Tras la fabricación de la guitarra española de luthería, hay mucho mito y diferentes tendencias.
De mi experiencia, extraigo las siguientes conclusiones.
Sobre lo primero, decir que no es mejor guitarra la más antigua, ni la que porta maderas centenarias. Personalmente creo que, si está en su punto de secado, ya es suficiente. Si pasan los años es previsible que suene mejor, pero no se producirán milagros.
Sobre lo segundo, hay dos caminos a elegir. Uno, por el lado de la artesanía y otro por el de la respuesta sonora. Un instrumento profusamente adornado no es mejor que el que ofrece un aspecto defectuoso, pero suena bien. Esto se ve claramente en las orquestas profesionales donde, a diferencia de las juveniles o amateurs, muestran instrumentos de cuerda barnizados a mano, mientras que en las otras es una sinfonía de brillos de barnices sintéticos aplicados con aerógrafo. Estoy convencido del aporte tímbrico cristalino de la goma laca, frente al plastificado con poliuretano.
En cualquier caso, no comprendo que se usen tapas rebajadas y pulidas, en la guitarra, para luego armarlas de robustas y cuantiosas varetas y plastificarlas como si de parquet de pisos se tratara.
Tampoco es bueno reforzar el mástil con filetes de ébano, porque apagaremos la natural vibración del cedro (madera muy común utilizada en los mástiles).
La mejor guitarra será la más ligera. Y aquí es dónde florece la vena artística del luthier. Conseguir una guitarra liviana y resistente es el mejor de los objetivos. Yo he suprimido las varetas trasversales próximas a la boca, en tapa y fondo, enfrentadas al puente. Al menos, las dos inferiores. La verdad, que en la tapa, he llegado a suprimir todas. Pero cada cual deberá encontrar las mejores soluciones personales, basadas en esta filosofía.
La guitarra con tapa de abeto es más timbrada y aguda que la de cedro, sobre todo si los costados son de ciprés (el fondo puede ser de abeto). Lo que significa que el sonido llegará más lejos, a igualdad de potencia. El cedro da un sonido más inmediato y dulce, más agradable para el guitarrista, pero quizá con menos proyección.
El puente está en el lugar desde donde se trasmiten las vibraciones de las cuerdas al conjunto del instrumento. Debe estar libre de refuerzos y/o varetas próximas. Las aletas las hago delgadas para facilitar su vibración.
El diapasón lo hago curvo, de modo que inicio una parábola muy suave y descendente, desde la boca hasta la cejuela, con clara disminución a la altura de los trates 5-7. Esta curva permite pulsar con potencia, eludiendo los trasteos. Otra cosa es la guitarra flamenca, donde parece que los antedichos ruidos gustan al intérprete.
El mástil es más cómodo si se reduce el grosor, a gusto del intérprete.
También, son a gusto del intérprete el tiro de la guitarra (normalmente en 65 cm) y la distancia entre las cuerdas. Un niño o una mujer con manos pequeñas pueden tener serios problemas para tocar una guitarra convencional.
El instrumento terminado nunca será estándar, sino muy sensible a los arañazos y/o golpes. Claro, no se trata de una guitarra de serie, ni mucho menos.
Respecto de las cuerdas, tras haber probado las de carbono, me decanto por el nylon, por su sonido más natural o menos metálico.
Terminar diciendo que se está haciendo muy poco en España por promocionar nuestro instrumento, por parte de las autoridades competentes. Pero ya se sabe que “en casa del herrero, cuchillo de palo”.
Un saludo para todos.
De mi experiencia, extraigo las siguientes conclusiones.
Sobre lo primero, decir que no es mejor guitarra la más antigua, ni la que porta maderas centenarias. Personalmente creo que, si está en su punto de secado, ya es suficiente. Si pasan los años es previsible que suene mejor, pero no se producirán milagros.
Sobre lo segundo, hay dos caminos a elegir. Uno, por el lado de la artesanía y otro por el de la respuesta sonora. Un instrumento profusamente adornado no es mejor que el que ofrece un aspecto defectuoso, pero suena bien. Esto se ve claramente en las orquestas profesionales donde, a diferencia de las juveniles o amateurs, muestran instrumentos de cuerda barnizados a mano, mientras que en las otras es una sinfonía de brillos de barnices sintéticos aplicados con aerógrafo. Estoy convencido del aporte tímbrico cristalino de la goma laca, frente al plastificado con poliuretano.
En cualquier caso, no comprendo que se usen tapas rebajadas y pulidas, en la guitarra, para luego armarlas de robustas y cuantiosas varetas y plastificarlas como si de parquet de pisos se tratara.
Tampoco es bueno reforzar el mástil con filetes de ébano, porque apagaremos la natural vibración del cedro (madera muy común utilizada en los mástiles).
La mejor guitarra será la más ligera. Y aquí es dónde florece la vena artística del luthier. Conseguir una guitarra liviana y resistente es el mejor de los objetivos. Yo he suprimido las varetas trasversales próximas a la boca, en tapa y fondo, enfrentadas al puente. Al menos, las dos inferiores. La verdad, que en la tapa, he llegado a suprimir todas. Pero cada cual deberá encontrar las mejores soluciones personales, basadas en esta filosofía.
La guitarra con tapa de abeto es más timbrada y aguda que la de cedro, sobre todo si los costados son de ciprés (el fondo puede ser de abeto). Lo que significa que el sonido llegará más lejos, a igualdad de potencia. El cedro da un sonido más inmediato y dulce, más agradable para el guitarrista, pero quizá con menos proyección.
El puente está en el lugar desde donde se trasmiten las vibraciones de las cuerdas al conjunto del instrumento. Debe estar libre de refuerzos y/o varetas próximas. Las aletas las hago delgadas para facilitar su vibración.
El diapasón lo hago curvo, de modo que inicio una parábola muy suave y descendente, desde la boca hasta la cejuela, con clara disminución a la altura de los trates 5-7. Esta curva permite pulsar con potencia, eludiendo los trasteos. Otra cosa es la guitarra flamenca, donde parece que los antedichos ruidos gustan al intérprete.
El mástil es más cómodo si se reduce el grosor, a gusto del intérprete.
También, son a gusto del intérprete el tiro de la guitarra (normalmente en 65 cm) y la distancia entre las cuerdas. Un niño o una mujer con manos pequeñas pueden tener serios problemas para tocar una guitarra convencional.
El instrumento terminado nunca será estándar, sino muy sensible a los arañazos y/o golpes. Claro, no se trata de una guitarra de serie, ni mucho menos.
Respecto de las cuerdas, tras haber probado las de carbono, me decanto por el nylon, por su sonido más natural o menos metálico.
Terminar diciendo que se está haciendo muy poco en España por promocionar nuestro instrumento, por parte de las autoridades competentes. Pero ya se sabe que “en casa del herrero, cuchillo de palo”.
Un saludo para todos.