y si le coloco una pica (a modo de violoncello) a la guitarra y la anclo a la silla? Conseguiré mejor sonido al mismo tiempo que evitaré que se mueva.
Sería genial poder separar ambos brazos del instrumento y que este continuara firme en su sitio. ¿No os parece? ¿Alguien sabe si ya hay algo inventado al respecto?
Y nada más ¡Vaya rollo que os he metido! ¿no?
Un saludo,
Jorge.
