Gran_adino
Socio de la AGA
El genio jerezano de la guitarra, Gerardo Núñez, se encargó de la primera parte de la quinta gala del festival de La Unión. Verlo en persona, el dominio que tiene sobre su instrumento, esa búsqueda que está presente en cada momento, su intensidad intelectual y creativa, es hermoso de contemplar y nada menos que impresionante. No obstante, siendo esta revista un medio altamente especializado, me siento obligada a protestar la inclusión de música tan claramente ajena al flamenco (aproximadamente un veinte por ciento del recital fue reconocible como flamenco, incluso bajo el criterio más liberal), en un festival que ostenta una relación importante y estrecha con el flamenco. Si en el Espárrago tuvieron que quitar el flamenco de lo poco que pegaba, anoche en La Unión muchos de los que habían acudido a recibir las emociones específicas que proporciona el flamenco decían sentirse defraudados, a la vez que absolutamente todos coincidían en los magníficos dotes de Gerardo Núñez, qué quede esto claro. El mundo está lleno de música hermosa, maravillosa, y en una serie de tan solo cinco galas, que haya una noche dedicada al vanguardismo y experimentalismo parece correcto, pero llevamos tres noches consecutivas de derivados, de más o de menos calidad. Por otra parte parece ilógico que luego en el concurso que empieza esta noche de miércoles 13, se exija a los concursantes un riguroso respeto por las formas.
Núñez empezó solo ante el peligro, por rondeña, y cuando entran el cajón y el contrabajo, se organiza el compás de bulería. Una pieza llamada "Trafalgar" carece de referencias flamencas obvias. "Soleá" con una o dos cuerdas transportadas, hermosa novedad del guitarrista que es ahora copiada por muchos, y que transforma el aire sensiblemente sin restar profundidad. El compás está allí, indudablemente, o al menos eso me dicen, pero hay que pescarlo. Momento oportuno para comentar que en la humilde opinión de una servidora, el compás es una sensación que le inunda, envuelve y transporta al oyente o participante sin que nadie tenga jamás que verificarlo contando hasta 12.
Una especie de granaína con destellos reconocibles es transformada en algo que suena a bulería. Es obvio que para una mente prodigiosa como la de Gerardo es mucho más interesante tocar esta música que volver siempre a las limitaciones del flamenco…esas limitaciones que hacen posible la libertad del cantaor o bailaor. Curioso detalle que el músico haya visto oportuno, para poner el broche de oro, terminar por bulería sin artimañas, moderna y actual a la vez que tradicional, compás de toda la vida y aire jerezano a ráfagas.
Estela Zatania
Núñez empezó solo ante el peligro, por rondeña, y cuando entran el cajón y el contrabajo, se organiza el compás de bulería. Una pieza llamada "Trafalgar" carece de referencias flamencas obvias. "Soleá" con una o dos cuerdas transportadas, hermosa novedad del guitarrista que es ahora copiada por muchos, y que transforma el aire sensiblemente sin restar profundidad. El compás está allí, indudablemente, o al menos eso me dicen, pero hay que pescarlo. Momento oportuno para comentar que en la humilde opinión de una servidora, el compás es una sensación que le inunda, envuelve y transporta al oyente o participante sin que nadie tenga jamás que verificarlo contando hasta 12.
Una especie de granaína con destellos reconocibles es transformada en algo que suena a bulería. Es obvio que para una mente prodigiosa como la de Gerardo es mucho más interesante tocar esta música que volver siempre a las limitaciones del flamenco…esas limitaciones que hacen posible la libertad del cantaor o bailaor. Curioso detalle que el músico haya visto oportuno, para poner el broche de oro, terminar por bulería sin artimañas, moderna y actual a la vez que tradicional, compás de toda la vida y aire jerezano a ráfagas.
Estela Zatania